El libro actual como creación de conciencia crítica y alteridad
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El libro actualmente constituye una herramienta comunicativa definitiva tanto desde el punto de vista personal como social.
Algunos llaman a la aparición de las nuevas tecnologías, en especial a la tecnología digital, la segunda revolución después de Gutenberg. Pero lo que importa más es saber en qué ámbito se ha de situar dicha revolución. ¿Ha de afectar directamente al libro, o más bien interviene en otras áreas referentes a la comunicación e información?
Pienso que el libro en sí mismo queda al margen de dicha revolución digital y que a partir de ahí se impone una nueva concepción de la naturaleza y función social del libro. De este modo, se nos presenta la actualidad del libro como la necesidad de un replanteamiento de su concepto, aunque sea inicialmente de forma meramente hipotética.
Hemos elegido tres frases para que nos indiquen el sentido de lo que queremos expresar con la hipótesis que vamos a plantear acerca de la naturaleza del libro y de su función social.
La primera es de Marcel Proust quien dice: «La lectura es una amistad. Pero al menos es una amistad sincera y el hecho de que se profese a un muerto, a un ausente, le da algo de desinteresado, algo casi conmovedor».
La segunda es de Stéphane Mallarmé quien manifiesta: «El mundo existe para llegar a un libro».
Y la tercera es de Eduardo Santa quien propone lo siguiente: «El hombre encontró en la escritura y en su máxima expresión -el libro- el camino seguro hacia el progreso, consignando a través de esos medios todas sus experiencias vitales, todo el cúmulo de sus conocimientos en aumento progresivo, para trasmitirlos a sus semejantes».
Definir el libro desde el punto de vista histórico supone tener en cuenta tres aspectos que se conjugan mutuamente:
· Ser soporte de la escritura. El libro es, ante todo, un soporte de la escritura. Y así tanto las tablillas de arcilla de los sumerios, como los papiros egipcios, los rollos de la antigua Roma, los manuscritos medievales o bien nuestros impresos o microfilmacio-
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nes, pueden ser consideraros libros, más allá de los múltiples soportes y formas del mismo.
· Tener capacidad de conservar un texto. La idea del libro se asocia igualmente con la edición, es decir, «con la voluntad de definir un texto» y con el deseo fundamental de su conservación. Desde este punto de vista el libro viene a distinguirse de los escritos privados, desde el acta notarial a otros escritos de interés particular.
· Manejabilidad. El libro debe ser manejable, aunque no todos los soportes de las escrituras conocidas en la historia del libro lo han sido. De esta forma encontramos textos grabados en piedra pero generalmente a estos soportes no los consideramos libros, v.gr., un obelisco o un monumento.
Prácticamente hasta finales del siglo XX y especialmente hasta los inicios del siglo XXI, hemos pensado el libro en relación con la escritura y sus soportes físicos y lo que se valoraba entonces eran las facilidades que éstos daban para el manejo y circulación del mismo.
En esta fase, pues, el libro decía relación a un marco exterior a sí mismo. Lógicamente, con este planteamiento, se relaciona el libro con la imprenta, las artes gráficas o la edición. Y desde este punto de vista se suele hablar de la muerte del libro, de su total desaparición y obsolescencia.
La aparición de las nuevas tecnologías sería el fin definitivo de lo que hasta ahora hemos conocido como libro. Especialmente nos hemos de referir a la técnica digital, con la que podemos convertir en virtual cualquier realidad material, utilizando un código muy sencillo de ceros y unos. Y esto lo podemos hacer tanto con el texto como con el sonido, la imagen, el movimiento o diferentes grafismos.
Lo digital supone tres grandes aspectos: conectividad, interacción y la posibilidad de ser reversible, aspectos desconocidos absolutamente en las tecnologías anteriores. Evidentemente, esta tecnología es muy superior a cualquier otra que hayamos podido conocer antes.
Pero con frecuencia, no hemos pensado cuáles son las condiciones en las que se puede aplicar esta tecnología digital. Y lo que esta tecnología implica es nada menos que un cambio previo y en profundidad de nuestra sociedad, de sus instituciones y valores.
Nos podemos preguntar ante todo, si es cierto que el libro que hemos conocido hasta ahora ha muerto. Creo que no. Pero lo que sí es cierto es que el libro en la actualidad requiere de un nuevo marco de definición y que, de igual manera, necesitamos replantearnos un nuevo concepto del mismo.
Hoy, es ya preciso concebir...
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