Límites funcionales del capitalismo en el siglo XXI: el problema distributivo y la sostenibilidad democrática

AutorJosé Miguel Andreu
Páginas105-130

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En relación310 con los diferentes cambios económicos relevantes ocurridos en el Mundo en los últimos 35 años (1980-2015) –algunos de ellos con potencial suficiente como para inducir la inestabilidad, o incluso la insostenibilidad, de la actual combinación Capitalismo-Democracia– a continuación nos referiremos a la evolución de “la distribución personal interna de la renta y la riqueza” en esos años en los países más importantes de Occidente. Y lo haremos a la luz de los nuevos datos311 y métodos aportados por el Prof. Piketty312, que, como se verá, permiten proyectar algunas tendencias sobre lo que podría suceder en bastantes países importantes del Planeta en la primera mitad del siglo XXI, si nada (o poco) se hiciere por cambiar las actuales tendencias hacia la paulatina desigualdad económica de sus ciudadanos.

Como quiera que una adecuada “distribución personal de la renta y la riqueza” será relevante para potenciar el crecimiento económico313, pero también para ganar en seguridad y sostenibilidad democráticas, se concluirá este Capítulo sugiriendo que, aunque tanto el capitalismo tradicional314 como el neoliberalismo actual, hayan

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contenido o contengan tendencias subyacentes hacia la concentración personal de las rentas y del capital315 –lo que a la larga podría debilitar o acabar con la democracia– una política fiscal más adecuada podrá corregir esas tendencias. Y ello a fin de garantizar tanto la sostenibilidad democrática, como la subsistencia de la aproximación más equilibrada y beneficiosa del capitalismo, conocida como Economía Mixta de Mercado o como Economía Social de Mercado.

Tras analizar la causa básica de las tendencias hacia el crecimiento más que proporcional del capital en términos del PIB, y hacia la paulatina concentración de rentas en pocas manos –debida, según Piketty, a la existencia sostenida de un diferencial positivo (“r”-“g”)316 entre el tipo de rendimiento neto (de impuestos) del capital “r” y la tasa de crecimiento “g” de la economía– se entrará posteriormente, y por separado, en la descripción de algunas causas adicionales, también influyentes en la distribución de la renta y la riqueza, aun no consideradas suficientemente por la Teoría Económica. Se trata: 1) de la concentración relativa de las rentas procedentes de los salarios, debida a la aparición en los últimos 35 años de las equívocamente denominadas “sociedades meritocráticas”, inclusivas de los “super-ejecutivos” de las grandes empresas y de las superestrellas del deporte y del espectáculo, que también forman parte del conjunto de “trabajadores”; 2) de la observada desconcentración personal –aunque un tanto marginal– de la riqueza, en función de la reciente aparición de las llamadas “clases medias patrimoniales”, inclusivas también de los “super-ejecutivos” antes mencionados; y 3) de la reaparición del viejo papel de las herencias en relación con la concentración del capital.

Este Capítulo terminará con las recomendaciones fiscales de Piketty, en particular la referida al establecimiento de un impuesto progresivo personal y anual sobre el capital neto de deudas. Impuesto que –conveniente para acabar con la reciente “espiral de desigualdad”, en marcha en Occidente desde 1980, y aun siendo hoy por hoy difícil de implementar– está desde 2013-2014 en el centro de las discusiones políticas y académicas en torno a la creciente desigualdad interna, observada en muchos países (sobre todo, occidentales) desde la reactivación (en 1980) de la Revolución Conservadora.

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5.1. Cambios económicos en el siglo XX: crecimiento y distribución

Desde tiempos de la Revolución Francesa hasta hoy, alcanzar la combinación óptima de “democracia con máximo crecimiento económico” no ha sido una tarea fácil. Esto se ha debido a la dificultad de llegar a una posición de equilibrio entre el crecimiento económico eficiente –siempre necesitado de ciertas desigualdades individuales que fomenten la competencia y la adopción de decisiones económicas arriesgadas– y la democracia, sistema político proclive intrínsecamente a soluciones económicas más igualitarias317. Como consecuencia de la dificultad de alcanzar ese equilibrio, a veces precario y ocasionalmente imposible, muchas de las democracias nacientes en los últimos siglos –incluyendo la francesa, nacida en 1789– desaparecieron poco después de su advenimiento. Pero el mundo ha cambiado mucho desde entonces, sobre todo en los últimos 35 años.

