Participación política en la metrópoli europea. Algunas impresiones para un debate comparativo

AutorAnnick Magnier
Cargo del AutorDepartamento de Ciencia Política y Sociología. Universidad de Florencia
Páginas35-43

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Algunas referencias clásicas

La baja participación y las desigualdades sociales se encuentran tan estrechamente unidas que una sociedad más justa y más humana requiere de un sistema político más participativo', Macpherson 1977".

La participación política no es un concepto sino un área semántica al completo. El convertirse en 'asunto' público es siempre como consecuencia de la aparición de una 'cuestión social' (las desigualdades parecen disfuncionales y moralmente insoportables) y generalmente incide en un aspecto de participación política. Esto no quiere decir que en el pensamiento democrático occidental se considere la participación sólo como una protección contra las posibles decisiones arbitrarias de los dirigentes: se concibe como ensayo para la democracia y como primer paso en la selección de un buen liderazgo (Pateman 1970). Pero aparece en el orden del día cuando el inevitable componente oligárquico de la democracia participativa parece amenazar la integración social (y en oposición a la democracia representativa). Lo que se cuestiona en dichos momentos históricos es un aspecto específico de la participación: la participación como acción, como intervención en el proceso de toma de decisiones, un componente de la participación en política.

Teniendo en cuenta la política local, uno no puede dejar de recordar que la participación en la vida política local adopta un amplio conjunto de formas visibles y no visibles, activas y no activas. Al leer los periódicos, al escuchar las noticias de la radio y la televisión, al discutir en familia o en la cafetería sobre temas políticos, al asistir a debates públicos y en círculos privados sobre alternativas políticas, los ciudadanos demuestran su así llamado 'interés' por la política, lo cual es requisito previo para el desarrollo de una 'cultura cívica' y también la piedra angular para la identificación con un sistema local (social y político), estableciendo de este modo la estabilidad del sistema local. Esta participación parcialmente racional, a menudo emotiva, es condición previa para las acciones de participación que se demanda a los ciudadanos (votar en las elecciones, referendos y otras consultas) o que no se demandaPage 36 pero que están incluidas en los tradicionales cauces políticos de participación de la cultura política occidental y, especialmente, de la vida política local (protestas callejeras, demandas, grupos de presión, militancia en partidos o asociaciones y activismo).

Las acciones de participación política que se demanda a los ciudadanos europeos no se circunscriben a la esfera gubernamental; se amplían a la escuela, a la empresa, a los servicios públicos... Participar en estos casos significa cumplir la obligación de compartir una decisión en relación a un cargo (de residente, padre, trabajador, usuario, propietario, 'accionista'...). En las igualmente numerosas esferas de la actividad social, la participación puede convertirse, lejos de ser una tarea institucional, en un intento por influir en una decisión que es responsabilidad de otros actores (grupos de presión, peticiones, movimientos).

Empatía y acción, demostración de interés/ intento por participar en la decisión, decisión/ influencia sobre los responsables de la decisión, participación institucional/ no institucional, requerido/libre, participación electoral/ no electoral, residente/ otros papeles de participación; Estos son algunas de las distinciones que gobiernan el cuestionamiento científico y que valen la pena renombrar para señalar las fortalezas y debilidades del debate actual y de la consecuente tendencia innovadora.

¿Hacía una democracia directa estado-centralista?

En los últimos cincuenta años, el llamamiento a la participación política, más específicamente el llamamiento a la democracia directa (vs. democracia representativa) reaparece en dos episodios del debate político europeo, en dos momentos en que las desigualdades (injusta distribución de los derechos sociales) han llegado a concebirse como una amenaza para el ejercicio de los derechos políticos, bajo muy diferentes temáticas ideológicas. En los setenta, principalmente con la llegada de la crítica post marxista, aunque los motivos y las teorías eran compartidos en parte por amplias y diversas corrientes del espectro político, la democracia directa era concebida como la herramienta de alteración a la burocratización del Estado como instrumento de la élite. El debate enfrentaba la verdadera participación conducida por una participación directa, no-institucionalizada (adecuación) contra la falsa participación (representación y manipulación). El llamamiento a una participación más directa llegó desde abajo y caló hondo en los amplios 'movimientos' culturales y políticos enfrentados al escenario institucional.

A partir de los noventa, la crítica a la democracia representativa comienza desde la denuncia (o la no-declarada amenaza) de 'coaliciones' locales y apunta principalmente a la participación institucionalizada. La ciudad como 'máquina de crecimiento' es una referencia negativa, en la cual la realización de las políticas públicas, señalando principalmente la mejora de la eficiencia económica, se maneja en el interior de una asociación estable de...

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