Introducción a la calidad en la edificación

AutorJesús Morant Vidal
CargoAbogado. Profesor asociado de la UMH
Páginas64-82

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I Introducción

En los últimos años venimos asistiendo a una enorme transformación del sector inmobiliario, a un verdadero “boom” del sector1, convertido en uno de los principales sectores económicos del país. Más ese espectacular desarrollo venía ya precedido también de no pocos problemas derivados de la aparición temprana de daños y defectos en los inmuebles, la carencia de garantías que avalasen su reparación y los problemas existentes para delimitar las responsabilidades de los distintos agentes intervinientes en el proceso constructivo, todo lo cual repercutía en una situación de indefensión de los usuarios en cuanto destinatarios finales.

Fue esa demanda social de una mayor calidad en las edificaciones, comprendida, porqué no, en el mandato del art. 47 de la Constitución2 al establecer que todos los españoles tienenPage 66 derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada, una de las preocupaciones fundamentales de la Ley de Ordenación de la Edificación3, para lo cual contiene una completa regulación de las exigencias técnicas y jurídicas de la edificación, fijando de este modo los requisitos básicos que deben satisfacer las edificaciones para asegurar una mínima calidad.

Actualmente el factor que condiciona el rumbo actual en la edificación es el de la búsqueda de la calidad, que a su vez actúa potenciando la competitividad, e, igualmente, existe un convencimiento unánime acerca de que avanzar hacia una edificación de calidad, adecuada para que todas las personas puedan usarla, en cualquier situación previsible en la que se encuentren, es un importante objetivo de nuestra sociedad.

Es por ello que en los últimos años hemos asistido, por parte de las distintas instancias con competencias legislativas y de control en la materia, a un importante esfuerzo en esta materia, esfuerzo que tiene su reflejo en la importante normativa en materia de calidad de la edificación y la vivienda producida en los últimos años, y en la que nos vamos a adentrar en las páginas siguientes.

II La calidad en la edificación

La calidad, es un término que hoy día encontramos en multitud de contextos y buena muestra de las múltiples acepciones que tiene es la definición que de esta palabra nos da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:

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Calidad. (Del lat. qualĭtas, -ātis, y este calco del gr. ποιότης). 1. f. Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Esta tela es de buena calidad. 2. f. Buena calidad, superioridad o excelencia. La calidad del vino de Jerez ha conquistado los mercados. 3. f. Carácter, genio, índole. 4. f. Condición o requisito que se pone en un contrato. 5. f. Estado de una persona, naturaleza, edad y demás circunstancias y condiciones que se requieren para un cargo o dignidad. 6. f. Nobleza del linaje. 7. f. Importancia o gravedad de algo. 8. f. pl. Prendas personales. 9. f. pl. Condiciones que se ponen en algunos juegos de naipes.

Sin embargo, desde un punto de vista más técnico y más adecuado a la materia que nos ocupa, y teniendo en cuenta la definición en su día acuñada por la Norma ISO 84024, se puede entender la calidad como el grado de concordancia de un objeto con sus especificaciones, y también como el grado de satisfacción que produce un bien o servicio.

Antecedentes históricos

El concepto de calidad como hoy lo entendemos surge en el siglo XX, aunque desde las primeras civilizaciones se aprecia la preocupación del hombre por el trabajo bien hecho y por la necesidad de atender algunas normas y asumir responsabilidades. Así, investigaciones arqueológicas demuestran que ya en el antiguo Egipto se hicieron los primeros intentos de normalización, con la adopción, 2000 años antes incluso de la construcción del templo de Amón (1524 a 1512 a.c.), del codo real como unidad de medida de longitud5. Hacia el año 1000 a.c., los griegos empleaban un sistema de medición basado en el codo corto egipcio (46 cm). El codo se subdividía en 24 daktyloi (dígitos), 16 de los cuales equivalían a la longitud de un pie (30 cm). El sistema griego se transmitió a los romanos, quienes subdividían el pie en 12 unciae (pulgadas). Un paso equivalía a cinco pies y mil pasos a una milla.

Ya en la Europa feudal, el artesano es el dueño del negocio; fija los precios, fabrica controlando con sus conocimientos profesionales las características de lo que realiza, y entregaPage 68 los pedidos comprobando previamente que tienen la calidad que él mismo ha fijado o que el cliente ha pedido.

En el siglo XIII, a medida que el trabajo artesanal se masifica, surgen en Europa los primeros Gremios artesanales, los cuales dispusieron una serie de normas para los materiales y productos que utilizaban.

