Manuel Reyes Mate. La ética compasiva, una dimensión política de la responsabilidad. Antropología simbólica siempre abierta a porvenir

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Vivo sin paz y sin descanso

Entre continuos sobresaltos [Job 3.26].

· Sólo es verdadero aquello a lo que somos fieles hasta el final. [...]

Necesitamos aprender la relación con los difuntos. [...]

Siempre he pensado que uno es su vida [Hannah Arendt en: Alois Prinz, La filosofía como profesión o el amor al mundo, Editorial Herder, Barcelona, 2002, pp. 15, 255, 283].

· El protagonista de este libro es la población, un personaje que nace, en el campo del pensamiento, con la gestación de lo que autores como Michel Foucault o Ian Hacking denominan biopolítica; la aparición de los fenómenos de población, esto es, de los procesos vitales (natalidad, mortalidad, fecundidad, morbilidad, sexualidad, vivienda, entorno, etc.) como asunto de poder o gobierno. Estos términos, poder y gobierno, no se utilizan aquí para designar instancias como la administración estatal y sus órganos rectores, los aparatos del Estado o la clase dominante. Son términos que remiten a verbos más que a sustantivos; con los vocablos poder y gobierno se designa, en consonancia con lo sugerido por Foucault, la actividad de conducir las conductas de los demás. En este sentido el gobierno se puede predicar tanto de un ministro como de un padre o de un maestro. La biopolítica sería entonces la conducción de las conductas relacionadas con el ser humano en tanto organismo viviente, implicado por ello en una serie de procesos vitales de alcance colectivo [Francisco Vázquez García, La invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica en España, 1600-1940, Ediciones Akal, Madrid, 2009, p. 5.]

· La relación entre la política y la religión marca la estructura social y la configuración histórica de todas las sociedades. El análisis de la conexión entre estos dos ámbitos de la vida colectiva es objeto preferente de estudio de la sociología política y de la sociología de la religión. [...]

La crítica realizada [...] al capitalismo realmente existente provoca en sectores cristianos relevantes la necesidad de buscar un modelo alternativo a este sistema socio-económico [Rafael Díaz-Salazar, Nuevo socialismo y cristianos de izquierda, Ediciones Hoac, Madrid, 2001, pp. 9, 153].

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· Memoria frente a silencio

En muchos casos la memoria se ha transmitido. Ha pasado a formar parte de la herencia familiar. Un legado político que se ha transmitido, en muchos casos, con orgullo. A pesar de que las vidas de estas personas han estado marcadas irremediablemente por el signo de la derrota y ni siquiera las décadas de la democracia les ha restituido en el justo papel histórico que han desempeñado, los ex presos del Canal, junto con sus familias, no reniegan de lo que fueron. Asumen con dignidad su pasado y ni las traumáticas vicisitudes de sus biografías ni el desengaño ni la frustración que supuso para ello el tránsito de un régimen a otro... han podido erosionar su identidad construida, en gran medida, a partir de su condición de ex presos políticos. Una condición... ha marcado para siempre el devenir de sus vidas influyendo enormemente en la de sus familiares más directos.

En este sentido, la totalidad de ex presos entrevistados han sido unánimes a la hora de valorar su posición en los duros años de la guerra civil y la posterior represión de la dictadura, y que bien podría resumirse en estas palabras de Gil Martínez Ruiz: No me arrepiento de nada, no tengo por qué arrepentirme. Fui preso por la política, por defender unas ideas, yo no he matado ni he hecho mal a nadie [VV.AA., El Canal de los presos 1940-1962. Trabajos forzados: de la represión política a la explotación económica, Editorial Crítica, Barcelona, 2004, p. 289].

· Si hubiera que definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona.

[...] persona incluye al individuo y además insinúa en la mente algo de positivo, algo irreductible por positivo, por ser un «más»; no una diferencia, simplemente [María Zambrano, Persona y democracia. La historia sacrificial, Editorial Anthropos, Barcelona, 1988, p. 133].

· Igual que el lenguaje se revela como experiencia de una universalidad sostenida por la singularidad de la comunicación, la revelación es a la vez revelación de una presencia en el mundo, de una existencia, de un encuentro, y revelación de una carencia en el ser, de una fragmentación, del aislamiento de un grito. El amor recibido en la respuesta busca entonces darse en el mundo inacabado. El lenguaje de la revelación se habrá liberado así de toda religiosidad positiva, de toda sujeción a la Ley, convirtiéndose en condición del futuro de la redención, es decir, de un futuro que se evade, por la eternidad, de una simple anticipación. Cada instante puede ser el último: he aquí de hecho el «origen del futuro como una serie cada uno de cuyos miembros es anticipado por el primero» [Gérard Bensussan, Franz Rosenzweig. Existencia y filosofía, Anthropos Editorial, Barcelona, 2009, p. 79].