A fin de evaluar lo sucedido en términos distributivos (internos) en las últimas décadas con una cierta perspectiva de largo plazo, es indispensable recordar previamente, aun a grandes rasgos, el perfil (real) del fenómeno del crecimiento a escala planetaria desde el inicio de la Revolución Industrial (1750) hasta nuestros días. Ciertamente, la tasa media de crecimiento anual del PIB real del Planeta en el lapso 1750-2010 ha sido como del 1,6% (y como del 0,8% en términos del PIB per cápita)318319. Sin embargo ha de subrayarse que en ese largo periodo han predominado tasas de crecimiento del PIB aun menores que ese 1,6%. En efecto, si a ese largo periodo 1750-2010 le restáramos la etapa 1950-2010 –que ha contenido el medio siglo “largo” (1950-2007) de crecimiento económico mundial más rápido de la Historia– concluiríamos que la tasa media registrada del crecimiento del PIB mundial del lapso 1750-1950 fue tan solo del 1% de media anual320.

Contrariamente a ese reducido ritmo de crecimiento secular, cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, empezaron la Reconstrucción Europea y otros procesos de desarrollo, la tasa anual de crecimiento del Planeta se expandió –a lo largo de la llamada “Edad de oro del Capitalismo” (1950-73)– a una tasa media como del 4,9%

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(su “record histórico”)321. Sin embargo en la segunda mitad de los años 70 del siglo XX, esa tasa de crecimiento global descendió significativamente a causa de las crisis energéticas habidas en 1973 y 1979 para, después, re-acelerarse discretamente en las últimas tres décadas (1980-2010) en las que el PIB mundial ha crecido a un ritmo anual medio como del 3%. Tasa ésta más alta que la registrada en los años 70 –aunque bastante menor que la media del período 1950-1973– que se ha debido tanto al menor crecimiento de los PAI como a la aceleración productiva de los PIMB, lo que ha generado el reciente fenómeno de “la Gran Convergencia” (Cap.2). A este respecto, no debería perderse de vista que parte de Occidente, y sobre todo Europa, han registrado en los períodos 1990-2000 y 2000-2016, tasas evolutivas medias bastante menores que las medias mundiales de esos períodos (que han sido respectivamente del 2,9% y 2,8%) en tanto que el mundo emergente y en desarrollo (PIMB) crecía en el periodo 1990-2016 a tasas medias mucho más altas, como del 4,5%322.

A partir de esa tendencia hacia el declive económico relativo de Occidente en las últimas décadas, las sociedades occidentales y sobre todo las europeas –que todavía continúan con su “nostalgia de crecimiento rápido” solo materializado excepcional e históricamente en la “Edad de Oro del Capitalismo” (1950-1973)– deberían hacer un esfuerzo de adaptación a las nuevas expectativas de crecimiento en el siglo XXI, en el que sólo se esperan, en las próximas décadas, ritmos de crecimiento moderados y paulatinamente decrecientes a escala planetaria.

Nótese adicionalmente que el último “cambio” de filosofía económica acaecido en el Mundo Occidental –la extensión de la Revolución Conservadora, en marcha desde 1980 y proclive a una vuelta los principios “básicos” del capitalismo, esto es, a una mayor libertad de los agentes privados actuantes y a un menor control social de la acciones económicas emprendidas por aquellos– ha generado dos fenómenos extremadamente importantes y diversos: 1) una nueva tendencia323 hacia una convergencia económica significativa de rentas per cápita entre PAI y PIMB, ya mencionada; y 2) un empeoramiento bastante generalizado de la distribución personal de la renta a escala interna en bastantes países, incluyendo los más relevantes de Occidente (EE. UU., R.U., algunos de la Eurozona, etc.) y algunos PIMB, asunto al que dedicaremos este capítulo.

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5.2. Fuentes de insostenibilidad de la actual combinación Capitalismo-Democracia

Como ha quedado probado en muchos países a lo largo de buena parte de la segunda mitad del siglo XX, las...

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