Mociones epistemológicas para el contraanálisis ético y social del Derecho Mercantil

AutorJuan Ignacio Font Galán
CargoCatedrático de Derecho Mercantil. Universidad de Córdoba
Páginas11-24

Page 13

«Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Di-nero» (Mt. 6, 24; cf. Lc. 16, 13). En su bimilenaria historia esta palabra creída en Occidente, durante siglos, como verdad imperecedera y tenida culturalmente como fundamento moral y «fuente de sentido», sufre en la modernidad la burla del capitalismo cínico que con su arrastre cultural nihilista impone con su explícita voluntad —que es voluntad de poder— nuevos valores (el utilitarismo, el individualismo, el eficientismo económico, el dinero, la competitividad, entre otros) que vienen a arrumbar y a sustituir los valores tradicionales, incluido Dios como valor supremo («Dios ha muerto»).

«Si Dios no existe, todo está permitido», reflexionará Iván en Los hermanos Karamazov, de Dostoievski. El relativismo extremo se impone como compañero inseparable del nihilismo militante del que ya alertara Nietzsche y que él mismo veía instalarse como «huésped inquietante» —según su propia denominación— en la Europa de finales del siglo XIX. Pero si el nihilismo es propio de nuestra cultura moderna y contemporánea es porque la lógica del capitalismo es esencialmente nihilista. Cierto es que el fenómeno de cultura epocal que es la modernidad, al venir incubando largamente el nihilismo, facilitó el asentamiento histórico del capitalismo moderno y sus valores —y disvalores— inherentes.

En los tiempos actuales de posmodernidad en los que hemos cobrado concien -cia de crisis de modernidad (crisis de valores; crisis de sentido; cuestionamiento ra -dical de toda pretensión de verdad; negación de toda trascendencia; desmitifi -cación del sentido unitario de la historia de la humanidad, ni siquiera bajo la ban dera del progreso, esto es, liquidación de toda «comunidad de memoria» en torno a un principio histórico central en la definición del conjunto social; referencia exclu-siva a lo que es incesantemente transformado y creado en un continuum de vida líquida —«sociedad moderna líquida», según Bauman—, donde el individuo que-13

Page 14

da liberado de toda vinculación social o moral dictada por regulaciones externas de autoridad; etc.) se percibe con dramática preocupación que nuestra realidad cultural —también la que se refiere a la economía, al mercado, al dinero, a las finanzas, a las empresas y al gobierno corporativo de éstas, esto es, realidades propias de la denominada «materia mercantil»— está aquejada de ese nihilismo profundo que los filósofos modernos y contemporáneos nos han desvelado sin escamoteos de entre el espesor, tantas veces dramático, de la historia (Nietzsche, Marx, Durkheim, Max Weber, Spengler, Ortega y Gasset, Fromm, Jünger, Habermas, Lévinas). Ciertamente son los filósofos quienes en las dos últimas centurias han venido alertando acerca de los peligros de la modernidad (algunos tan dramáticos como los campos de exterminio, verdadero Gólgota del siglo XX e impensable recapitulación de todas las «muertes de Dios», presentadas como «muertes de tantos hombres») y que finalmente ha conducido, no sólo al individuo, sino al cuerpo social, a un indiferentismo o relativismo moral a la medida de las exigencias del capitalismo de libre mercado, tan nihilista, que sabiendo de la incompatibilidad de Dios y el Dinero se unce al carro de la «muerte de Dios» y consuma su propia deificación, como condensación de todos los dioses falsos (Pérez Tapias).