· En este trabajo nos vamos a centrar en un Auschwitz muy alejado del que se rememora en la actualidad. Frente a los campos de concentración alemanes, que tras la liberación, los aliados mostraban en sus reportajes -Dachau o Belsen-, Auschwitz permaneció muchos años oculto por el silencio, por su alejamiento geográfico... y por la política de bloques durante la Guerra Fría. Existía un total desconocimiento, tanto en el resto de Europa como en Estados Unidos, de su papel como campo de exterminio. Aunque ahora pueda parecer extraño, tras su liberación por el Ejército Rojo, mientras tenían lugar los juicios de Núremberg, y algunos supervivientes escribían su memoria, Auschwitz era un campo casi ignorado por todos...

Como lugar físico está enclavado en Polonia, pero la destrucción genocida del lugar afectó a personas procedentes de casi todos los países europeos, de forma que sus múltiples significados políticos y sociales se enmarcan en diferentes políticas de la memoria.

Primo Levi: la vergüenza y la culpa al volver a ser humano. Para muchos memorialistas, el momento de la liberación estuvo dominado por sensaciones enfrentadas de vergüenza y culpa. [...]

Según Levi, al liberar los campos, al volver a estar en contacto con otros hombres, esa suspensión desaparecía de forma abrupta y dolorosa: «Habíamos estado viviendo durante meses y años de aquella manera animal, no por propia voluntad ni por indolencia ni por nuestra culpa: nuestros días habían estado llenos de la mañana a la noche por el hambre, el cansancio, el miedo y el frío. El espacio de reflexión, de raciocinio, de sentimientos, había sido anulado. Habíamos soportado la suciedad, la promiscuidad y la desposesión, sufriendo mucho menos de lo que habríamos sufrido en una situación normal, porque nuestro pará-metro moral había cambiado» [Paz Moreno Feliu, En el corazón de la zona gris. Una lectura etnográfica de los campos de Auschwitz, Editorial Trotta, Madrid, 2010, pp. 26; 81-82].

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· La zona gris. ¿Hemos sido capaces los supervivientes de comprender y de hacer comprender nuestra experiencia? Lo que entendemos comúnmente por «comprender» coincide con «simplificar»: sin una profunda simplificación el mundo que nos rodea sería un embrollo infinito e indefinido que desafiaría nuestra capacidad de orientación y de decidir nuestras acciones. Estamos obligados a reducir a un esquema lo cognoscible. A ese fin tienden los admirables instrumentos que nos hemos construido en el curso de nuestra evolución y que son específicos del género humano: el lenguaje y el pensamiento conceptual...

El mundo en el que uno se veía precipitado era efectivamente terrible pero, además, indescifrable: no se ajustaba a ningún modelo, el enemigo estaba alrededor, pero dentro también, el «nosotros» perdía sus límites, los contendientes no eran dos, no se distinguía una frontera sino muchas y confusas, tal vez innumerables, una entre cada uno y el otro. Se ingresaba creyendo, por lo menos, en la solidaridad de los compañeros en desventura, pero éstos, a quienes se consideraba aliados, salvo en casos excepcionales, no eran solidarios: se encontraba uno con incontables mónadas selladas, y entre ellas una lucha desesperada, oculta y continua. Esta revelación brusca, manifiesta desde las primeras horas de prisión..., era tan dura que podía derribar de un solo golpe la capacidad de resistencia. Para muchos fue mortal, indirecta y hasta directamente: es difícil defenderse de un ataque para el cual no se está preparado.

En esa agresión pueden distinguirse distintos aspectos. Hay que recordar que el sistema concentracionario... tenía como finalidad principal destruir la capacidad de resistencia de los adversarios: para la dirección del campo, el recién llegado era un adversario por definición, fuera cual fuese la etiqueta que tuviera adjudicada, y debía ser abatido pronto, antes de que se convirtiese en ejemplo o en germen de resistencia organizada. En ese sentido los SS tenían las ideas muy claras y, bajo este aspecto, hay que interpretar todo el ritual siniestro, distinto de un Lager a otro pero el mismo en esencia, que acompañaba el ingreso; las patadas y los puñetazos inmediatos, muchas veces en pleno rostro, la orgía de las órdenes gritadas con cólera real o fingida, el desnudamiento total, el afeitado de las cabezas, las vestiduras andrajosas. Es difícil precisar si todos estos detalles fueron proporcionados por algún...

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