Laura Mora CABELLO DE ALBA y Juan ESCRIBANO GUTIÉRREZ (eds.), La ecología del trabajo. El trabajo que sostiene la vida

AutorDaniel J. García López
CargoUniversidad de Granada
Páginas323-331

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"El individuo, en su desnudez en tanto que simple trabajador, es un producto histórico".

Karl Marx1

  1. El ser humano, devenido individuo y sujeto en la Modernidad2, ha sido despojado de los medios de producción y subsistencia. Su única pose-sión es la fuerza de trabajo que vende a cambio de medios para sobrevivir, arrebatados por el capital. Pero esta compra-venta tiene sus particularidades: la entrega de la fuerza de trabajo es al mismo tiempo un desgarramiento, pues el ser humano no puede despojarse ontológicamente de su fuerza, entendida como su cuerpo. Esta puede ser la interpretación de la desnudez de la que habla Marx en el acápite que principia esta reseña. La desnudez de la corporalidad viva del trabajador implica un ofrecimiento como expropiación en tanto productor (en la fábrica) y reproductor (en la casa). Esta desnudez, en definitiva, nos lleva hacia el simple hecho de vivir: la nuda vida, tal como la caracterizó Walter Benjamin (blos? Leben), es aquella que soporta el nexo entre la violencia y el derecho3. El capital se apropia de toda la vida del trabajador, tanto en el período de trabajo como en el de descanso.

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    La vida se hace disponible para el soberano: puede acabar con ella, sacrificarla, sin ser ello un homicidio. Esto es lo que Giorgio Agamben identifica con la vieja figura del derecho romano del homo sacer4. Una vida excluida tanto del derecho divino (es insacrificable) como del derecho humano (se puede disponer de ella sin ser ello homicidio). La vida queda así abandonada, pues el bando del soberano se aplica sobre el bandido. En la zona de indistinción entre hecho y derecho, el medio ambiente deviene, al igual que el ser humano que lo ocupa, simple zoè, frente a la vida digna y cualificada del bíos5. En el marco de la biopolítica que ha devenido biocapitalismo6, el soberano también se apropia de las condiciones que sostienen la vida.

  2. Este puede ser el marco filosófico en el que insertar el libro La ecología del trabajo. El trabajo que sostiene la vida, editado por Laura Mora Cabello de Alba y Juan Escribano Gutiérrez. Precedido por las Jornadas de Trabajo y Medio Ambiente organizadas por Ecologistas en Acción en 2013, se divide en tres partes, a saber: 1) la ecología del trabajo como concepto en el que interseccionan vida, trabajo y medio ambiente (págs. 23-100); 2) el trabajo desde una mirada multidisciplinar (págs. 101-202); 3) el trabajo que sostiene la vida (págs. 203-264).

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    Si bien el trabajo ha sido delimitado tradicionalmente en un tiempo (jornada laboral) y un espacio determinado (la fábrica como paradigma), como apunta Antonio Baylos en el prólogo, "a su vez requiere igualmente una condición más amplia ligada a la existencia social de las personas que trabajan, sus condiciones de vida, sus pautas y proce sos de reproducción social" (p. 13). Por eso la problemática ambientalista queda indisolublemente vinculada a ambas zonas: el espacio-tiempo del trabajo y el espacio-tiempo social. No podemos quedarnos solo con el primero (por ejemplo, salud laboral), pues este no tiene sentido sin el segundo. Tal es la dependencia que, en una situación de crisis eco-lógica/nómica7, los derechos que se poseen en el espaciotiempo del trabajo quedan suspendidos en su contenido y eficacia8.

    Entonces, ¿qué es la ecología del trabajo? Los cuatro primeros capítulos, redactados por Laura Mora Cabello de Alba ("La ecología del trabajo: el trabajo del pan y las rosas", págs. 25-38), Manuel Antonio García-Muñoz Alhambra («Derecho del trabajo y ecología: repensar el trabajo para un cambio de modelo productivo y de civilización que tenga en cuenta la dimensión medioambiental», págs. 39-53), Yayo Herrero ("Vivir y trabajar en un mundo justo y sostenible", págs. 55-69) y Amaia Pérez Orozco ("La sostenibilidad de la vida en el centro...¿y eso qué significa?)", págs. 71-99), trazan sus contornos. Como señala Laura Mora Cabello de Alba, "se impone la necesidad de un cambio de paradigma productivo en un sentido amplio, es decir, un cambio de paradigma en torno a la creación de riqueza, de aquello que realmente está al servicio del Buen Vivir en paz y armonía entre todo aquello que está y puebla el Planeta" (p. 26). Por eso, continúa, la ecología del trabajo "es el instrumento político en el que el trabajo se sitúa como eje de convivencia en un ecosistema sano y sustentable" (p. 27).

    Este cambio de modelo debe realizarse desde dos puntos básicos: la ecología y el feminismo. Si el primer punto nos muestra que debe ser un trabajo que respeta el Planeta (de ahí que Laura Mora recurra al concepto Sumak Kawsay o Buen Vivir en quichua ecuatoriano)9, pues este es finito, el segundo marca como conditio sine qua non un nuevo pacto sexual "donde hombres y

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    mujeres se piensen a sí mismos y en relación con el otro sexo" para poder así acabar con el capitalismo patriarcal (p. 34). No obstante, debe añadirse que esta visión binarista en la que solo se reconocen dos sexos debe también desaparecer. El nuevo pacto sexual que reivindica Laura Mora ha de estar co-escrito por todas las realidades sexuales, no solo hombres y mujeres (también trans*, intersex10, etc.), pues de lo contrario se reifica la norma, quedando oculta la heteronormatividad (y sus terribles efectos) en un nuevo lenguaje que mantiene las viejas estructuras de discriminación y dominación.

    En el primer pilar sobre el que debe sustentarse el cambio de modelo, aquel basado en la ecología, se detienen Manuel Antonio García-Muñoz Alhambra y Yayo Herrero. El primero apuesta por una resignificación del trabajo, un cambio de paradigmas desde la compatibilidad entre trabajo y medio ambiente y con el objetivo de co-construir un modelo sostenible. Para ello es necesario atacar la lógica del modelo capitalista-productivista: "romper la relación entre crecimiento y desarrollo y poner en el centro la idea de que el objetivo del desarrollo humano no sería tener más, sino vivir mejor" (p. 51). ¿Y en qué basarnos para realizar la ruptura? En la...

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