A modo de introducción

AutorGustavo Toledo Lara
Páginas19-29
CAPÍTULO I
19
A modo de introducción
Profundas y heterogéneas transformaciones han cambiado el rumbo del pla-
neta conforme la humanidad ha observado la evolución y desarrollo de las socie-
dades. La velocidad e ímpetu de los cambios vividos, ha impregnado todos los as-
pectos constitutivos del ser humano a su paso por el mundo. Cambios en el orden
ideológico han perlado el despliegue de todos los sectores, cambios en lo político,
económico, social y demográco han supuesto no pocas veces asumir posturas tanto
radicales como mediadoras, tanto antagónicas como conciliadoras.
A partir del n de la última guerra mundial del siglo XX el mundo experi-
mentó un cambio de paradigma tecnológico, y con ello, el reconocimiento de las
capacidades constructivas y destructivas del ser humano, hicieron aorar un con-
junto de oportunidades en las que, desde luego, el ser humano fue el primer actor,
protagonista, y, sobre todo, el responsable. Ya para la última década del siglo XX, la
caída del muro de Berlín puso en evidencia que inclusive las más rmes ideologías,
no serían impermeables ante la voz de la humanidad. A partir de entonces, se incre-
mentó la velocidad de los cambios, y por lo cual, la capacidad adaptativa suponía una
característica prácticamente imperativa. De tal manera que, según Teichler (2006):
En este proceso de cambio gradual, el ámbito nacional dominó con claridad en las
políticas de la educación superior de cada uno de los países europeos hasta la década de
1980. A partir de la década de 1990, sin embargo, las políticas nacionales de educación
superior de los países europeos son, al mismo tiempo, políticas europeas e internacio-
nales y las políticas europeas e internacionales de educ ación superior en Europa son, al
mismo tiempo, políticas nacionales. (p. 43)
En este contexto el deseo de integración entre los estados ya estaba basado
en que el todo no era más que la suma de las partes, y, por lo tanto, unir esfuerzos e
integrar intereses eran parte de una estrategia que ya era continental en la Europa
de entonces. Así, surge en el año 1988, la «Magna Charta Universitatum» como
preludio a un sistema de educación universitaria de dimensiones continentales, que
respondiera precisamente a un mundo que cuestionaba de forma permanente, las
antiguas estructuras.

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