Movimientos sociales y gobernanza en el siglo XXI: repensando la democracia a través del 15-M

AutorJuan Ignacio Radic Vega
Cargo del AutorDoctorando en Historia Contemporánea Universidad Autónoma de Madrid
Páginas295-328
MOVIMIENTOS SOCIALES
Y GOBERNANZA EN EL SIGLO XXI:
REPENSANDO LA DEMOCRACIA
A TRAVéS DEL 15-M *
Juan Ignacio Ra D i C vE G a **
Universidad Autónoma de Madrid
I. INTRODUCCIÓN
Si nos detuviésemos un momento a observar la realidad social
del tiempo presente, no tardaríamos en percatarnos de la crecien-
te conictividad que la  está caracterizando. En todas partes del 
mundo desde Grecia hasta Chile, New York a Tel-Aviv, pasan-
do por Túnez, México, Egipto, Puerto Rico o Siria, con impor-
tantes y divergentes matices, la fulgurante actividad colectiva está 
planteando de una u otra manera que asistimos  a tiempos 
de importantes cambios o al menos a una reivindicación de fon-
do, que busca transformar muchas de las estructuras que rigen y 
norman a nuestras sociedades en la actualidad. La aceleración de 
las mutaciones técnicas y económicas, el cambio de escala en las
*  Agradezco a mi  director, P. ma r t í n e z lil l o , los comentarios, críticas y
sugerencias realizadas a la investigación de la cual este capítulo es un resumen. 
Igualmente a H. ro m e ro , coordinador del Máster en Gobernanza y Derechos 
Humanos de la UAM por su colaboración diligente con este texto.
**  Doctorando  en  Historia  Contemporánea  Universidad  Autónoma  de 
Madrid. Alumno  de la  primera promoción  del Máster  en Gober nanza y  De-
rechos Humanos de  la UAM y  la Fundación  Santillana. Contacto:  juanignacio.
radic@uam.es.
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interdependencias de las sociedades, la revolución de las comuni-
caciones entre  otros  factores han trastocado efectivamente 
los sistemas de pensamiento y las instituciones que garantizaban 
hasta aquí las regulaciones existentes, desconectando  de paso  la 
relación entre estas nuevas sensibilidades emergentes y los orga-
nismos institucionales representantes del poder soberano. Al mis-
mo tiempo, la exacerbada desregulación producida en el sistema 
nanciero y los mercados en general, además de la consolidación 
de un  modelo  de  sociedad  extremadamente individualista,  han 
alterado fuertemente los valores con los que buena parte del mun-
do contemporáneo se  construyó tras  el término  de la  II Guerra 
Mundial, sobre todo tras la caída de la cortina de hierro 1.
Todo ello ha provocado, a  nuestro entender, que muchos  de 
los puntos de referencia intelectuales, políticos y, sobre todo, éti-
cos 2 que han imperado en las últimas décadas  se hayan desgas-
tados. Estén desfasados. Ajenos  a las nuevas realidades que pre-
senta este nuevo tiempo.
En  ese  contexto,  la  emergencia  de  masivos y  heterogéneos 
movimientos colectivos está planteando la necesidad de  renovar 
las bases ideológicas un cambio de paradigmasen las que se 
sostiene el mundo actual. Los requerimientos variados de
las sociedades del siglo x x i así lo demuestran. Pese a las diferen-
cias contextuales, los patrones históricos dispares, o los matices en 
la cultura  y estructuras administrativas  que rigen a  las  distintas 
sociedades que  hoy se  están abalanzado a  las calles a  protestar, 
existe en nuestra opiniónun mensaje claro y rotundo: las es-
tructuras, mentalidades y formas de interpretar el tiempo presen-
te por parte de los gobiernos deben cambiar. Sobre todo porque 
la sensibilidad  y  necesidad  de  sus  ciudadanos  ha  cambiado. El 
grado de disconformidad existente  con  los  modelos democráti-
cos que se imponen en la actualidad maniesta el enorme vacío 
existente entre el Estado y  su  soberano,  el  pueblo. Es  por  ello 
1 Las bases  e  ideales  del Estado  de  bienestar  paulatinamente se  han  ido 
desmontando durante los últimos treinta años, para dar paso a un modelo de
capitalismo sin control. Una interesante  mirada sobre ese proceso puede verse 
en T. Jud t , Algo va mal, Madrid, Taurus, 2010. Vid. particularmente Introduc-
ción, pp. 17-24, y capítulo 2.
2 F. Ma y or za r a g o z a , «Ha  llegado el  momento  de actuar»,  en  VVAA, 
Actúa, Madrid, Debate, 2012, p. 18. En su artículo, plantea la crisis ética a la que 
asiste no sólo España sino todo occidente.
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que creemos que pese a las  enormes diferencias existentes entre 
los múltiples movimientos sociales producidos en el último año,
observemos una semejanza fundamental un nexo común en
todos ellos: el hartazgo de la sociedad civil respecto de las formas 
en que se concibe y ejecuta el gobierno. Observamos, por tanto, 
la necesidad que se produzca un acercamiento de las instituciones 
a los requerimientos de sus ciudadanos. Que desde una nueva
óptica incorpore la nueva sensibilidad que está caracterizando 
a los  miembros de  la  comunidad global  en pleno siglo  x x i a la
hora de entender la gobernanza y por tanto la democracia.
No obstante, la lectura realizada sobre este alto grado de con-
ictividad social en las altas esferas del poder, no pasa de la mirada 
tradicional. Se ha vuelto  incapaz de entender qué es lo que está 
impulsando a millones de personas en todo el mundo salir a la
calle a protestar. Expresiones que producidas en un contexto de-
mocrático como el europeo están siendo la voz de un descontento 
generalizado de la  población  que  observa  impertérrita  cómo  a 
propósito de una crisis económica que no provocaron, muchos de 
los derechos conseguidos por sus padres lentamente desaparecen 
por la voraz acción de los mercados exentos de cualquier control 
o/y regulación. ¿Es que  acaso el reclamo por una mayor scali-
zación de los dineros públicos, del derecho a conservar o/y exigir 
derechos mínimos no representa la expresión legítima de un pue-
blo que busca precisamente la relegitimación de un sistema 
evidentemente corrupto y, por tanto, la defensa y profundización 
de la democracia a través de la acción directa?
El presente texto tiene como objetivo central resaltar la enor-
me relevancia que poseen los movimientos sociales para la cons-
trucción de  la  gobernanza  y, por tanto,  de  la democracia. Esta 
importancia la entendemos en un doble sentido; de una parte,
como la  materialización concreta de  una  forma de expresión  y 
acción  política  de  las  masas  ciudadanas  que  conforman  la  so-
ciedad. De  otro,  como una importante  herramienta  de  análisis 
que permite  observar con mayor precisión la realidad social  de 
una época concreta, sus características y, de igual  forma, la im-
portancia que  ella  presenta  en  el  tiempo.  Creemos,  por  tanto, 
que la existencia de movimientos sociales permite la renovación 
y profundización de la democracia, sus estructuras y mecanismos 
de aplicación, además de su utilidad para el análisis y diagnóstico 
acerca de los elementos valores, mentalidades y representacio-
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