Las Milicias Bolivarianas, una organización muy 'verraca'. Apuntes de 'microhistoria'

AutorJaime Contreras
Páginas243-257

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CAPÍTULO 14.

LAS MILICIAS BOLIVARIANAS, UNA ORGANIZACIÓN MUY “VERRACA”. APUNTES DE “MICROHISTORIA”

Las Milicias Bolivarianas, anteriormente denominadas “Uniones Solidarias” fueron creadas –ya se ha indicado– en el Pleno del Estado Mayor Central que las FARC convocaron entre el 10 y el 17 de mayo de 1989 y que se celebró en Uribe (Meta). Su fundación se inscribe en el marco del Plan Estratégico, el cual, en su fase tercera, preveía una “primera ofensiva generalizada” desplegada tanto en guerra de guerrillas como en su vertiente de guerra guerrillera móvil. Su razón conceptual responde a un principio estratégico fundamental: desde el área donde delinquen estas asociaciones es el espacio donde mejor se perciben las mayores contradicciones de la sociedad colombiana y, por ello, donde se manifiestan las mejores perspectivas revolucionarias; tal espacio se ubica en las ciudades, lo que no supone, por supuesto, el abandono del área de retaguardia territorial de naturaleza más rural. El Pleno, siguiendo la más ortodoxa lógica leninista, lo indicó con claridad: “Y esas contradicciones –precisó– no se dan de la misma manera ni con la misma intensidad en todas las partes, sino en las grandes ciudades y en las poblaciones de gran densidad poblacional. Allí se están dando no solamente la contradicción capital-trabajo sino, al mismo tiempo, todas las contradicciones, y si esto es así las FARC tienen que hacer la pelea sino en el área, si en dirección al área de mayor conflicto social y político”307. No había, pues, duda alguna que serían, en esos espacios urbanos, donde deberían crearse las condiciones óptimas en esta fase del proyecto de la conquista del poder. Ahí residía la nueva vanguardia de la revolución y desde ahí se debía iniciar una verdadera ofensiva, cuando las circunstancias fueran propicias, como, parece, que ahora lo son, desde la Cordillera Oriental. En su fase inicial, las Milicias se pensaron para actuar en espacios suburbanos y, ya a mediados de los 90, estos grupos habían conseguido

307Pleno Ampliado de la Uribe, 10-17 de mayo 1989. Documentos Rectores. Antecedentes Históricos. Informe Servicio de Inteligencia Militar, p. 11.

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sólidas estructuras en algunas grandes ciudades: Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Villavicencio, entre otras.

Previamente las Milicias, como organizaciones armadas de las masas populares, hicieron su aparición hacia 1986 cuando la violencia se adueñó del país y la Unión Patriótica también fue alcanzada en muchos de sus efectivos. Eran milicianos organizados en escuadras con entrenamiento político-militar, para servir de apoyo en funciones de inteligencia y operativo a los grupos armados. Hacia 1989, cuando la Coordinadora Guerrillera Simón Bolivar comenzó a requebrarse y hubo roces y enfrentamientos entre grupos subversivos en varias ciudades, FARC estructuró, con rapidez, sus Milicias y éstas se pusieron a operar en las calles de las ciudades eliminado las demás competencias guerrilleras, como ocurrió, por ejemplo, en Medellín donde los grupos de milicias farianas complementaron su accionar con el sicariato del narco: desde aquí las Milicias se proyectaron hacia otras regiones del país.

Su asentamiento operativo, ya más organizado, se afianzó con las decisiones tomadas en la Octava Conferencia, en abril de 1993 donde las FARC decidieron, urbanizar el conflicto, infiltrando las células de las milicias en sectores sociales estratégicos del paisaje urbano: hospitales y centros de salud, universidades e institutos de enseñanza, organizaciones vecinales y centros de juventud. Tal trabajo, de penetración en el tejido de las ciudades, debería estar conectado con las cuadrillas de acción armada desplegadas en las cercanías de las grandes capitales, porque se entendía que estas cuadrillas de milicianos deberían garantizar el sistema de remplazos para las bajas que se presentase en las cuadrillas militarizadas de la organización, además de servir, también, de fuente de reclutamiento. Se les pedía adiestramiento táctico para liderar “favorablemente situaciones de insurrección”, y, en tales circunstancias, estos grupos clandestinos armados podían aceptar el concurso y la colaboración de “todas las personas que deseen participar en tales acciones sin distinción de militancia política, sexo, religión etcétera, con el único requisito de lealtad a los intereses del pueblo”308.

Poco tiempo después, las Milicias pasaron a formar parte estratégica del llamado Movimiento Bolivariano Para la Nueva Colombia, programa que quedó, como ya se ha indicado en otro lugar, bajo la jefatura de Alfonso Cano, miembro prominente del Secretariado. En 27 de abril de 2000, Manuel Marulanda, cuando las FARC estaban en pleno proceso de negociaciones en El Caguan, presentó, en acto público, este Movimiento Bolivariano como una “alternativa de poder político” abierta a sectores “progresistas” de la sociedad que deseasen asumir un compromiso de ruptura con el orden institucional vigente. El Movimiento se presentó apoyado en la fuerza “militar” de las FARC “como prenda de garantía para evitar el exterminio como ocurrió con la Unión Patriótica, barrida a tiros por los agentes del Estado”.

