La letra, con sangre, entra. Comunidades interpretativas, géneros populares y sabotaje cultural

AutorIsabel Clúa Ginés
CargoUniversitat de Barcelona
Páginas85-98
237
La letra, con sangre, entra. Comunidades
interpretativas, géneros populares y sabotaje cultural
ISABEL CLÚA GINÉS1
UNIVERSITAT DE BARCELONA
1. Sabotaje y crítica cultural
Es casi una obviedad iniciar un trabajo recordando el extraño viaje de la teoría
literaria en el siglo XX: si a principios de siglo se constituye como disciplina bien
definida, en la medida en que es capaz de observar sistemáticamente un objeto
nítidamente delimitado —la literatura—, en la segunda mitad ve cómo el objeto se
vuelve borroso y tiene que asumir que éste se desvanezca ante sus ojos. La llama-
da crisis de la literariedad (Garrido Gallardo, 1987), que implica la asunción de
que lo literario no es un elemento sustantivo, sino disperso, variable y negociable,
ha impregnado la investigación literaria en las últimas décadas hasta el punto de
que se ha llegado a dar el paradigma del estudio literario por obsoleto. Son mu-
chas las tendencias y aproximaciones que han quebrado el paradigma, pero por
su carácter aglutinador y por su rotundidad política, destacaría sin duda el im-
pacto de los estudios culturales en esta fractura.
Como es bien sabido, los estudios culturales rompieron —al tiempo que mos-
traron— la estrechez de la crítica literaria tradicional en muchos aspectos, de los
que sobresaldrían dos: en primer lugar, la ampliación del objeto de estudio, que ya
no se limita a textos que reconocemos como literarios sino a cualquier entrama-
do discursivo; en segundo lugar, la revisión de los procesos de construcción de lo
literario y sus modelos, es decir, el cuestionamiento del canon desde una perspec-
tiva política, aspecto este muy presente en su núcleo fundacional en el CCCS de
Birmingham. Sacudidos con tal fuerza los cimientos de la crítica tradicional, pa-
recía imposible una vuelta atrás, de ahí que incluso se asumiera el cambio de
paradigma de los estudios literarios a los estudios culturales, tal y como postulaba
Easthope (1991).
Sin embargo, no han faltado voces que han señalado insistentemente los pun-
tos débiles de la propuesta culturalista llamando la atención sobre dos grandes
áreas: el (conflictivo) carácter político de una corriente plenamente instalada en
la academia —al menos en el ámbito anglófono— y el carácter heterogéneo y
1. Este trabajo se enmarca dentro del proyecto «Literatura y comunidades: una visión desde el género»
(FEM2011-23808).
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