Josep Maria Aymà Aubeyzon, «El català, al carrer»

AutorOlatz Altuna Zumeta
CargoDirectora de la Medición del Uso del Euskera en la Calle. Técnica del Clúster de Sociolingüística de Euskal Herria.
Páginas311-317

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¿Qué presencia tiene el catalán en la calle , ¿Cuánto se habla Es una pregunta que se suele hacer muchas veces. Para poder contar con un índice de evaluación fiable durante el proceso de normalización lingüística y obtener un diagnóstico preciso, es indispensable analizar y conocer el uso oral de los hablantes. En ese sentido, las principales teorías sociolingüísticas coinciden en que el uso lingüístico en las relaciones cotidianas y cercanas son los indicadores más significativos para conocer la vitalidad de una lengua.

El català, al carrer

trata de responder a esa pregunta. En este libro Josep Maria Aymà nos da a conocer un interesante y denso trabajo de investigación llevado a cabo durante más de diez años. Una investigación elaborada por iniciativa propia, en la que el mismo autor ha realizado el trabajo de campo recogiendo datos en Barcelona, a pie de calle (nunca mejor dicho), desde 1999 al 2010, en siete mediciones.1Los objetos de estudio de este trabajo son, por una parte, el uso oral y, por otra, la presencia lingüística en la calle -tanto del catalán como del castellano-. El uso oral es la variable que más acertadamente nos indica cuál es la salud de un idioma o, recogiendo las palabras de Josep Maria, «l’ús oral és l’ànima de la llengua». ¿Y por qué la calle Porque es el escenario de la sociedad. Y lo que es más interesante aún, la calle es un reflejo de la situación lingüística, es decir, «el carrer seria un àmbit subordinat, no una causa dels usos lingüístics». Como afir-

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ma el autor, se pueden hacer decretos para conseguir una presencia lingüística determinada en un ámbito concreto, pero no en la calle. En este sentido, podríamos afirmar que la calle (o el uso en la calle) es el resultado del éxito de los diferentes decretos que se planifican en el marco de una política lingüística determinada.

Josep Maria describe las características del uso oral en la calle. Es un uso impersonal (entre personas que no se conocen) o interpersonal (entre personas conocidas). En ningún caso es institucional, ya que no se produce en representación de ningún ente ni persona, sólo en representación de uno mismo (o una misma). Al margen de algunas situaciones fronterizas que menciona el autor, en las que se entremezclan los roles personales y los que actúan «en representación de», como por ejemplo puede suceder entre un camarero y un cliente conocido en la terraza de una cafetería, el uso (lingüístico) en la calle es un uso informal. Es decir, se produce en un ámbito no reglado, dónde se reflejan de manera bastante fiel los hábitos lingüísticos de cada individuo.

El autor utiliza una metodología que se basa en la observación directa, o mejor dicho en la audición directa. La persona que recoge los datos (en este caso el mismo Josep Maria) anota el idioma que escucha en cada conversación, junto con algunas variables como la edad,2el sexo y si son dos o más las personas que participan en la conversación. A posteriori, indirectamente se pueden analizar las variables «horarios» y/o «lugares de la ciudad». En la recogida de datos no se le pregunta nada al hablante, por lo tanto, los datos anotados son objetivos, a diferencia de otros trabajos en los que los datos se obtienen por medio de encuestas (datos subjetivos).3La recogida de datos se realiza en una serie de itinerarios que se seleccionan con la idea de que representen adecuadamente la ciudad. El autor afirma que: «Tot i que no es tractava d’obtenir una foto de la ciutat sencera, sí que es va intentar que les mostres tinguessin una certa representativitat o almenys fossin ben variades socialment, cosa que vol dir tant de classes socials, com d’edat, de sexe, etc.». En este sentido, es el centro de Barcelona, incluyendo el metro, el área que mejor reproduce la realidad de toda la ciudad. Es donde podemos encontrar personas que representan toda la gama de tipologías en cuanto a edad, sexo, clase, cul-

