La lucha contra el olor

AutorElizabeth S. Basto Gómez
Páginas389-514
389
Capítulo V
La lucha contra el olor
1. PLANTEAMIENTO
La lucha contra el olor aún en el siglo XXI sigue siendo uno de los
grandes retos de la civilización. Dentro del derecho fundamental a vivir en un
medioambiente libre de contaminación, va adquiriendo cada vez más impor-
tancia el concepto de «contaminación por olores». Su relación directa con la
calidad de vida hace que el nivel de tolerancia sea menor. Sin embargo, dada
la falta de instrumentos y los altos costes de las medidas para controlarlos, las
administraciones y los causantes de la fuente de olor no se enfrentan al pro-
blema, si no se ven impulsados por la comunidad y la opinión pública. El des-
conocimiento del fenómeno, de las diversas alternativas, instrumentos y me-
todologías constituye otro factor que lleva a ignorar los mecanismos jurídicos
con los que se podría contar, para aportar soluciones o por lo menos aliviar las
consecuencias sanitarias, sociales y económicas de los afectados.
La lucha contra el olor se enfrenta así mismo al problema de la realidad
física y química del olor. Al no encontrarse en una matriz sólida o líquida, el
connarlo, destruirlo o minimizarlo pasa por tomar medidas −de las que ha-
blaremos más adelante− que en un principio pueden no colmar las expectati-
vas de quienes los padecen. Las medidas radicales como cierres de instalacio-
nes, desaparición de las fuentes u ocultamiento, además de las sanciones que
puedan merecer, suponen, por un lado, pérdidas económicas y sociales que
deben evaluarse, pero por el otro, están los ciudadanos cuya calidad de vida de
vida se ve afectada y sus bienes desvalorizados.
Se ha ido avanzando paulatinamente en cuanto a las actuaciones −tanto
las de carácter legislativo, como las de corrección y prevención− así como en
Régimen juRídico del aRoma y de la contaminación poR hedoR ElizabEth S. baSto GómEz 390
cuanto a los medios sobre los que actuar (atmósfera, agua, energía, suelos); los
sectores sobre los que legislar (residuos industria, minería, agricultura, trans-
porte); y las sustancias o elementos que deben limitarse (partículas, óxidos
de la combustión, contaminantes de las aguas, ruidos, CO2, olores, contami-
nación lumínica). Estas actuaciones se han ido llevando a cabo en función
del conocimiento cientíco, la disponibilidad de presupuestos y la capacidad
tecnológica de las medidas de corrección y prevención disponibles en cada
momento. Igualmente se ha avanzado en el conocimiento para el diagnóstico
de los efectos sobre la salud humana, en la ora y en la fauna, e incluso en el
patrimonio histórico y cultural.
En la actualidad, el progreso tecnológico permite la utilización de la
olfatometría para medir el olor. El estudio olfatométrico proporciona da-
tos sobre el grado de concentración, la intensidad y el tono hedónico del
olor y, por tanto, información válida sobre las molestias que produce en la
población.
Tras un largo período experimental, la olfatometría es un método re-
conocido cientícamente y que ya se utiliza, como vimos, en toda Euro-
pa y en diversos países de América y Asia. Se cuenta hoy con técnicas de
medida avanzadas y, sin embargo, la legislación especíca es prácticamente
inexistente.
Por otro lado, ha de destacarse la insuciencia de los estudios de im-
pacto ambiental. Éstos tienen en cuenta únicamente la relación actividad-
olor y establecen como parámetro de cumplimiento los niveles límite de
emisión sin prever la inmisión, lo que facilita la obtención de la autoriza-
ción para la actividad. El tener en cuenta los olores en inmisión −es decir,
donde se recibe el olor, donde se huele en realidad, con qué concentración
y qué efectos acumulativos o sinérgicos pueden producirse− evitaría múlti-
ples problemas, aunque supondría dicultades adicionales para la actividad
de que se trate.
Es entonces cuando debe entrar en juego la decisión política: ¿qué de-
cisión se toma, a quién afecta y cómo se reduce el impacto? En este sentido,
debe ponerse en la balanza ¿qué está dispuesta a soportar la sociedad para
alcanzar mayores niveles de desarrollo? Se dan casos en los que la emisión
cumple con los requerimientos, pero aún así se producen olores que pueden
llegar a ser insoportables por otros factores y circunstancias. La comunidad
queda entonces desprotegida, ya que la tasa de emisión de olor se ajusta a la
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legalidad, pero no a la realidad social. Un último aspecto que debe incluirse
en la valoración de todo proyecto que produzca olores es si vale la pena la car-
ga que se impone al grupo social; y en caso de que la respuesta sea armativa
¿esa carga debe generar compensación o indemnización? Como en toda de-
cisión en la que entra en juego el paradigma de la sostenibilidad, deben pon-
derarse los factores sociales, económicos y ambientales presentes en busca del
necesario equilibrio. Y ello, especialmente en este ámbito, teniendo en cuenta
la tecnología de que disponemos.
Ha de tenerse en cuenta que la casuística es muy variada. Pueden exis-
tir áreas extensas afectadas o puede tratarse de un fenómeno puntual, tan-
to espacial como temporalmente. El fenómeno odorífero puede ser de baja
intensidad, pero de larga duración; o lo contrario, de alta intensidad y corta
duración. Todo ello obliga a tratar la molestia sobre la base de información
objetiva y ofreciendo garantías tanto al ciudadano como a las instalaciones
generadoras de los olores.
Como se ha venido reiterando, la mejor acción es la preventiva y para
ello es necesario disponer de una normativa clara, objetiva y especíca. La
existencia de olores ofensivos es un hecho objetivo, a pesar de que tanto su
percepción como su nivel de tolerancia sean altamente subjetivos, lo que tam-
bién debe ser tenido en cuenta en un sistema normativo avanzado.
2. LA MEDICIÓN DEL OLOR
2.1. LOS INTENTOS DE REPRODUCCIÓN
¿Cómo nombrar los olores, cómo explicarlos, enumerarlos, censarlos,
inventariarlos, clasicarlos? Gracias a lo que se denomina la realidad virtual,
en nuestros días se han puesto en marcha con éxito diversos intentos de
reconstruir y archivar toda una serie de olores, con vistas, sobre todo, a
incorporar esas sensaciones olfativas a otras percepciones visuales.
Hans Laube desarrolló un sistema de recirculación el aire en salas de
cine, permitiendo que el aire se limpiara y así el espectador pudiera experi-
mentar nuevos olores. Para esta invención inicial, Laube desarrolló un siste-
ma inverso que inyecta aromas en el teatro. Primero introdujo este sistema
en la Feria Mundial de 1940 en Nueva York con una película titulada Mein

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