Manuel Portela Valladares. El proyecto centrista de un liberal en la Segunda República

AutorP. Mera Costas
Páginas31-47

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"Contra la guerra civil: orden, libertad, trabajo y una República gobernable" fue el desoído programa electoral del autor que aparece documentado en este libro donde son señalados los yerros del pasado y las posibles rutas del mañana."35

Con esta declaración de principios decidió Portela Valladares comenzar sus memorias, donde además de hacer balance sobre su vida y su participación en la historia de la primera mitad del siglo XX, se defendía de las acusaciones recibidas, justificaba sus acciones y dejaba sus consejos para los que tuvieran la oportunidad de participar en el futuro. Recuperaba así una de sus frases de la campaña electoral del 36, en la que desde su posición de jefe de Gobierno intentó llevar a la práctica su ideal liberal de toda la vida a través de la creación de un proyecto de centro que amortiguase los choques parlamentarios entre los bloques de izquierda y derecha. Se ha dicho y escrito en numerosas ocasiones que a esas alturas de la República sólo existían dos opciones enfrentadas, por lo que la pretensión de Portela carecía de sentido práctico y no era más que la maniobra de un oportunista sin ideas claras en manos de un Alcalá Zamora que quería tener más control sobre la República. Sin embargo, con los años son numerosos los autores que han ido matizando esa concepción maniquea de la sociedad española de la República, introduciendo la idea de una tercera entre las famosas dos Españas36. Por otro lado, el conocimiento sobre la figura de Portela

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Valladares es, en general, escaso y confuso, lo que no parece el mejor punto de partida para afirmaciones tan rotundas. Pero, ¿cuál era realmente la posición del político pontevedrés? ¿Tenía algún fundamento su posición centrista cuando encaró la presidencia del Gobierno o simplemente se adaptó a su lenguaje en el momento que le convino?

El objetivo de esta comunicación es conocer las líneas maestras del proyecto de centro de Portela Valladares a través del análisis de su discurso, con la intención de descubrir si sus palabras de enero/febrero de 1936 eran una novedad o guardaban íntima relación con su trayectoria pasada. Para ello he escogido tres expresiones públicas de su pensamiento especialmente significativas de su etapa republicana, el manifiesto de Barrantes, la conferencia Ante el Estatuto y el manifiesto electoral de su Gobierno, que, estudiadas en relación con su contexto y el momento en que fueron pronunciadas, ofrecen un paisaje inmejorable de su posicionamiento ideológico.

El manifiesto de Barrantes

A pesar de que se le suele recordar por ser el jefe del Gobierno que gestionó las elecciones en las que ganó el Frente Popular, Portela Valladares entró oficialmente en el mundo de la política en 1905, cuando fue elegido por primera vez diputado por el distrito de A Fonsagrada. Desde entonces y hasta la Dictadura de Primo de Rivera, mantuvo su acta por esta circunscripción, además de ser gobernador civil de Barcelona en dos ocasiones (de 1910 a 1912 y en 1923), Fiscal Supremo del Estado (1912) y ministro de Fomento (1923). Con todo ello se fue convirtiendo en un político consolidado dentro del régimen de la Restauración, un liberal del ala izquierda de su partido de los que conocían todos los entresijos del poder y de la maquinaria electoral. La llegada de la Dictadura le apartó de la escena política, al menos de los focos, pues aunque jamás colaboró con ella, se dedicó a las labores de oposición a través de su recién creado diario, El Pueblo Gallego, y de las relaciones sociales clandestinas dentro de la masonería, donde alcanzó el grado 33 y la categoría de Gran Maestre. Cuando Primo de Rivera perdió el poder, Portela Valladares era consciente de la cercanía del cambio y de que debía jugar sus bazas. Las mejores con las que contaba eran su pasado político, no sólo por los cargos que había desempeñado sino también por sus labores como defensor de los intereses campesinos dentro del movimiento agrarista Acción Gallega, del que fue cofundador, y su periódico, batallador, moderno y plural. Prestigio y veteranía que estuvieron a punto de convertirlo en la cabeza del republicanismo gallego, un puesto que le fue ofrecido por una comitiva encabezada por Casares Quiroga y que contaba con el respaldo de todos los republicanos gallegos, incluídos los radicales de Abad Conde. El ofrecimiento suponía también la cesión del puesto de Casares para asistir a la reunión de la que surgió el Pacto de San Sebastián. Pero Portela, siempre ambiguo e independiente, no tenía claro aún que fuese a llegar la

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República, así que lo rechazó achacándolo a sus largos años, aunque poniendo su diario, eso sí, para todo lo que fuese necesario37.

