Móviles, tentativa. Saber heredar

AutorJuan Manuel Mateo
Páginas109-140
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Móviles, tentativa.
Saber heredar*
JUAN MANUEL MATEO
Móviles, tentativa
1] Durante 25 años Revueltas dedicó parte de su tiempo a reflexionar en torno de
lo esencial del arte y la escritura; dejó así 30 ensayos que hoy se muestran necesa-
rios para estudiar su obra, pero también oportunos en un sentido amplio porque
sus palabras siguen vigentes en el orden actual del pensamiento estético, a pesar
de que muchas veces los términos que empleó parecen caídos en desuso. No se
trata de reinterpretar lo escrito por él sino de aprender a leerlo de nuevo, sin
prejuicios, aprovechando las herramientas teóricas que hoy tenemos a mano, mis-
mas que en no pocas ocasiones se encuentran muy cerca de las proposiciones
revueltianas. En buena medida este trabajo continúa un intento previo —y más
breve— por seguir el itinerario de las principales ideas estéticas que Revueltas
formuló, de manera fragmentaria pero constante, a lo largo de más de dos déca-
das.1 La diferencia estriba en que ahora intento mostrar las correspondencias entre
la poética explícita de Revueltas y dos de sus novelas. Con mayor precisión debo
decir que el propósito ha sido observar cómo una sola de sus intenciones litera-
rias pone en marcha el ejercicio narrativo y deriva efectivamente en forma, esto
es, en un modo específico de organizar la trama en torno de ciertos personajes y
de acuerdo con recursos que inciden en el orden, la duración y la frecuencia na-
rrativas. Por otra parte, el motivo literario que sirve a Revueltas como eje de dos
novelas inagotables resulta particularmente sugestivo: en un primer momento la
presencia del cuerpo insepulto nos lleva a abordar cuestion es diversas que intere-
saban al autor y que hoy identificamos como indispensables para procurar expli-
carnos el mundo; en segunda instancia, ese motivo que nos coloca en el umbral
de Antígona también nos lleva a pensar en Revueltas como un escritor clave en la
discusión contemporánea sobre la estética, la ética y el lenguaje.
2] Coincido del todo con Andrea Revueltas y Philippe Cheron cuando en la
presentación de Cuestionamientos e intenciones afirman que debemos insistir «en
* Extracto del libro de Juan Manuel Mateo, En el umbral de Antígona. Notas sobre la poética y la narrativa de
José Revueltas, Ciudad de México, Siglo XXI, 2011, pp. 11-16 («Móviles, tentativa») y 17-48 («Saber heredar»).
1. Me refiero a Lectura y libertad, hacia una poética de José Revueltas (México, El Colegio de San Luis, en
prensa). Allí me ocupé de los ensayos sobre estética y literatura escritos por Revueltas y reunidos en Cues-
tionamientos e intenciones, volumen 18 de las Obras completas del autor.
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TRÍPTICO DE LA POESÍA Y LA CRÍTICA: OCTAVIO PAZ, EFRAÍN HUERTA Y JOSÉ REVUELTAS
la continuidad del pensamiento de Revueltas», pues en ese movimiento reflexivo
«difícilmente se puede hablar de cortes». Un análisis «penetrante» —dicen— de-
mostraría a todas luces la existencia de «una trayectoria ininterrumpida», aun cuando
ese itinerario hubiera conocido «periodos de retroceso debido al contexto histórico
de confrontación y lucha en el cual se produjo».2 La prueba «rotunda» de esa conti-
nuidad intelectual —añade la pareja— se encuentra «en el hecho de que Los errores
reanuda y prolonga, desde un punto de vista superior y más amplio, la temática de
Los días terren ales» (en OC 18: 14).3 La relación que Andrea y Philippe establecieron
entre ambas novelas deriva de una afirmación del propio Revueltas; él había dicho:
«Los errores obedece a una línea que siempre he adoptado ante los problemas de la
literatura [...] Este libro no es sino un desarrollo y profundización de Los días terre-
nales, cuyas premisas también pueden encontrarse en Los muros de agua, mi prime-
ra novela» (en OC 18: 14-15).4 Tanto en las palabras de Andrea y Philippe —quienes
dedicaron buena parte de su vida a reunir, ordenar y estudiar la obra revueltiana—
como en las de José encontré razones suficientes para emprender una aproxima-
ción a esas novelas que hoy se cuentan como la tercera y la sexta, si hacemos a un
lado El quebranto, anterior a Los muros de agua por al menos tres años.5 La resolu-
ción de abordar seguidamente Los días terrenales y Los errores bajo el horizonte de
la poética revueltiana se confirmó una vez más cuando constaté la presencia de un
mismo motivo que en ambos casos articulaba sentido y forma.