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tura, etc. La elección de los días y del horario de recogida de datos obedece a pautas similares, es decir, el objetivo es que reflejen la vida cotidiana de la ciudad.4Esta metodología sencilla y aplicable en muchos otros contextos urbanos, posibilita un trabajo interdisciplinario de diferentes ciencias sociales. En esta línea el autor nos ofrece conclusiones colaterales que recogen la composición sociológica de la ciudad. He aquí algunas de ellas: «Sembla que els homes en general prioritzen més la velocitat del desplaçament que no les dones, que en general tindrien més en compte una sèrie d’aspectes subjectius enriquidors: l’estètica dels carrers, la de les botigues, si hi toca el sol, si les persones que hi passen semblen més agradables, etc. (...) Així, doncs, hi podria haver itineraris més masculins i altres de més femenins.»; «L’edat és probablement més determinant que no el gènere a l’hora d’escollir un itinerari; en tot cas, ho és pel barri i també ho són les diverses hores del dia.»; «el nombre de vianants sol ser extraordinàriament exacta segons les hores i minuts»; «la ciutat és efectivament un sistema amb unes enormes regularitats»; «També sembla que les dones tenen més tendència a anar pel carrer acompanyades (d’una o més persones, del sexe que sigui) que no els homes».

Junto con esas conclusiones de carácter sociológico encontramos también elementos sociolingüísticos que caracterizan el uso oral en la calle: «quan se senten veus des de lluny se sol parlar en castellà; els que parlen en català només se’ls entén quan estan a tocar, amb modulació de la veu»; «sembla que hi ha llengües que es parlen més de pressa que altres, però no es tracta d’una qüestió gaire clara, ja que hi ha variables que compliquen la investigació, com les condicions ambientals»; «Seria l’edat adulta precisament la menys audible en la conversa espontània, a diferència de joves i a vegades dels vells»,... Por lo tanto «són moltes les variables de tipus cultural que poden influir en la possibilitat que unes persones i uns col·lectius puguin ser més sentits que altres (d’origen, de gènere, de classe social, de cultura, de tipus de feina, d’edat, etc.).

Aymà habla también de la norma de subordinación al castellano, la norma social que hace que los catalanoparlantes que tienen el catalán como primera lengua se adapten inmediatamente y sumisamente a un interlocutor identificado como no catalanoparlante.

Por otra parte, la investigación destaca aspectos como el aumento de las con-

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versaciones auténticamente bilingües en las que una persona habla catalán y la otra castellano. Este fenómeno se da cada vez con más frecuencia, sobre todo entre la juventud. Sería interesante recoger también este tipo de conversaciones mixtas y cuantificar su presencia en la calle. Así mismo, hoy día parece casi necesario analizar el uso de otras lenguas que no sean el catalán o el castellano,5dado que su presencia es cada vez más notoria y relevante.

En cuanto a los resultados obtenidos en la medición, es de reseñar que desde 1999 al 2010 se han recogido 2.729 conversaciones. En 1999 el INUSORAL (El índice del Uso Oral) del catalán era del 45,9% y once años después es del 38,4%; por lo tanto, el uso del catalán ha bajado un 7,5%. El índice del 2010 es el más bajo de las siete mediciones. Según apunta el autor, este retroceso del catalán en la calle parece haberse iniciado hacia el comienzo de la década de los ochenta, con la irrupción de los hijos/as de los inmigrantes castellanoparlantes, pero destaca que la inmigración en Barcelona ha ido aumentando de manera acelerada, mientras que el descenso del catalán ha sido muy regular. Por lo tanto, este descenso es menor de lo que se podría esperar.

Respecto al perfil de los hablantes, el estudio destaca que actualmente las mujeres hablan más en catalán que los hombres y más las personas mayores de 40 años que las menores. Por lo tanto, Aymà describe el perfil del catalanoparlante prototípico como el de una mujer adulta de más de 40 años.

Las mediciones del uso oral del euskara en Euskal Herria: un breve repaso comparativo

A modo de referencia me gustaría mencionar brevemente la experiencia que tenemos en Euskal Herria en cuanto a la medición del uso del euskara, y las innovaciones metodológicas que hemos llevado a cabo durante estos últimos años.

