Introducción Nosotros, los ibéricos

AutorModesto Barcia Lago
Páginas15-17

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Un tiempo nuevo exige de nosotros, los ibéricos, una mirada común en derredor y una prospección conjunta del porvenir. Sonó la hora histórica de la Iberidad, concepto histórico-cultural que defi nimos en su signifi cado operativo como confl uencia estratégica de cooperación ibérica en la proyección europea e internacional de España y de Portugal, en cuya confl uencia estratégica hacia las metas comunes consiste, cabalmente, el nuevo iberismo. El asentamiento de los dos Estados en los valores democráticos, posibilita el reencuentro fecundo de las ramas reverdecidas del venerable tronco hispánico, dejando atrás extravíos e incomprensiones mutuas de edades pretéritas en las que se dilapidaron, al servicio de ajenos intereses, las potencialidades de una gestión compartida de un espacio geopolítico perfectamente delimitado y desbordante de universalismo, sin por ello caer en las ensoñaciones del viejo iberismo político, que, por poner su horizonte en el objetivo irrealista de una unidad jurídica de soberanía en dos Naciones conscientes y orgullosas de su identidad respectiva, se sustenta ideológicamente sobre un revisionismo histórico incapaz de comprender las lecciones de Clío.

Pretenden las páginas que siguen, mostrar la empecinada obstinación con que el "viejo topo" ibérico, como un sempiterno Sísifo, urgido por la voluntad que anima el verso "mural" del poeta palestino M. Darwish, un día seré lo que quiero, reemprende, una y otra vez, la labor de construcción/reconstrucción de las galerías comunicantes que dan vida al sujeto transhistórico -¿el torguiano espíritu da Terra, animador de la síntesis de los tres vectores geopolíticos confl uyentes en el fi nis terrae occidental de Eurasia: el eurocontinentalismo, el mediterraneísmo, y el atlantismo oceánico?- que alienta en el solar de la antigua Hispania/Iberia, por debajo de las diferencias y contradicciones en que se desarrolla el curso del conflictivo acaecer cotidiano de las comunidades afi ncadas en la Península.

España y Portugal son dos construcciones nacionales esculpidas por la Historia, que estructuran, con dualidad de soberanías estatales incuestionables, el espacio del minicontinente peninsular y su proyección, y, si muchas veces mantuvieron la desorientación y descarrío de perspectivas divergentes, fue a pesar Page 16 de la percepción inevitable de su común conformación hispana. Ésta buscó sin descanso su propio ámbito de acción general para llenar el ortograma...

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