2. Revueltas vivió casi siempre en la incertidumbre económica y en el apremio, fue recluido como preso
político varias veces, se le expulsó reiteradamente de las organizaciones de izquierda y aun así dejó una
obra de 26 volúmenes. A casi cien años de su nacimiento y más de 30 de su muerte, todavía no se escribe
una biografía que haga justicia a su personalidad y significación, tanto para la literatura como para el
pensamiento nacido en México. Narrador que supo crear un estilo depurado en el relato breve y una mag-
nífica arborescencia de la palabra en la novela, abrazó de hecho la escritura en una forma total: cuentos,
novelas, piezas dramáticas, guiones de cine, poemas, ensayos, artículos period ísticos forman un mundo
verbal al que también debemos añad ir cartas y pasajes autobiográficos que a un t iempo testimonian y dan
ejemplo de lo literario hecho vida (y por cierto, sus trabajos de corte filosófico pueden colocarse sin me-
noscabo en la misma línea de Adolfo Sánchez Vázquez y Bolívar Echeverría). Al mismo tiempo que escri-
tor, Revueltas fue militante comunista y teórico político en acción y crítica constantes. Sus años fueron
esos de la clandestinidad y las purgas, de la burocratización partidaria y el autoritarismo de Estado. Como
insistentemente se le reprocharon (y reprochan) sus inconsistencias, sea en la vida familiar, política, públi-
ca o literaria, la observación de Andrea y Philippe no solo viene muy a cuento sino que esclarece el rumbo.
Revueltas exige una lectura capaz de sobreponerse frente a los destellos geniales y las supuestas discordan-
cias. Su obra s iempre será mucho más que esa ori lla desde donde nos detenemos a contemplarla.
3. Usaré la abreviatura OC cada vez que haga referencia a las Obras completas de Revueltas editadas y anotadas
por Andrea Revueltas y Philippe Cheron; a la abreviatura sigue el número del volumen y la página.
4. La cita procede de Rosa Castro, «Galería del mundo: Los errores. Entrevista con su autor, José Revueltas»,
El Día, año iii, núm. 833, 16 de octubre de 1964, p. 10.
5. El quebranto (1938) estuvo perdida y se mantuvo inédita hasta 1981, cuando fue incluida en Las cenizas,
volumen 11 de las Obras completas. En los papeles de Revueltas que conservaba Olivia Peralta, su primera
esposa, se halló el borrador casi completo de la breve novela; este material sirvió de base para la publica-
ción. Años después se halló u na copia al carbón íntegra (mecanografiada) entre los papeles que conserva-
ba María Teresa Retes, su segunda esposa. El restablecimiento del texto es una tarea pendiente.
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3] La función axial de Los días terrenales (1949) en la obra de Revueltas se ha
establecido ya como un principio de lectura, no solo porque es la única que hasta
ahora cuenta con una edición crítica sino porque no es difícil concordar en que
desempeña —aunque la expresión no sea muy afortunada— «el papel de pivote» en
todo el ciclo novelístico del autor, papel «doblemente importante» puesto que Re-
vueltas eligió ese título como la denominación global de su «comedia terrenal» (Che-
ron, 2003: 297). Y si literariamente esta novela es la piedra angular, no debe olvidarse
que la polémica suscitada en torno a ella da pie también para que Revueltas ponga
por escrito sus reflexiones a propósito de la literatura y la estética. Evodio Escalante,
coordinador de la edición crítica, por lo demás, juzga que Los días terrenales cumple
con un propósito expresado por Revueltas en un artículo de 1946:6 «Sin duda —dice
Evodio— es él quien crea la “moderna novela realista de México”» y agrega: «se
trata, cuando menos en la literatura de Revueltas, de su producto más alto, más
equilibrado y de mayor madurez». Para apoyar su afirmación, se remite a la lectura
de los primeros esquemas y manuscritos de la obra, en los cuales subsistían «ele-
mentos que pudieron hacer de ella una novela, si no proletaria, en el franco sentido
panfletario del término, sí en cierto modo “proletarizante”» (Escalante, 1992: 205).
Un ejemplo de esos elementos que lastraban el relato y al final quedaron fuera, como
muestra de madurez narrativa, era la intención de que al final de la historia Grego-
rio, el protagonista (visible), marchara a España, «a combatir, puede adivinarse, por
la República española»; desenlace semejante hubiera aportado un «toque “positivo,
“edificante”, “aleccionador”», pues los lectores habrían colegido —pensaba Evodio
que «por terrible que pueda ser la situación del comunismo mexicano, por empan-
tanada que pueda parecer la circunstancia local», la ideología siempre podría ofre-
cer «una perspectiva... una salida a la trabazón de una circunstancia que se antojaba
insoportable» (Escalante, 1992: 207-208). Todavía Revueltas intentó incorporar un
guiño internac ionalista en su novela, desplazando el foco del personaje individual
hacia un grupo de obreros que habrían sido seleccionados para pelear en la guerra
civil española (Escalante, 1992: 208). Al final, la solución «positiva» presente en los
esquemas y trazos preliminares quedó fuera. Con el tiempo sería la crítica del inter-
nacionalismo la que habría de tomar cuerpo en Los errores (1964), novela que, por lo
demás, nos obliga a pensar que los méritos literarios de Revueltas no se concentran
solo en la obra de 1949 ni, como muchos otros insisten, en El apando (1969).
4] Si Los días terre nales fue rechazada por los camaradas de Revueltas en térmi-
nos puramente doctrinarios, la recepción de Los errores osciló entre el elogio de
ciertos pasajes y el reproche por los excesos del conjunto. Como muestra de esa
ambivalencia crítica puede leerse la reseña de Juan García Ponc e «Errores y ac ier-
tos en Los errores » (1999: 136-138), que encontrará una prolongación involuntaria
6. Se refiere al artículo «La novela, tarea de México», incluido en Visión del Paricutín (y otras crónicas y
reseñas) (OC 24: 231-241).
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