Esta negativa dejó a Portela un tanto descolocado ante los cambios que se avecinaban. Para contrarrestar el peso del Pacto de Lestrove, la versión gallega del Pacto de San Sebastián al que había rechazado asistir, Portela promovió una reunión alternativa en el pazo de Barrantes, propiedad de los Condes de Creixell, Vicente Sagarriga y Martínez de Pisón (ex diputado y ex gobernador civil) y Julia Becerra Malvar (hija y amiga de liberales, que se presentaría de modo independiente y bajo la denominación de republicana conservadora como candidata por Pontevedra en las elecciones de 193638). Se convocó para el 25 de septiembre de 1930, A la llamada de Portela acudieron galleguistas, como Castelao, Otero Pedrayo o Cabanillas; melquiadistas, como Isidoro Millán; lerrouxistas, como Ramón Salgado, Raimundo Vidal Pazos o Victoriano García Martí y agrarios, como Basilio Álvarez. Pese a que el escaso éxito práctico del Pacto de Barrantes, especialmente en comparación con los réditos obtenidos por el de Lestrove, dejó a los asistentes un tanto descolgados durante los inicios de la República39, la mayor parte de ellos ocupó o al menos lo intentó, algún puesto en el sistema de gobierno del nuevo régimen. Casi todos se presentaron como candidatos a diputado en las elecciones de junio de 1931. Laureáno Gómez Paratcha, por ejemplo, además de ser elegido por Pontevedra, fue ministro de Industria y Comercio en el gabinete presidido por Lerroux entre el 12 de septiembre y el 8 de octubre de 1933.

Casi todos estaban unidos a Portela por lazos de amistad o vieja camaradería, lo que les llevó a participar en sus ecuaciones para la creación de un partido de centro en el año 36, bien postulándose a diputado (como Basilio Álvarez, Valentín Paz Andrade o José María Díaz Villamil) o como gobernador civil (Ramón Fernández Mato). Elpidio Villaverde, por ejemplo, no se presentó en las listas del Partido de Centro sino en las del Frente Popular por Pontevedra, por dónde salió elegido, una circunscripción en la que, según los estudios, los movimientos del Gobierno fueron favorables a la coalición de izquierdas40. También estaba Enrique Peinador Lines, el dueño del Balneario de Mondariz, donde "casualmente" se encontraron Lerroux y Portela en el verano de 1934, un encuentro trascendental en la vuelta del pontevedrés a la política nacional pese a haber perdido, por primera vez, su acta como diputado41.

Abundaban los escritores y colaboradores con El Pueblo Gallego, algunos de modo

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ocasional como García Martí, otros habituales, como Castelao, Otero Pedrayo, Cotarelo, Cabanillas o el musicólogo Jesús Bal y Gay e incluso algunos que como Paz Andrade o Fernández Mato formaron parte de la plantilla fija en el puesto de redactor jefe. También había profesionales liberales, especialmente médicos, y propietarios de pequeños o medianos negocios. Con todo esto se puede concluir que la ideología que predominaba en la reunión era la liberal, de tendencia reformista, inclinaciones autonomistas, preocupaciones educativas y culturales, y próximo a los intereses de los pequeños propietarios y las clases medias. Un perfil muy adecuado para un proyecto centrista42.

El resultado de este Compromiso o Pacto de Barrantes se plasmó en un manifiesto que El Pueblo Gallego publicó a bombo y platillo el día 26 de septiembre, sólo un día después de su firma43. El documento se centraba en Galicia y su objetivo era analizar la situación y necesidades de esta. Además de "a los gallegos todos", estaba dirigido "a España, al Gobierno", para que conocieran cuáles eran los grandes problemas de la región. Tras esta rápida presentación, se hacía un desglose de las cuestiones negativas que afectaban a Galicia en el aspecto económico, cultural y político, estableciendo cuál era para ellos el origen de todos estos males. El texto terminaba con la expresión de seis peticiones que resumían su posicionamiento y se consideraban vitales para superar el atraso gallego.

Para los compromisarios de Barrantes, los grandes problemas de Galicia eran los siguientes:

  1. En el aspecto económico,

    · El minifundio. La fragmentación de la tierra era excesiva. La legislación centralizadora no tenía en cuenta esta realidad, sino la de otras zonas de latifundio a las que se prestaba mayor atención. Al ser común la legislación para ambas realidades, se planteaban soluciones homogéneas que además de no arreglar nada, incluso podían empeorar la situación. Además, no se promovían las enseñanzas agrícolas, que podrían permitir aplicar nuevas respuestas a estas complicaciones.

    · Los aranceles, los tratados de comercio y el tratamiento oficial que sufrían los productos gallegos. Estos mecanismos los dejaban desprotegidos ante la realidad del mercado. Los impuestos indirectos gravaban lo que se adquría, los costos de la producción propia eran enormes y no había defensa ante la

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    competencia exterior.

    · Los grandes males de la agricultura, la producción y el comercio provocaban una situación de precariedad económica, lo que tenía consecuencias negativas en el aspecto social.

  2. En el aspecto...

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