El elevado espíritu que respecto a la calidad mantuvieron los Gremios desde su creación hasta su decadencia fue disminuyendo durante los siglos XVIII y XIX debido a los continuos conflictos sociales y a la definitiva consolidación de la revolución industrial. La era industrial cambió las estructuras europeas, pasando de una sociedad básicamente agraria, dependiente en gran medida de las industrias familiares y los gremios ciudadanos, al crecimiento de factorías en que se fabricaban grandes cantidades de productos. Se creó entonces el papel del supervisor como enlace entre los obreros y los propietarios de las fábricas, supervisores que tenían como misión la de inspeccionar la calidad, si bien eran realmente los propios operarios quienes controlaban la calidad6.

Posteriormente en el período de la Primera Guerra Mundial sí se dio de una forma más efectiva ese control de calidad del capataz que ya se esbozó durante la revolución industrial y entre las dos guerras aparece el control de calidad por inspección o lo que conocemos como el control de calidad moderno.

Sin embargo, la concienciación real sobre la importancia de la calidad no se asentó en occidente sino hasta los años 80, todo lo contrario que en Japón, que se benefició de la llegada de grandes expertos estadounidenses tras la Segunda Guerra Mundial7. Lo cierto es que la gestión de la calidad total no se desarrolla en occidente sino como respuesta al fuerte avance de los productos nipones.

Las últimas tendencias en calidad buscan alcanzar la excelencia, entendida como prácticas sobresalientes en la gestión del servicio y logro de resultados basados en conceptos fundamentales que incluyen: la orientación hacia los resultados, orientación al cliente, liderazgo y perseverancia, procesos y hechos, implicación de las personas, mejora continua e innovación, alianzas mutuamente beneficiosas, y responsabilidad social.

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La calidad en la edificación

Toda esta filosofía de la calidad tropieza con grandes obstáculos a la hora de ser aplicada en el ámbito de la construcción, porque la construcción tiene unas características propias que la diferencian del resto de la industria, y que hacen más difícil aplicar las técnicas de la calidad, básicamente por el hecho de que la construcción es una industria de carácter nómada, en la que la constancia de condiciones en materias primas y procesos es más difícil de conseguir que en otras industrias de carácter fijo.

A salvo de contadas excepciones, la construcción crea productos únicos y no en serie, y aún tratándose de productos idénticos, las características del terreno de cimentación siempre serán diferentes de un caso a otro.

Asimismo, se trata de una industria muy tradicional, y en la que se emplea mucha mano de obra con poca cualificación y con mucha eventualidad en cuanto al empleo, todo lo cual repercute en una baja motivación en el trabajo y en mermas de calidad, a lo cual nada ayuda el que normalmente en la construcción se trabaje a la intemperie, con dificultades en cuanto a protección en todos los sentidos.

En otro tipo de industrias que fabrican productos de vida limitada, el ciclo adquisición-uso-readquisición de un nuevo producto se repite varias veces en la vida del comprador, lo que origina una experiencia del usuario que repercute en la exigencia de calidad. En cambio, en la construcción, el producto es único o casi único en la vida del usuario, por lo que su experiencia no repercute ulteriormente en la calidad del producto.

A todo ello, se añade la circunstancia de que, mientras en otras industrias el mercado es más o menos estable, en la construcción, el mercado es oscilante y depende de forma muy marcada, entre otros factores, de la coyuntura política existente en cada momento y de la marcha general de la economía, sucediéndose sus ciclos de periodos punta y periodos valle de forma muy difícil de predecir, lo que dificulta el establecimiento de políticas de calidad estables en las empresas8.

III La calidad en la legislación sobre edificación

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Uno de los principales problemas que plantea la regulación de la actividad de edificación es la ausencia de toda referencia directa, ya en los arts. 148 y 149 CE, ya en los diferentes Estatutos de Autonomía de las distintas CCAA, a un expreso título constitucional relativo al concreto valor-bien de la edificación. Como es sabido, estas son las normas que deben determinar, en principio, el sistema de distribución competencial entre el Estado y las CCAA, y es esa ausencia la que hace que sea difícil establecer los títulos competenciales idóneos para justificar la regulación de esta materia por una u otra instancia territorial y, en consecuencia, qué legislador, el estatal o el autonómico, es el competente para regular la materia que nos ocupa.

Por un lado, el art. 148.1.3 CE ha descentralizado políticamente la competencia en materia de ordenación del territorio, urbanismo y vivienda...

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