Merecer derechos o demostrar merecerlos: workfare y trabajo social en la renta mínima de inserción

AutorFernado De Lucas y Murillo de la Cueva, Emilia Pérez Madueño y Silvia Patricia Cury
Páginas159-171

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1. Introducción

Existe una profusión de debates sobre cambios, reformas, reestructuración, reformas o desmantelamiento del Estado de bienestar. Las posturas conservadoras

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más severas arrancan de la crítica de la escuela austríaca (encabezada por Von Mises), frente a otras, de distinto color ideológico, que hablan del retraimiento de los Estados de bienestar (no demostrado empíricamente como reconoció más tarde Pierson). También encontramos abundante literatura politológica sobre procesos de cambio y reforma del Estado de bienestar y de las políticas púbicas, el Estado social de derecho y su plasmación socioeconómica, el Estado de bienestar.

En cambio, no procuramos analizar la dinámica de estos cambios o establecer una discusión sobre su mayor o menor profundidad, sino discutir sobre su subs-trato ideológico y, si se apura, filosófico. Este substrato podrá inclinarse hacia la necesidad de políticas públicas y de los Estados de bienestar para todos y todas (welfare). O bien lo contrario, en la desconi anza de la actividad estatal en cuanto dinamizadora de derechos sociales que deberían ser conquistados y merecidos por el esfuerzo individual (workfare). La desigualdad vista como resultado de situaciones y dinámicas estructurales o de decisiones libres e individuales.

Para ello, emplearemos un dispositivo que es especialmente sensible a esta cuestión y que, además, se convierte en lo que se ha venido a llamar "última red de protección social", las rentas mínimas de inserción (RMI a partir de ahora) y, en concreto, la RMI en la ciudad de Madrid.

La sensibilidad de estos dispositivos respecto al tema tratado refiere no sólo a que supongan prestaciones económicas y de servicio a personas en situación de grave riesgo de pobreza y exclusión social, sino que también son dispositivos de servicios sociales enmarcados en el trabajo social. Comprendemos entonces que este es un campo crucial donde, a priori, entenderíamos que la acción conjunta del trabajo social y los servicios sociales promoverá la recuperación y defensa de los derechos sociales hacia lo que reiteradamente se reclama como ciudadanía. Nos referimos a una postura welfarista contraria a ideas de merecimiento de derechos, activación o posturas discriminatorias.

El camino establecido para este capítulo es, tras una rápida referencia metodológica, revisar el concepto del workfare y, a continuación, hacer lo mismo sobre su traslación a Europa. La utilización de entrevistas realizadas con trabajadores y trabajadoras sociales de la RMI de Madrid servirán para apoyar (o no) nuestros argumentos y establecer las conclusiones pertinentes.

2. Algunos apuntes metodológicos

Este trabajo no se centra sólo en una explotación de datos secundarios y revisiones bibliográficas sin más, sino que emplea entrevistas y testimonios de los y las profesionales del trabajo social que gestionan la RMI en la ciudad de Madrid

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(donde se concentra la mayor parte de perceptores de la misma de la Comunidad Autónoma).

Así, pues, se realizaron una serie de entrevistas en profundidad con el objetivo de conocer criterios, intenciones, creencias y motivaciones para establecer los itinerarios de inserción en el Programa Individual de Inserción (PII) que procura la RMI madrileña a las personas beneficiarias. La muestra de estas personas apela a trabajadores y trabajadoras sociales de zona responsables de la tramitación y seguimiento de la RMI. Se han empleado variables estructuralmente representativas y se ha procurado conseguir que cada una de las situaciones fuera representativa de dicho universo.

A continuación, se procedió a un análisis de contenido cualitativo semántico para identificar significados manifiestos, latentes, implícitos o que operen de forma subyacente. Este análisis se ha apoyado en un esquema previo de las categorías que resumen los rasgos filosóficos del workfare1. Por último, se anotaron las entrevistas con los y las profesionales con el registro TS1, TS2 y sucesivamente.

3. Breve aproximación al concepto del workfare

La estrategia del Work to Welfare, o su contracción Workfare, se define como la obligación real y efectiva que tienen las personas beneficiarias de programas sociales a la búsqueda activa de empleo a cambio de recibir prestaciones económicas. (Lodemel y Trickey 2001, Barbier 2001, Handler, 2008). Como indica Barbier (2001), procede de finales de los años sesenta del pasado siglo en Estados Unidos, en concreto de los debates planteados en la presidencia Nixon sobre la reforma del bienestar (Barbier, 2001).

Lodemel y Trickey (2001) resumen el workfare en todas aquéllas medidas enfocadas sobre el empleo en lugar de formación y otras formas de activación dirigidas a las personas beneficiarias a través de sistemas de últimos recursos. La condicionalidad de estas medidas está sujeta a una contraprestación laboral que expresa claramente el valor que esta idea asigna a la ética del trabajo que, al mismo tiempo, sirve de mecanismo de control social y de disciplinamiento (Handler, 2008).

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Los gobiernos Reagan y Tatcher fueron ejemplo de esta idea procurando pro-mover lo que llamaron políticas activas frente a las pasivas (prestaciones asistenciales) pero no tuvieron éxito en contra de la opinión mayoritaria (Pierson, 1994).

No obstante, el planteamiento permeó en posturas supuestamente más progresistas al hilo de la crisis de la izquierda occidental. De hecho, la presidencia demócrata de Clinton2fue la que derogó las prestaciones elaboradas al amparo del New Deal de la administración Roosevelt de 1935, creando la Temporary Assistance to Needy Families (TANF) que obligaba a la búsqueda de empleo para que las familias pobres con hijos menores a su cargo pudieran acceder a las prestaciones del programa (en el que no se podía permanecer más de dos años seguidos o cinco de forma no consecutiva). La forma en que Clinton justificó esta reforma fue proverbial:

...con estas políticas se asientan las bases del cambio de los servicios sociales tal y como se habían conocido hasta ahora, poniendo el énfasis en la necesidad de romper la lógica tradicional del Welfare al considerarlo una segunda oportunidad y no un modo de vida (h e Washington Post, 1996).

Un año después de la reforma Clinton y tras la victoria laborista de 1997, podría esperarse una mayor extensión de las políticas públicas. No fue así, el programa laborista, preñado de tercera vía, planteaba una necesidad de modificar el sistema de bienestar con propuestas congruentes del thatcherismo. De hecho, Green (1999) afirmaba que la principal inl uencia de la reforma propuesta por Blair provenía del rechazo de la "cultura de derechos" en favor de la firme creencia de que las personas deben trabajar si son capaces de ello. Finalmente, el gobierno laborista puso en marcha esta reforma sobre la idea de que era necesario un cambio estructural en lo concerniente al Estado del Bienestar3(Dean, 2006). Curiosamente, el que fue denominado como nuevo contrato social recibió también la denominación de New Deal, pero en este caso suponía una reducción de derechos, no su ampliación. Reiteraba sobre los supuestos fraudes que padecía el sistema de bienestar, así como se asumía la retórica de que las prestaciones crean dependencia, en especial en colectivos como el de la juventud o el de las madres solteras.

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4. workfare en la tradición continental

Esta estrategia no quedó reducida al ámbito anglosajón, Dingeldey (2005) sostiene que ha inspirado reformas de muchas de las instituciones de los Estados de Bienestar europeos y, en concreto de las RMI. Algo identificable a partir del aumento de la coerción, aplicación de elementos que instan a una mayor participación del individuo en el mercado laboral, recortes en las cuantías a percibir, endurecimiento de los criterios de selección y grado de condicionamiento inter-puesto a las personas beneficiarias.

La traslación de esta perspectiva a la Europa continental (donde la postura welfarista tiene mucho más peso) ha sido denominada Estado Social Activo (a partir de ahora, ESA). En la tabla 1 podemos ver las diferencias entre el Estado de bienestar continental frente al nuevo ESA.

Tabla 1. Diferencias Estado de bienestar continental y el ESA.

ESTADO BIENESTAR ESTADO SOCIAL ACTIVO
VISIÓN -Reconocimiento de la responsabilidad social.
- Vocación Universalista.
-Responsabilidad individual.
-Delimitación de poblaciones- objetivo.
OBJETIVOS -Corregir las carencias del mercado por el presupuesto social. -Limitar el presupuesto social gracias a las incitaciones de mercado.
MEDIOS -Indemnización y trasferencias
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