El libro verde de la comisión de la UE sobre «los derechos de autor y los derechos afines en la sociedad de la información»

AutorJosé A. Gómez Segade
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Mercantil
  1. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

    La denominada «sociedad de la información» no es la fantasiosa idealización de un mundo futurista, sino una realidad de nuestros días, aunque todavía se encuentre en estado embrionario comparado con lo que puede depararnos dentro de pocos años. Cuando hace 27 años, millones de televidentes en todo el mundo pudieron contemplar como por primera vez el hombre ponía los pies en la luna, se hizo realidad un éxito tecnológico sin precedentes. Pero, quizá lo más importante y trascendente es que se produjo un triunfo decisivo de la tecnología de la información, y a partir de ese momento ya se puede afirmar sin exageración que los televidentes de todo el mundo se convirtieron en habitantes de la «aldea global». En cualquier área, desde la ciencia, la política o el deporte, hasta la sociedad o la economía, el mundo ha estrechado sus fronteras y cualquier lugar del mundo es simplemente un punto accesible de esa aldea global. Mediante las cadenas de televisión se pueden seguir en vivo todo tipo de acontecimientos en cualquier lugar del globo, y en el campo económico, las transacciones de divisas, acciones, bonos u obligaciones se realizan a través de gigantescas redes electrónicas.

    Los pilares sobre los que se asienta la sociedad de la información son los reproductores de información electrónica, porque ésta sólo es accesible cuando pasa por una máquina que la convierte en textos, imágenes o sonido. Un avance decisivo en este punto es la posibilidad de transmisiones «de banda ancha», que implican un progreso tan grande en relación con el cable de cobre, como el que supuso pasar de la construcción con paja y barro a la construcción con cemento. Así, un sistema de transmisión mediante fibra óptica puede transmitir una señal de 150 millones de bits por segundo, lo que representa una cifra gigantesca si la comparamos con los aproximadamente 64.000 bits por segundo que puede vehicular un cable telefónico convencional de cobre. Estas transmisiones de banda ancha constituyen una tecnología crucial para la sociedad de la información, porque la transmisión de imágenes y sonidos necesita gran cantidad de bits, pues basta señalar que una imagen de vídeo requiere tres megabits, y una mezcla de sonidos de 30 segundos precisa 150 kilobits. La transmisión de imágenes de vídeo requeriría una anchura de banda de 178 megabits por segundo, y como ni siquiera la fibra óptica proporciona esa anchura, es necesario comprimir los datos, lo que representa otra tecnología fundamental de la sociedad de la información. La información electrónica se hará accesible a través de instrumentos tradicionales, como el teléfono, la radio, la televisión, el fax, los ordenadores, las autopistas de la información como Internet y otros. Pero en la sociedad de la información, esos instrumentos tradicionales no sólo podrán transmitir mayor cantidad y calidad de información sino que interaccionarán entre sí, integrando diversas tradiciones y culturas de la información y la comunicación.

    La creación de una infraestructura de la información adecuada, no sólo en cada país sino de ámbito mundial, posee una enorme trascendencia social, económica, política y cultural, aunque tampoco habrá que descuidar los riesgos del «gran hermano» orwelliano. Desde el punto de vista social basta pensar, a título de ejemplo, en la telemedicina que puede llevar a los mejores expertos internacionales al más remoto rincón de cualquier país, en las comunicaciones móviles, o en las ilimitadas posibilidades que se ofrecen a la educación de todos los niveles; en definitiva la sociedad de la información puede incrementar el bienestar social convirtiendo en realidad conceptos que hace pocos años podían constituir argumentos de una novela de ciencia ficción, como «la casa inteligente», o el «coche inteligente». Desde el punto de vista económico, la sociedad de la información no sólo convierte el mundo en un mercado realmente único, con transacciones de todo tipo en tiempo real de una esquina a otra del planeta, sino que puede producir un importante ahorro sin merma de la calidad de los servicios. La industria de la información puede convertirse en el motor económico que arrastre al mundo desarrollado, y los servicios basados en el conocimiento y la formación se convertirán en uno de los activos más importantes, porque se podrán incluso «exportar» o «vender» sin necesidad del contacto personal directo. Bajo el ángulo político, la sociedad de la información tiene riesgos evidentes, pero controlados debidamente, son mayores sus ventajas, porque permitirá una sociedad más abierta por consecuencia del acceso libre y sin limitaciones a la información y la comunicación. La sociedad de la información no sólo afectará a las formas de relación e interacción entre las personas, sino que previsiblemente tendrá un fuerte impacto sobre las tradicionales estructuras organizativas rígidas y jerárquicas, que previsiblemente adoptarán modelos más flexibles, descentralizados y participad vos. Finalmente, por lo que respecta al ámbito cultural, los efectos de la sociedad de la información serán enormes, porque se hará posible una mayor difusión de la cultura en todos sus aspectos, sin que esta distribución masiva afecte a la calidad; no hay que olvidar que la técnica de la digitalización, que consiste en la descomposición de cualquier tipo de obra en series de ceros y unos, permite obtener una obra idéntica a la anterior, o incluso mejorarla como sucede con las películas antiguas. La extensión de la digitalización a todas las formas de obras literarias, musicales o audiovisuales, lleva inevitablemente a tratar cualquier obra objetivamente como «información», y ello...

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