La librería de don Juan Álvarez Prado, procurador de los Reales Consejos en tiempos de Carlos II (1700)

AutorJosé Luis Barrio Moya
Páginas537-543

Page 537

Desde finales del reinado de los Reyes Católicos hasta las reformas institucionales de los Borbones en el siglo XVIII, la Monarquía hispana estuvo gobernada y administrada por los llamados Consejos, que no eran otra cosa que "unos organismos pluripersonales de carácter consultivo, que por expresa delegación del monarca están investidos de una serie de competencias administrativas, actuando también, algunos de ellos, como órganos jurisdiccionales" 1.

Los Consejos tenían una estructura piramidal, en cuya cima se situaba el rey, y como "el monarca actuaba generalmente de acuerdo con el asesoramiento de su Consejo, los consejeros detentaban unos extraordinarios poderes de patronazgo que intentaban explotar a fondo" 2. Con aquellas premisas los casos de corrupción no tenían límite, puesto que como muy bien destaca Jonh H. Elliot, los Consejos habían heredado el manto protector de la monarquía medieval con su obligación de conceder favores" 3.

A finales del reinado de Felipe II los Consejos que administraban España y sus posesiones en Europa y América eran los siguientes: el de Estado, de Guerra, Inquisición, Cruzada, Castilla, de la Cámara de Castilla, de Aragón, de Indias, de Italia, de Portugal, de Flandes y Borgoña, de Hacienda, de las Órdenes Militares y de Navarra. Todos los Consejos, excepto el de Navarra que tenía Page 538 su sede en Pamplona, estaban ubicados en diferentes salas del Alcázar de Madrid, a las que a veces acudía el rey, oculto tras una celosía para oir los debates y problemas planteados.

A pesar de la corrupción que imperaba entre los miembros de los Consejos, de la lentitud de sus resoluciones, de su frecuente ineficacia, de los piques entre ellos, de sus ínfulas de superioridad y de su mal disimulada soberbia, los consejeros, o por lo menos muchos de ellos, tuvieron una más que discreta formación jurídica, del todo indispensable para dar soluciones a los espinosos asuntos que tenían que tratar y a los que debían dar la solución más acertada. Buenas pruebas de ello nos las dan las numerosas bibliotecas privadas de miembros de los diferentes Consejos publicadas en los últimos años, que nos informan de las obras que más frecuentemente consultaban y estudiaban, entre las que se encontraban las de los mejores juristas, españoles y extranjeros, de la época. Para continuar profundizando en ese tema, vamos a dar a conocer la biblioteca de don Juan Álvarez Prado, procurador que fue de los Reales Consejos", aunque en la documentación no se especifica de cuál de ellos, durante el reinado de Carlos II, último monarca hispano de la Casa de Austria.

Don Juan Álvarez Prado murió en Madrid el 15 de febrero de 1700, siendo sus testamentarios, don Andrés de Molino, clérigo presbítero y don Lorenzo Amor, los encargados de realizar el inventario y tasación de sus bienes 4.

El día 5 de marzo de 1700, Domingo Rodríguez Romano, del arte de la pintura", valoraba la colección artística del funcionario difunto, compuesta por pinturas, estampas, una escultura de la Virgen María y varios relicarios; entre estos últimos destacaba uno de ebano con dos columnas de agata y en el una lamina de Jesus, Maria y Joseph", valorado en 360 reales de vellón.

- Primeramente una pintura de Nuestra Señora de la Soledad, de dos varas de alto con marco de pino negro, 88 rs.; otra pintura de Nuestra Señora con el Niño en los brazos, de vara y media de alto con marco de pino negro, 200 rs.; otra pintura de San Juan del mismo tamaño y marco, 180 rs.; otra pintura de San Antonio de cerca de dos varas de alto con marco de pino negro, 50 rs.; otra pintura de la Coronación de Nuestra Señora, de vara de alto con marco de pino negro, 250 rs.; otra del Descanso de Nuestra Señora en el viage a Egipto, del mismo tamaño y marco, 100 rs.; otra de Nuestra Señora, el Niño y San Joseph, de vara y quarta de alto con marco de pino negro, 350 rs.; otra del Nacimiento apaysada, de siete quartas de largo y vara y quarta de alto con marco de pino negro, 40 rs.; un quadro de la Beronica, de dos tercias con marco negro y bozel dorado...

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