Introducción

AutorJavier Valls Prieto
Páginas9-15

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La gran revolución producida en los últimos años en minería de datos unida al abaratamiento de los sistemas de almacenamiento de los mismos ha supuesto que en los últimos cinco años la minería de datos sea una pieza clave en el desarrollo de la sociedad en el S. XXI. Si a esto añadimos que en la actualidad se crean datos de forma exponencial a como se hacía en el pasado y que el sistema se alimenta de las aportaciones de los ciudadanos (la web 2.0) nos encontramos con que, como se ha denominado por los gurús, el Big Data es el petróleo de este siglo. Y toda esta revolución no se queda ahí, el emergente mundo del Internet of things, en el cual los aparatos estarán interconectados entre ellos y con las personas, va a crear multitud de datos por cada aparato conectado en una conexión directa con las necesidades de los consumidores.

En 2012 se crearon 2,72 zettabits (1021 bites) y se esperaba que se doblase en dos años1(se ha superado esta predicción) lo que convierte al análisis de datos en una fuente vital para el desarrollo de la tecnología y de la sociedad en sí. Las nuevas técnicas en minería de datos, además del análisis, son vitales para buscar soluciones a los nuevos retos que tiene la sociedad como pueda ser tráfico rodado, eficiencia energética, tratamientos personalizados de salud, incluidas las futuras amenazas en cuestión de seguridad o la prevención del crimen.

El término Big Data es un concepto que se desarrolla durante los primeros años de nuestro siglo y que rápidamente se adopta en el acervo popular. Básicamente se refiere a las nuevas técnicas de procesamiento que han tenido que utilizar los ingenieros para poder pro-

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cesar grandes cantidades de datos, ya que dicho procesamiento era inviable realizarlo con un solo ordenador. Para tener una idea de qué cantidad de datos estamos hablando sólo hay que pensar que compañías como Google o Facebook generan al día más datos que toda la información recogida en la biblioteca de Congreso de Estados Unidos 2. Podríamos considerar el Big Data como ver y entender la relación entre piezas de información que por sí solas no nos dicen nada. Esta técnica nos permite descubrir información relevante de datos que en principio no tienen mucho sentido. El Big Data se está utilizando en medicina, para regular el tráfico en las ciudades, para invertir en bolsa, para diseñar campañas publicitarias, etc., y también está siendo utilizado por países y grupos de delincuentes para derrocar a países. Ataques cibernéticos a instalaciones estratégicas de un Estado como puedan ser centrales eléctricas, suministro de agua, centrales nucleares, etc., información sobre reclutamiento de terroristas o de su formación, amenazas en la red, el tráfico de personas o de drogas son sólo algunas de las áreas en las que se podrá utilizar para combatir la delincuencia dentro del ámbito de actuación del Código Penal. Es por ello, que su uso es una pieza clave de la defensa de un Estado en el S. XXI.

Como todo avance tecnológico tiene sus pros y sus contras, sus beneficios y sus riesgos. De manera similar a la energía nuclear que se utiliza para mejorar la calidad de vida de un país y al mismo tiempo podría ser un riesgo para la sociedad, como se ha podido ver en los casos de Chernóbil y Fukushima, el Big Data tiene un lado positivo, el beneficio a la hora de tomar decisiones, pero también tiene unos riesgos, la amenaza que supone para la intimidad de las personas. Los datos que se utilizan son aportados por los usuarios tecnológicos –usuarios de redes sociales o de Internet– y, al mismo tiempo, por los administrados de los servicios públicos –servicio de salud o de educación– o los consumidores para recibir determinados servicios –compradores on-line que suministran datos como domicilio, teléfono, dirección de correo...

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