Introducción

AutorRudolf Von Jhering
Páginas49-59
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CAPÍTULO PRIMERO
INTRODUCCIÓN
El derecho es una idea práctica, es decir, indica un n, y como toda idea de
tendencia, es esencialmente doble porque encierra en sí una antítesis, el n
y el medio. No basta con investigar el n, se debe además mostrar el camino
que a él conduzca. He aquí dos cuestiones a las que el derecho debe siempre
procurar una solución, hasta el punto de que puede decirse que el derecho no
es en su conjunto y en cada una de sus partes más que una constante respuesta
a aquella doble pregunta. No hay un solo título, ya sea por ejemplo el de la pro-
piedad, ya sea el de obligaciones, en que la denición no sea necesariamente
doble y nos diga el n que se propone y los medios para llegar a él. Mas el me-
dio, por muy variado que sea, se reduce siempre a la lucha contra la injusticia.
El concepto del derecho encierra una antítesis que nace de esta idea, de la que
es completamente inseparable: la presencia simultánea de la lucha y de la paz;
la paz es el término del derecho, la lucha es el medio para alcanzarlo.
Se podrá objetar que la lucha y la discordia son precisamente lo que el
derecho se propone evitar, porque semejante estado de cosas implica un tras-
torno, una negación del orden jurídico, y no una condición necesaria de su
existencia. La objeción podría ser correcta si se tratase de la lucha de la in-
justicia contra el derecho; pero aquí se habla de la lucha del derecho contra
la injusticia. Si en esta hipótesis el derecho no lucha, es decir, no hace una
heroica resistencia contra aquélla, se negará a sí mismo. Esta lucha durará
tanto como el mundo, porque el derecho habrá de prevenirse siempre contra
los ataques de la injusticia. La lucha no es, pues, un elemento extraño al de-
recho; antes bien, es una parte integrante de su naturaleza y una condición
de su idea.
Todo derecho en el mundo debió ser adquirido mediante la lucha; todos
los principios de derecho que están hoy en vigor han tenido que ser impuestos
mediante la lucha frente a quienes no los aceptaban, por lo que todo dere-
cho, tanto el derecho de un pueblo como el de un individuo, depende de que
estemos dispuestos a defenderlo. El derecho no es una idea lógica, sino una
idea de fuerza; he ahí porque la justicia, que sostiene en una mano la balanza
donde pesa el derecho, sostiene en la otra la espada que sirve para hacerlo
efectivo. La espada sin la balanza es la fuerza bruta, y la balanza sin la espada

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