Llano, Alejandro: Humanismo cívico, Barcelona, Ariel Filosofía, 1999,318 pp.

AutorRubén Ortega Cotarelo
Páginas581-584

Page 581

En los últimos años han pasado a un primer plano algunos de los problemas que venían padeciendo nuestras sociedades democráticas y que nunca, hasta el momento, habían sido tratados de forma tan explícita y urgente por el pensamiento político. Parece como si los conceptos y paradigmas explicativos que veníamos utilizando estubieran ya desgastados después de años, y siglos, de uso y abuso; términos como soberanía, ciudadanía, representación o participación parecen incapaces de explicar la creciente complejidad del mundo político y requieren ser sustituidos o reinterpretados de un modo original que los saque de su estática esterilidad. El creciente desencanto que sufren nuestras sociedades se manifiesta en la falta de una mayor participación ciudadana, en la escasa atención a la diversidad y a las situaciones de marginación social.

Esta última obra de Alejandro Llano trata los temas más actuales que vienen preocupando a ilustres Catedráticos/as de Filosofía Moral y Política, como Adela Cortina, Carlos Thiebaut, Victoria Camps o Eugenio Trías, entre otros muchos, cuyas reflexiones se han ido publicando recientemente. El primer interés de la obra que comentamos es que refleja de manera cabal esta crisis sin hurtar a la reflexión y a la razón ese espacio que por derecho les corresponde y desde el que cabe recuperar el sentido profundo de los ideales que inspiraron la modernidad política. La democracia moderna ha posibilitado una libertad sin precedentes en la historia, pero lo que se cuestiona en este libro es el posible atasco de ese proyecto. A juicio del autor, ese proyecto representa una «primera modernidad» cuyas concepciones del hombre y de las relaciones sociales han estado vigentes durante más de tres siglos, pero en la actualidad se encuentran teórica y prácticamente descalificadas. Agotado un constructo social cuyos elementos estructurales son el Estado, el mercado y los medios de comunicación social, Habermas ha denunciado reiteradamente los riesgos que conlleva de insolidaridad y desertificación de la vida. La quiebra entre el aparato burocrático y la vida real de los ciudadanos fomenta directamente una irresponsabilidad ciudadana que se acaba conformando con cambiar posibilidades de participación en las iniciativas sociales por prestaciones recibidas. En definitiva, afrontamos el riesgo de que nuestras democracias evolucionen hacia formas prácticas de democracia totalitaria; lo que ya Tocqueville calificó como «despotismo...

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