Introducción

AutorPaul Coleman
Páginas25-33

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introducción

«—Cuando uso una palabra —dijo Humpty Dumpty en un enérgico tono cargado de desdén—, esta significa exactamente lo que yo quiero decir, ni más ni menos.

—La cuestión es —dijo Alicia— si es capaz de hacer que las palabras signifiquen tantas cosas distintas.

—La cuestión es —repuso Humpty Dumpty— saber quién manda aquí, nada más».

Lewis Carroll, Al otro lado del espejo, 18721La cuestión de cuándo la libertad de expresión debe ser limitada en una sociedad libre se planteó a lo largo del siglo pasado y sigue dominando el debate público actual. Los ejemplos son variados y abarcan desde la famosa analogía del juez Oliver Wendell Holmes al afirmar que «la protección más rigurosa de la libertad de expresión no protegería a un hombre que falsamente grita ‘fuego’ en un teatro y causa el pánico»2, hasta los debates posteriores a la Segunda Guerra Mundial sobre la criminalización de la negación del Holocausto o la abolición de las leyes históricas contra la blasfemia en el Reino Unido y otros países occidentales, donde los límites entre discurso aceptable e inaceptable se han debatido con pasión.

La libertad de expresión es considerada —con razón— una de las señas de identidad de una sociedad democrática sana y robusta. No es de sorprender, por tanto, que, al echar un vistazo a la escena internacional, veamos que los países más restrictivos con la libertad de expresión son, a menudo, regímenes opresivos y autoritarios. Pocos de nosotros nos sentiríamos cómodos en las calles de Pionyang, Teherán o Riad sujetando un megáfono desde el que criticar al régimen actual. Sin embargo, como demuestran los siguientes ejemplos, el hecho de que la situación sea comparativamente peor en otras partes del mundo no significa que Europa pueda afirmar con orgullo ser un bastión de la libertad. De hecho, si el grado en

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que protegemos, amamos y defendemos la libertad de expresión es una medida de nuestra democracia, es interesante considerar dónde están actualmente las naciones de Europa. Pero primero veamos qué ocurre fuera de Europa.

esquizofrenia de la libertad de expresión

Al mirar alrededor del mundo, podemos ver que la libertad de expresión siempre está bajo amenaza. En 2012 Alex Aan se enfrentó en su país natal, Indonesia, a una pena de cinco años de prisión por publicar en Facebook que «Dios no existe». El jefe de la Policía de Dharmasraya dijo al Jakarta Globe que la publicación incurría en «los criterios previstos para los casos de ofensa a la religión, en este caso, el Islam»3. En junio de 2012, Aan fue condenado a dos años y medio de cárcel. Es comprensible que su caso despertara una mezcla de consternación e indignación, sentimientos de los que se hizo eco la prensa internacional4y muchas organizaciones de derechos humanos hicieran campaña por su libertad —que finalmente se logró en enero de 2014—.5En Pakistán Asia Bibi, una cristiana con cinco hijos, se ha convertido en la primera mujer del país condenada por blasfemia. Ha permanecido encarcelada desde 2009 a la espera de su ejecución. Las infames leyes contra la blasfemia de Pakistán son bien conocidas en Occidente y las disposiciones penales que castigan «proferir palabras [con la] intención deliberada de herir sentimientos religiosos»6

han sido universalmente condenadas. La Unión Europea, por ejemplo, ha instado al gobierno paquistaní a reconsiderar su postura sobre estas leyes para lograr su abolición.7Periodistas en todo el mundo son multados y encarcelados de forma habitual por escribir sobre temas delicados, por lo que el representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) continúa publicando comunicados de prensa periódicos declarando que «la libre expresión no debería ser criminalizada»8en países como Rusia9, Turquía10y Kirguistán11; este último condenó recientemente a un periodista por «incitar al odio interétnico» en artículos de periódicos digitales. Asimismo, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas recomienda que los países «consideren la despenalización de la difamación»12y, en una audiencia reciente, el Comité de Derechos Humanos sostuvo que Filipinas había violado el derecho a la libertad de expresión después de que a un ciudadano se le impusiese una pena de cárcel por difamación.13Estos breves ejemplos revelan dos cosas. Primero, que el discurso sigue sin ser libre en muchos países, y segundo, que la crítica a las restricciones a la libertad de expresión es general, siempre y cuando esas restricciones ocurran fuera de las propias fronteras.

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Sin embargo, ¿tan lejos están las anteriores infracciones de la libertad de expresión de los incidentes que se están produciendo actualmente en Europa —un continente que se supone libre y tolerante—? Mientras que un hombre en Indonesia fue encarcelado por publicar que Dios no existe, a un obispo en Irlanda lo investigó la Policía por predicar que Irlanda tenía una «cultura secularista y atea»

14. Mientras que el artículo 298 del Código Penal paquistaní prohíbe pronunciar palabras con la intención deliberada de «herir los sentimientos religiosos», el artículo 141 del Código Penal de Chipre —miembro de la Unión Europea— prevé exactamente la misma disposición. Y mientras la OSCE afirma que «el discurso no debe ser penalizado» y el Parlamento Europeo condena las leyes contra la blasfemia de Pakistán, muchas instituciones europeas e internacionales continúan presionando para lograr más limitaciones a la libertad de expresión en Europa.

Por ejemplo, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI, según sus siglas en inglés) ha recomendado que el Derecho Penal sancione los «insultos públicos y la difamación» cuando revistan intencionalidad15; la Unión Europea ha adoptado una Directiva Marco que establece que los países pueden castigar conductas que sean «insultantes»16y el Comité de Ministros del Consejo de Europa ha declarado que los países deben «tener en cuenta que casos específicos de “discurso del odio” pueden ser igualmente insultantes para individuos o grupos que no gozan del nivel de protección que les brinda artículo 10 de la Convención...

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