Los movimientos reaccionarios

AutorJavier Divar Garteiz-Aurrecoa
Páginas41-48

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Las depresiones económicas de los años veinte, que dieron lugar a la quiebra de numerosas entidades mercantiles, al empobrecimiento general y a millones de parados en todo el mundo occidental, mostraron bien a las claras las limitaciones operativas del sistema.

Primero, la dependencia general a una matriz (al momento los Estados Unidos de Norteamérica), lo cual asienta que cualquier alteración en «la cabeza» implique espasmos imparables en todo el cuerpo dirigido (todas las naciones occidentales), lo que supone una dependencia en asuntos vitales de las llamadas «sociedades libres».

Y segundo, que efectivamente (como argumentó el marxismo) se coni rmó que el capitalismo está sometido a depresiones cíclicas (y posteriores situaciones lo coni rman) por la falta de eficientes controles públicos y de una planificación socioeconómica globalizada, dejándose los agentes económicos motores en manos de intereses particularistas que abandonan la nave a su suerte, sin mayor responsabilidad, tan pronto como conviene a sus intereses (que está demostrado no suelen coincidir de ordinario con los intereses de la comunidad, habiendo así una dejación injustificada de las utilidades sociales).

Ambas quiebras del sistema se han tratado de corregir, parcialmente, en la Europa Occidental después de la II Guerra Mundial mediante la creación de un mercado interre-

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gional menos dependiente (el Mercado Común Europeo) y mediante una planificación económica de dirección estatal e intereses sociales (en los que han incidido prioritariamente fuerzas socialdemócratas).

Además la «matriz» capitalista intenta su internacionalismo mediante la progresión de las llamadas sociedades mercantiles multinacionales y el establecimiento de altos órganos consultivos supraestatales. Sin embargo, en uno y otro caso, las taras subsisten, como demuestra la crisis fi-

nanciera internacional, originada en los Estados Unidos de América y extendida globalmente (y muy significativamen- te en la Europa de la Unión). Aprovechando las indicadas dificultades económicas surgidas en el primer cuarto del siglo xx, que provocaron el paro y la inseguridad de los trabajadores en una especie de «vuelta a las miserias» decimonónicas, los revolucionarios forzaron la máquina de su lucha contra el capitalismo, crea- dor de aquellas penurias, con el apoyo y bajo el ejemplo de los logros soviéticos tras la Revolución de 1917 (en principio como toda revolución fue populista, pero adjetivada por los más capaces, como sucedió con la «burguesa» de 1789). En la lucha destacaron como «compañeros de viaje» los anarquistas, redoblada su imagen de antiautoritaristas en contraposición de las grandes fuerzas de uno y otro signo, que estaban dispuestas a defender sus posiciones con el totalitarismo (la esencia antiautoritarista del anarquismo puede observarse desde su base ideológica en M. Zemliak, «Obras de Kropotkin»). Y contra esta ola revolucionaria y libertaria debieron reaccionar las...

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