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A modo de introducción

Document Citas 2 Citado por Relacionados
Vincent
AutorSofía de Salas Murillo
Páginas21-25
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN
“Then said the lad, lying on the grass beside me: “Father, who owns
the mountains?”
I happened to have heard, the day before, of two or three lumber
companies that had bought some of the woodland slopes; so I told him their
names, adding that there were probably a good many di erent owners,
whose claims taken all together would cover the whole Franconia range
of hills.
“Well”, answered the lad, after a moment of silence, “I don’t see what
di erence that makes. Everybody can look at them”.
They lay stretched out before us in the level sunlight, the sharp peaks
outlined against the sky, the vast ridges of forest sinking smoothly towards
the valleys, the deep hollows gathering purple shadows in their bosoms,
and the little foothills standing out in rounded promontories of brighter
green from the darker mass behind them.
They were all ours, from crested cli to wooded base. The solemn groves
of fi rs and spruces, the plumed sierras of lofty pines, the stately pillared
forests of birch and beech, the wild ravines, the tremulous thickets of
silvery poplar, the bare peaks with their wide outlooks, and the cool vales
resounding with the ceaseless song of little rivers, we knew and loved them
all; they ministered peace and joy to us; they were all ours, though we held
no title deeds and our ownership had never been recorded”.
Tomado de “Who owns the mountains?”
Henry van Dyke
(1852-1933)
Los montes y los bosques son testigos de la historia de nuestro país y del
paso de sus diferentes generaciones. Por eso, no es infrecuente que antes o
después surja la pregunta que formula el niño del relato de van Dyke. Los
juristas tenemos el privilegio de que esa pregunta, que puede ser respondida
en términos generales, abre la puerta a multitud de apasionantes cuestiones en
las que se entremezcla lo público y lo privado, lo económico y lo ecológico, el
pasado y el futuro, el respeto a la autonomía en la gestión y el intervencionis-
mo de los poderes públicos, y tantas otras aparentes dicotomías a las que con
mayor o menor acierto se ha ido dando respuesta en nuestro ordenamiento.
De lo que no cabe duda es de que, como sucede en general con la propie-
dad del suelo –señaladamente con la urbana–, la legislación de las últimas

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