Marulanda explicó que, para garantizar su seguridad, este movimiento sería clan-destino, pero actuaría en todos los centros neurálgicos del tejido social colombiano. Aseguró que esta iniciativa estaba abierta a “todos, sin distingos políticos, raza o credo”; a todas aquellas personas que anhelasen los objetivos libertarios y de unidad latinoamericana por los que combatió Bolívar, personas que se sintiesen indignadas en su patriotismo al comprobar que el Estado Colombiano, de manera vergonzante,

308Documentos de Investigación del conflicto de Memoria Histórica Militar Escuela Superior de Guerra n.3, agosto 2001.

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FARC-EP: INSURGENCIA, TERRORISMO Y NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA

permitía la “(…) intervención de los Estados Unidos en los asuntos internos, con el sofisma de combatir el narcotráfico”309. El Movimiento se estructuró con amplios márgenes de flexibilidad; no tendría estatutos, ni reglamento ni discriminaciones, con excepción de los “enemigos declarados del pueblo”. Eso sí, el movimiento sería clandestino para garantizar su seguridad, pero adoptaría las formas organizativas propias de las asociaciones civiles tradicionales como “círculos, juntas, talleres, malukas, familias, uniones, combos, hermandades, lanzas, grupos, clubes, barras, murgas, cofradías, etc”310. FARC-EP, declaraba el documento fundacional, ponía toda su capacidad organizativa y, proponía que se eligiese un Consejo Patriótico Bolivariano de ámbito nacional, compuesto por los “cien colombianos más destacados por su actividad en bien del país, su pulcritud moral; todos ellos postulados por el pueblo”311y elegidos en votaciones por cada núcleo bolivariano constituido. Cabe decir que la naturaleza política del Movimiento debe ser entendido en relación con la singularidad de la coyuntura que le vio nacer: la estrategia fariana de los diálogos del Caguán. En tal estrategia figuraba la idea de presentar a las FARC como grupo político aglutinador de todos los colombinos que se mostrasen proclives a un proceso de paz basado en un diálogo con el gobierno; un gobierno que, según la propaganda del Secretariado, venía practicando, sistemáticamente, el “ terrorismo de Estado” y que era el responsable “ de las desigualdades crónicas que duran más de 150 años”312 Desde

tal óptica, reiteradamente expresada, se concebía el Movimiento, como estructura que agruparía a todos los que buscasen el fin de tal terrorismo; naturalmente controlando su funcionamiento bajo la dirección de las autoridades de la guerrilla. El Movimiento Bolivariano, pues, respondía a una campaña de propaganda en la que el grupo armado se presentaba, ante los colombianos, como grupo de paz y de justicia. La advocación a la figura de Bolívar se justificaba pues, desde tal perspectiva.

Pero antes que ello sucediera las Milicias ya había alcanzado su nivel de funcionalidad operativa. Puestas bajo la advocación del Libertador, su verdadero papel en la organización de las FARC provocó ciertos “interrogantes”, porque su actividad clandestina no fue bien precisada. De hecho, su rol, complementario al de los Frentes, al principio no fue objetivado con nitidez, y por ello, en ocasiones, las milicias intervinieron como “fuerza militar privada” en abierta confrontación con las organizaciones violentas de algunos clanes de la droga. Así por ejemplo en 1991 “(…) por roces y enfrentamientos entre delincuentes comunes”, FARC anunció que sus milicias “limpiarían” las calles de Cali siguiendo el modelo de actuación que emplearon, tiempo atrás, en Medellín y, buscando penetrar, infructuosamente en esta ocasión, en los dominios internos del famoso clan de los Rodríguez Orejuela. Despliegues semejantes se realizaron en otras ciudades, y fueron entendidos como parte de la estrategia de las FARC de incursionar en los espacios de comercialización y de despliegue de la cocaína. En muchas ocasiones se encontraron aquí con notorias dificultades derivadas de la oposición que opusieron, también, algunos grupos de las autodefensas ilegítimas. Fue esta una de las primeras actividades importantes en este campo.

309Ibidem nota anterior, p. 14.

310Esbozo Histórico de las FARC-Ep, op. cit., pp. 180-181.

311Ibidem nota anterior.

312Esbozo Histórico FARC-EP. 35 aniversario. Luchando por la Nueva Colombia. 22 de mayo 1999 Secretariado Del Estado Mayor Central. Montañas de Colombia, pp. 111-116.

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En cualquier caso, y de una forma más o menos precisada, el objetivo específico de las Milicias era, esencialmente, el de organizar las masas campesinas y suburbanas en torno al aparato militar de las cuadrillas de las FARC y entrenarlas en actividades de tipo armado-terrorista. Tal objetivo exigía estructurar una eficaz...

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