Josep Maria menciona las mediciones del uso oral en la calle que hizo Siadeco6en los años 80: «Amb uns objectius semblants només trobaríem els treballs fets anys enrere per Siadeko, institució basca que des de fa anys ha fet un seguiment de l’ús del basc al carrer el seu mètode era prou diferernciat, ja que comptaven anb voluntaris que anaven a llocs on hi havia concentracions de parlants de basc (com les festes populars)». Esa afirmación no es correcta. Siadeco, organización pionera en Euskal Herria

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en cuanto a las mediciones de uso del euskera, realizó mediciones en muchos municipios recogiendo datos en itinerarios que englobaban las calles más céntricas, representativas del lugar. Por aquel entonces, concretamente en 1989, se hicieron mediciones en todos los municipios de más de 10.000 habitantes de toda Euskal Herria. En total se estudiaron 47 municipios. Esa medición, conocida como «Euskal Herriko Kale Neurketa», fue la primera de las cinco mediciones que se han realizado posteriormente (1989, 1993, 1997, 2001, 2006). Este año, 2011, el Cluster de Sociolingüística llevará a cabo la sexta medición y se obtendrán datos en unos 70 municipios, representativos de las provincias de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Nafarroa y la parte Norte de Euskal Herria (se agrupan las tres provincias: Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa).

La metodología empleada es similar a la que utiliza Josep Maria, con algunas matizaciones que no vamos a analizar en el presente artículo. Las variables que se recogen junto con el uso lingüístico son: la edad,7el sexo y la presencia/ participación de niños/as en las conversaciones.

Desde 1989 la metodología empleada en las mediciones del uso del euskera prácticamente es la misma, aunque sí se han introducido importantes mejoras en cuestiones como los soportes (fichas) que se utilizan en la recogida de datos, formación especializada para los medidores (o encuestadores auditivos), etc. Hoy en día, el Clúster de Sociolingüística está trabajando en dos direcciones en lo que respecta a las mediciones del uso del euskera mediante observación: por una parte, en la adecuación y aplicación de esta metodología para recintos cerrados como empresas, patios de colegio, actividades extraescolares, etc.;8y por otra, en la elaboración de una formulación matemática para poder calcular el margen de error de cada medición.9

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En el trabajo de Josep Maria también se trata este aspecto, en concreto, el inconveniente de tener una muestra limitada. El autor resuelve la cuestión de esta manera: «Quina és la intenció No és fer una fotografia del comportament lingüístic de Barcelona en general. No és una mostra que ens permeti poder dir: «Barcelona parla en aquest percentatge en català i en aquest altre en castellà». No ho és. (...) Per poder fer-ho hauria calgut fer un mostra dels diferents barris i en diferents horaris, tot degudament proporcional i ponderat, perquè no és el mateix la una del migdia que la una de la nit, ni la Dreta de l’Eixample que Sants. (...) L’objectiu era mesurar l’ús del català a través del temps, o a través d’un cert temps, en aquest cas a Barcelona. Això sí. Volia comprovar si baixava o si pujava. I l’única manera de fer-ho era mitjançant una mostra repetida sempre de la mateixa manera, amb la mateixa metodologia, els mateixos dies de l’any, els mateixos recorreguts, les mateixes hores. Tot exactament igual (o almenys tan igual com fos possible, com es comentarà).»

La idea subyacente es sacar una fotografía fija en cada medición (a la misma hora, en la misma época de año...) y analizar la evolución. Más que la fotografía estática, al autor le interesa la evolución de las fotografías. Por lo tanto, no se aborda la cuestión del tamaño de la muestra, ni el consiguiente margen de error derivado de la misma.

En el Clúster de Sociolingüística trabajamos desde el 2009 en un proyecto cuyo objetivo es determinar y mejorar la solidez estadística de las mediciones mediante observación directa,10calculando para ello las medidas de la muestra (número de conversaciones) a observar para cada margen de error en diversos tipos de medición. El problema se nos plantea, sobre todo, cuando la comunidad de hablantes es pequeña, como en espacios cerrados (empresas, patios de colegio, actividades extraescolares...) y municipios pequeños de menos de 5.000 habitantes. En estos casos, un análisis comparativo de los resultados nos muestra que los datos varían mucho de una medición a otra, en algunos casos en un espacio corto de tiempo. Volviendo al símil de la fotografía fija, digamos que en espacios con un número reducido de hablantes la fotografía requiere una resolución más alta. Resolución que en nuestro caso significa más horas de trabajo de campo, es decir, más conversaciones recogidas.

Para acabar, a modo de resumen, diríamos que El català, al carrer es un libro que, además de reflejar la situación sociolingüística del catalán, evoca a la administración a tomar conciencia de la necesidad de apoyar estos trabajos de

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campo, que son diagnósticos fiables y bases sólidas sobre las que definir y vertebrar las políticas de normalización lingüística.

Nos parece digno de destacar la ilusión y perseverancia con la que el autor ha llevado a cabo este trabajo, teniendo en cuenta además que no ha contado con ninguna ayuda institucional. Muchas veces estos trabajos individuales y desinteresados de técnicos e investigadores resultan fundamentales para analizar el estado y evolución de la lengua. El trabajo de J. M. Aymá requiere mucho esfuerzo y dedicación. Sería importante, de cara al futuro, que esta línea de investigación tuviera el apoyo de organizaciones e instituciones, ello posibilitaría que los datos obtenidos estuvieran al alcance de más técnicos de norma-lización lingüística y garantizaría la continuidad de las mediciones.

El Clúster de Sociolingüística de Euskal Herria considera que las mediciones descritas es este trabajo por J. M Aymá tienen muchos puntos en común con las mediciones mediante observación de uso del euskera y, de cara al futuro, nos gustaría establecer lazos de colaboración para que nuestras experiencias se enriquezcan mutuamente.

[1] Las mediciones se han llevado a cabo en 1999, 2001, 2004, 2007, 2008, 2009 y 2010. En cada edición se han recogido los datos durante dos días laborables, concretamente los miércoles y viernes. El horario de las observaciones ha sido desde las 9:00 hasta las 18:30.

[2] Los parlantes se clasifican en dos grupos de edad: menores y mayores de 40 años.

[3] Sólo se anotan las conversaciones que se pueden repetir literalmente. No se recogen frases que no se sabe si son en catalán o en castellano, ni tampoco las expresiones ambiguas (Ej: «ah, vale»), ni palabras sueltas sin identificación lingüistica (Ej: «uf!»).

[4] Una vez recogidos los datos no se realiza ningún tipo de ponderación.

[5] En la medición del 2006 de Euskal Herria el uso de otras lenguas que no fueran el euskera, el castellano o el francés (en la parte Norte) era del 2,3%.

[6] http://www.siadeco.net.

[7] Los/as parlantes se segmentan en cuatro grupos: niños/as 2-14 años, jóvenes 15-24 años, adultos 25-64 años y personas mayores de más de 65 años

[8] Algunos socios miembros del Clúster de Sociolingüística realizan mediciones en diferentes ámbitos. Por ejemplo, las empresas de consultoría lingüística EMUN y ELHUYAR realiza cada año mediciones en más de cincuenta empresas. La Confederación de Ikastolas también lleva a cabo mediciones sobre todo a la hora del recreo en los patios de las escuelas.

[9] El margen de error está condicionado por las horas que se emplean en la recogida de datos, puesto que la muestra recogida será la suma de las conversaciones escuchadas. Cuantas más horas de medición, más conversaciones recogeremos y menor será el margen de error.
Antes de la elaboración de la formulación matemática para calcular el margen de error de cada medición, la muestra se limitaba a las conversaciones recogidas durante la medición; es decir, el diseño de la medición definía la cantidad de horas que se iban a medir (o escuchar), y el número de conversaciones obtenidas constituía la muestra en si. En cada medición (cada dos, cuatro, cinco o más años) se repetía el diseño (el número de horas de recogida de datos) y en cuanto a la muestra, no se hacía ningún tipo de corrección.

[10] Este proyecto está financiado por el Departamento de Politica Linguistica del Gobierno Vasco.

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