Johann G. Herder y los orígenes del nacionalismo romántico

AutorJavier Dorado Porras
Cargo del AutorEditor
Páginas663-716
1. ¿EL PADRE DEL NACIONALISMO?
Johann G. Herder (1744-1803) es uno de esos autores mucho más cita-
dos que leídos. Ciertamente, leerle exhaustivamente no es tarea fácil: la
mayor parte de sus obras no están disponibles en lengua española; por
otra parte, más allá de las barreras lingüísticas, existe un problema de
abarcabilidad: Herder fue un polígrafo desaforado, que escribió torren-
cialmente sobre una increíble variedad de temas. Sus obras completas lle-
nan más de treinta gruesos volúmenes en la edición Suphan. Por lo de-
más, no fue un gigante del pensamiento, comparable a Kant o Hegel.
Herder es importante fundamentalmente por la riqueza de sus intuicio-
nes, de sus atisbos; le faltan, sin embargo, la disciplina intelectual y el ge-
nio sistemático necesarios para desarrollar tales vislumbres en teorías de
cuerpo entero. Pero se trata de un “secundario” muy interesante: alguien
que, incardinado cronológica y mentalmente en la Ilustración1, la supera
sin embargo en muchas direcciones, adelantándose a movimientos filosó-
ficos futuros. Por ejemplo: las tesis de Herder sobre la dependencia gené-
1A Herder se le ha tildado frecuentemente de “anti-ilustrado”. Probablemente es más
ajustado entenderlo como un ilustrado heterodoxo, que corrige “desde dentro” algunos de los
presupuestos más característicos de la Ilustración (por ejemplo, el eurocentrismo y la idea de
progreso). Tal es, además, la tendencia de la exégesis herderiana más reciente. Ciertamente, la
“corrección interna” es a veces tan vehemente que abona la interpretación “anti-ilustrada”.
Vid. al respecto NEUMANN, M., “Die “starken Bande”: eine konservative Theorie aus dem
Geiste der Aufklärung”, en OTTO, R. (ed.), Nationen und Kulturen: Zum 250. Geburtstag Johann
Gottfried Herders, Königshausen & Neumann, Würzburg, 1996, p. 249. También: BECKER, B.,
Herder-Rezeption in Deutschland: eine ideologisch-kritische Untersuchung, Roehrig, St. Ingbert,
1987, pp. 14 y ss. K. MOMMSEN ha analizado con finura la relación ambivalente de HERDER
con la Ilustración (vid. MOMMSEN, K., “Nachwort”, en HERDER, J.G., Journal meiner Reise im
Jahr 1769, ed. de K. Mommsen, Reclam, Stuttgart, 1992, pp. 227 y ss.).
HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. Tomo III: Siglo XIX664
tica de la razón respecto al habla anuncian en cierta medida el linguistic
turn y la moderna filosofía del lenguaje; sus estudios sobre la poesía po-
pular están en el origen de la filología comparada; su filosofía de la Histo-
ria —con su desafío a la noción ilustrada de progreso y su concepción de
las sucesivas civilizaciones como “esferas autocentradas” no susceptibles
de comparación o jerarquización— anuncia indudablemente el historicis-
mo alemán del siglo XIX (Ranke, Niebuhr, Savigny, Burckhardt); su vin-
dicación de las emociones frente al hiperracionalismo ilustrado prefigura
el Romanticismo; su crítica de la “alienación” servirá de modelo a protes-
tas similares de románticos y marxistas; sus aportaciones sobre la Ein-
fühlung como método de comprensión histórica prefiguran la hermenéuti-
ca de Schleiermacher y la teoría del Verstehen como vía de autoafirmación
epistemológica de las ciencias del espíritu (Dilthey, Simmel, Windelband,
etc.); sus estudios bíblicos están en la raíz de la Leben-Jesu Forschung deci-
monónica (Hase, Weiss, Schenkel) y, más genéricamente, de la exégesis
bíblica moderna; su “colectivismo” cultural y su énfasis en la religación
del yo respecto un acervo cosmovisional comunitario prefiguran la onda
intelectual de los actuales “comunitaristas” (Taylor, Sandel, etc.) ...
Pero la razón por la que Herder resulta más familiar al público es la
de su supuesta aportación a la génesis del nacionalismo: Herder pasa
por ser uno de los principales inspiradores de dicho movimiento. In-
tentaremos aquí establecer cuánto pueda haber de atinado en seme-
jante imputación: hasta qué punto y en qué sentido debe Herder ser
considerado uno de los padres del nacionalismo, y qué repercusión
pueden haber tenido sus aportaciones en ese terreno en la Historia de
los derechos humanos. Que la cuestión es espinosa queda acreditado
por la extraordinaria heterogeneidad2 de los juicios emitidos sobre el
particular por los estudiosos: hay quien ve en Herder al padre del na-
cionalismo tout court3, hay quien lo presenta como una figura destaca-
2Como bien se muestra en KNOLL, S. B., “Herders Nationalismus – Debatte ohne
Ende”, en OTTO, R. (ed.), Nationen und Kulturen: zum 250. Geburtstag Johann Gottfried Her-
ders, Königshausen & Neumann, Würzburg, 1987, pp. 239 y ss.