Es la filosofía de la historia la que nos desvela las claves intencionales del proyecto epocal de la modernidad donde se tramó, en aras del capitalismo moderno, una histórica transmutación de valores culturales y morales de cuño nihilista y relativista presentada como «signo de los tiempos». Entre los nuevos valores transmutados por el capitalismo moderno cabe señalar la absolutización del capital y del enriquecimiento individual rápido; del eficientismo económico incluso como paradigma de lo que —en razón de lo útil y utilitario— debe ser tenido sin más como justo; de la competitividad a ultranza, sin miramiento de la situación del «otro» del que nadie se «responsabiliza» en el mercado ni en la sociedad; del crecimiento económico sin límites, pese a la cada vez mayor «herida de la Tierra».

Cierto es que este capitalismo moderno, no obstante su nihilismo cultural y su déficit ético, se ha mostrado, incluso atravesando crisis cíclicas, enormemente eficaz. La prosperidad y el alza del nivel de vida son incuestionables. Pero es evidente que este balance no abarca —globalmente— a toda la humanidad, en cuyo seno per -manece abierto el «abismo de la desigualdad» y con él el drama humano que cada año relata Naciones Unidas en sus Informes de Desarrollo Humano y Social (PNUD). Para muchos —y, desde luego, para Naciones Unidas— el enorme y eficaz desarrollo económico contemporáneo impulsado por la economía de mercado ha contado con el precio de grandes desigualdades e injusticias. Y buena parte de éstas tienen sus raíces en axiomas o leyes y actitudes socioculturales dominantes en el capitalismo contemporáneo y «global» que tienden a canonizar e imponer (con un cierto neoimperialismo cultural) cuanto en el mercado tiene un valor de utilidad y de eficacia. «El diálogo con la cultura moderna —se ha dicho— tendrá que ser crítico, ante el hecho innegable de que en el banquete de la humanidad la mayoría se encuentra excluida». De aquí que el «cambio social no puede ya pensar-

Page 15

se únicamente en términos de transformación de las estructuras sociopolíticas y económicas, sino también de los valores culturales y morales que, en muchos lugares y situaciones, sostienen un orden económico y social injusto» (Editorial de la Revista de Fomento Social, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, ETEA, Córdoba, núm. 203, 1996).

El problema que al sistema económico y al orden social del capitalismo contemporáneo plantea el nihilismo y el relativismo sociocultural es de naturaleza moral; se ha gestado en los caminos de la moral y si ese orden económico-social quiere tener un futuro en la historia humana habrá de someterse a una rectificación moral. Desde las elites empresariales ya se habla y se propaga la idea de la necesidad de una «revolución ética» en el mundo empresarial y en el gobierno corporativo (Garrigues Walker), lo que certifica la mala conciencia de los agentes económicos y líderes empresariales en el gobierno glocal y global de las empresas, de los negocios, de los mercados y, en general, de la economía.

Dentro las nuevas generaciones de mercantilistas se propugna ya sin complejos «el retorno a una visión ética del Derecho mercantil» (Ramos Muñoz, Serra-no Cañas). Es alentador este anhelo ético —generador de una renovada y fértil inquietud cultural— de las nuevas generaciones de juristas reticentes a dejarse deslumbrar por la moda de otras culturas economicistas jurídicamente alienantes y socialmente —cuando no también constitucionalmente— estridentes, muy paseadas en «pasarelas transatlánticas» durante las tres últimas décadas. Pero esta moda —con etiqueta de «análisis económico del Derecho» que propugna con descaro que en el mundo moderno y globalizado el Derecho es un sistema separado de la moral, de modo que ésta es categóricamente refractaria e incompetente, por su irreversible ineficiencia económica, para la formulación de juicios legales (Posner)— merece, una vez más, quedar arrumbada a raíz de la actual e imponente crisis financiera global que voces autorizadas y conciencias insobornables interpretan ya como crisis sistémica del capitalismo de libre mercado, percibido cada vez más por una mayor parte de ciudadanos del mundo como un sistema económico injusto. ¿No debieran sus artífices, defensores y propagadores reconocerlo? ¿Soportarían el «juicio de la Historia» inexcusablemente exigido por quienes en los momentos actuales sufren —incluso dramáticamente— las...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR