La problemática de la pequeña y mediana empresa en España. Conferencia pronunciada en la Academia Matritense del Notariado el día 28 de febrero de 1980

AutorJavier González-Estéfani
Cargo del AutorPresidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (C.E.P.Y.M.E.)

LA PROBLEMÁTICA DE LA PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA EN ESPAÑA

CONFERENCIA

Pronunciada en la Academia Matritense del Notariado el día 28 de febrero de 1980 por D. JAVIER GONZALEZ-ESTEFANI Presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (C.E.P.Y.M.E.)

Señor Presidente, señores:

En primer lugar, debo agradecer la amable invitación de que he sido objeto con el fin de dirigirles la palabra sobre un tema que, siendo importante, no es suficientemente conocido. Y también expresar mi satisfacción porque, al fin y al cabo, empresarios y notarios tenemos una relación profesional que nos proporciona un trato frecuente y que, sin embargo, no siempre permite el conocimiento de nuestros temas y problemas, a lo que, sin embargo, en actos como éste se puede poner remedio.

La pequeña y mediana empresa, la llamada P.Y.M.E., es algo más que un sector especial dentro del empresariado español y del mundo. Es casi toda la empresa existente.

Tomando como P.Y.M.E. a aquellas empresas con menos de 500 trabajadores, criterio seguido en la C.E.E., en España suponen el 99,7 por 100 del empresariado total y proporcionan empleo al 85 por 100 de la población activa.

Si consideramos las comprendidas entre 5 y 500 trabajadores, tenemos algo más de 800.000 P.Y.M.E.S. en nuestro país. Si adicionamos a las de menos de 5 trabajadores (pequeños talleres, pequeño comercio, artesanos, etc.), la cifra asciende a los dos millones de entidades de este tipo. Ello sin contar al pequeño agricultor.

La importancia es evidente. Sin embargo, y a pesar de ello, se trata de un sector al que no se le ha prestado tradicionalmente atención.

Ello es debido a que el pequeño empresario nunca ha tenido, precisamente por su pequeña dimensión, la capacidad suficiente para influir en la vida económica del país, al contrario de la gran empresa, que por sí misma o aliada con otros intereses ha tenido siempre una lógica capacidad para constituirse en elemento de presión.

Sin embargo, las cosas cambiaron como consecuencia de la nueva situación política y el advenimiento de la democracia, que hizo ver la necesidad de agrupar los intereses de la pequeña y mediana empresa en una organización específica, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa, C.E.P.Y.M.E., que todavía hoy contempla cómo lo que le sucede a sus representados le sucede también a la misma Confederación, que tiene que luchar a brazo partido para hacer comprender a los políticos, a los economistas, al mundo del trabajo y a la sociedad misma que apoyar a la P.Y.M.E. es contribuir al equilibrio político, a la creación de riqueza, a la creación de puestos de trabajo, y, en definitiva, al equilibrio y bienestar social.

Nuestra pregunta es: ¿Por qué lo que es obvio en todo el mundo es tan difícil de comprender en España?

En todos los países existe por parte de la clase política una auténtica preocupación por la P.Y.M.E.

Este colectivo en nuestro país y en los demás países supone la posibilidad de movilización de varios millones de votos. Cuando las diferencias entre un partido ganador y el que le sigue raras veces llegan a superar el medio millón de votos, es evidente que la P.Y.M.E. tiene un arma que puede manejar, que debe manejar.

En cuanto a nuestro papel en la economía, creo que es obvio, y así reconocen hoy día los economistas más prestigiosos, que quien mejor está soportando el reto de la crisis económica de nuestro mundo occidental es precisamente la P.Y.M.E. Las razones son lógicas. La pequeña dimensión permite que la P.Y.M.E. sea una unidad suficientemente flexible para que el empresario pueda, en función de su creatividad innovadora, acudir con rapidez y eficacia a los cambios necesarios para que la empresa sobreviva. Esto, sin embargo, tampoco es suficientemente valorado en nuestro país, desde el momento en que parece que hay un auténtico complot para transmitir las rigideces, por otra parte naturales de la gran empresa, a la pequeña y mediana.

Sin embargo, también aquí debo decir que terminaremos consiguiendo nuestros objetivos. Quizá debamos tener paciencia y dejar tiempo a nuestras autoridades económicas para que comprendan por qué en Francia existe un Secretario de Estado para la P.Y.M.E., por qué en el Reino Unido de Gran Bretaña existe en la Cámara de los Comunes un Comité específico para la P.Y.M.E., por qué, en definítiva, existen estudios específicos en todos los países sobre los problemas de la P.Y.M.E. y sus soluciones. De lo que yo sí estoy seguro es de que la evidencia terminará por imponerse.

La crisis energética que se desarrolla a partir de 1973 marca un cambio decidido y profundo, que se refleja en la política de los países industriales, volcada desde entonces cada vez más al desarrollo y a la consolidación de la P.Y.M.E. Japón, Estados Unidos y los países de Europa Occidental, miembros o no de la C.E.E., establecen unos sistemas coordinados de estudio y apoyo a los empresarios independientes en sus dimensiones específicas de autónomas, pequeños o medianos. El Parlamento Europeo dicta una resolución el 11 de mayo de 1976, «a la vista de la importancia de los pequeños empresarios para la C.E.E.», encargando a la Comisión Económica y Monetaria que estudie el tema en profundidad y...

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