3“Las culturas o “pueblos” dotadas de iguales derechos se van a convertir a conti-
nuación en “naciones” definidas por una cultura común. Pues aquí [en Herder] está la
fuente de lo que lo solemos llamar “teoría étnica” de la nación” (DUMONT, L., L’idéologie
allemande: France-Allemagne et retour, Gallimard, París, 1991, pp. 24-25). En un sentido simi-
lar, vid. DUMONT, L., Essais sur l’individualisme: une perspective anthropologique sur l’id éolo-
gie moderne, Seuil, París, 2ª ed., 1985, pp. 138 y ss.; SEBRELI, J. J., El asedio a la modernidad:
crítica del relativismo cultural, Ariel, Barcelona, 1992, p. 170; FINKIELKRAUT, A., La derrota
del pensamiento, trad. de J. Jordá, Anagrama, Barcelona, 1990, pp. 10 y ss.
Capítulo XXXII: Johann G. Herder y los orígenes ... - FRANCISCO J. CONTRERAS 665
da del llamado “nacionalismo cultural”4 (que vendría a contraponerse
al “nacionalismo político”: tengo mis reservas sobre esta distinción,
como se verá infra)5; pero también hay quien estima que el pensamien-
to político de Herder nada tiene que ver con el nacionalismo6. Algunos
4Es quizás la posicións habitual, como sala W. KÖPKE (vid. “Der Staat – die
störende und unvermeidliche Maschine”, en OTTO, R., (ed.), Nationen und Kulturen, cit., p.
227). La adopta, por ejemplo, KOHN, H., Historia del nacionalismo, trad. de S. Cossío, Fondo de
Cultura Económica, Madrid-México, 1984, 2ª ed., pp.358-359. Vid. también KEDOURIE, E.,
Nacionalismo, trad. de J.J. Solozábal, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1ª reimpr.,
1988, pp. 40 y ss., y NÜBEL, B., “Zum Verhältnis von “Kultur” und “Nation” bei Rousseau und
Herder”, en OTTO, R., (ed.), Nationen und Kulturen, cit., p. 98. Aunque la referencia clásica es
ERGANG, R.R., Herder and the Foundations of German Nationalism, Columbia University Press-
P.S. King & son, Nueva York-Londres, 1931. Otras aportaciones sobre la idea de “nación cultu-
ral” en HERDER son: KÖPKE, W., “D as Wort Volk im Sprachgebrauch Johann Gottfried Her-
ders”, en Lessing Yearbook, XIX (1987), pp. 209-221; GROSSE, R., “Zur Verwendung des Wortes
Volk bei H erder” , en DIE TZE, W . (ed.) , Herder-Kolloquium 1978, Böhlau, Weimar, 1980, pp. 304-
314. Sobre la influencia de HERDER en los nacionalismos “culturales” eslavos y centroeuro-
peos, vid. KELLER, M., “Politische Seeträume und geschichtsphilosophische Entwürfe – Her-
ders Weg zu Rußland”, en KOPELEW, L., West-östliche Spiegelungen: Russen und Rußland aus
deutscher Sicht und Deutschland aus russischer Sicht, vol.2, Fink, Munich, 1992; así como: DMI-
TRIEVA, K., “Herder im Streit zwischen Okzidentalisten und Slawophilen um das russische
Nationalbewußtsein” y AVETISJAN, V.A., “Herders Aktualität bei slawischen Völkern heute”,
ambos en Nationen und Kulturen, cit., pp. 325-332 y 351-358; vid. también LEHMANN, U. (ed.),
Herder: Zur Herder-Rezeption in Ost- und Südosteuropa, Akademie-Verlag, Berlín, 1978.
5Vid. notas 46 y 47.
6En algunos de sus trabajos, BERLIN señala que HERDER fue “populista”, pero no
“nacionalista”. El populismo de HERDER se identificaría con “la creencia en el valor de la
pertenencia a un grupo o a una cultura; algo que, al menos en Herder, no es político, sino,
en cierto modo, anti-político; diferente e incluso opuesto al nacionalismo” (BERLIN, I.,
“Herder y la Ilustración”, en BERLIN, I., Antología de ensayos, ed . de J . Abe llán, trad . de F. Ji-
ménez Gracia, Espasa-Calpe, Madrid, 1995, p. 196-197). En un sentido similar: “Herder no
es el inventor ni el autor —como se dice a veces— del nacionalismo, aunque sin duda al-
gunas de sus ideas influyeron en el nacionalismo; él es autor de algo —no sé en realidad
cómo denominarlo— más semejante al populismo” (BERLIN, I., Las raíces del romanticismo:
Conferencias A. W. Mellon en Bellas Artes,1965, trad. de S. Marí, Taurus, Madrid, 2000, p. 93;
para un pronunciamiento análogo, vid. BERLIN, I., “La contra-ilustración”, en BERLIN, I.,
Contra la corriente: ensayos sobre historia de las ideas, trad. de H. Rodríguez, Fondo de Cultura
Económica, Madrid, 2ª reimpr, 1992, pp. 70-71). En otras ocasiones, sin embargo, BERLIN
se muestra dispuesto a conceptuar a HERDER como “nacionalista cultural”: “¿Es esto [la
doctrina herderiana sobre la pertenencia cultural, etc.] nacionalismo? Tomado en un sen-
tido literal, lo es. [...] Pero es importante dejar claro que el nacionalismo de Herder nunca
fue de tipo político” (BERLIN, I., Vico y Herder: dos estudios en la historia de las ideas, trad. de
C. González del Tejo, Cátedra, Madrid, 2000, pp. 231-232). Y en algún ensayo BERLIN llega
a referirse a HERDER como padre del nacionalismo: “Su aparición como una doctrina co-
herente quizás pueda situarse y fecharse en el último tercio del siglo XVIII en Alemania,
[...] en los escritos de [...] Johann Gottfried Herder” (BERLIN, I., “La rama doblada: Sobre el

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