Introducción
| Autor | Josefa Dolores Ruiz Resa |
| Páginas | 11-24 |
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INTRODUCCIÓN
Era el 9 de marzo de 1938 cuando se promulgaba el Fuero del
Trabajo por Decreto de la Jefatura del Estado. Se trataba de una
de las primeras normas dadas por el general Franco y su
gobierno, todavía provisional, que empezaba a ejercer funciones
políticas en paralelo al todavía existente gobierno de la
República. Entre otras cosas, en aquel Fuero se establecía que
todos los españoles tenían derecho al trabajo siendo su
satisfacción misión primordial del Estado. También se decía que
el trabajo era un deber social que se exigiría inexcusablemente, en
cualquiera de sus formas, a todos los españoles no impedidos,
siendo considerado tributo obligatorio al patrimonio nacional, y
que ese deber de trabajar era consecuencia del deber impuesto al
hombre por Dios, para el cumplimiento de sus fines individuales
y para la prosperidad y grandeza de la patria. Al mismo tiempo,
el Estado se comprometía a vigilar y defender al trabajador, su
vida y su trabajo, limitando la jornada laboral, prohibiendo el
trabajo nocturno de mujeres y niños, liberando a la mujer casada
del taller y de la fábrica, manteniendo el descanso dominical
como condición sagrada en la prestación del trabajo, obligando a
respetar las festividades religiosas y civiles declaradas como tales
y a asistir a las ceremonias que el Movimiento ordene, todo ello
sin pérdida de retribución, y reconociendo igualmente el derecho
a las vacaciones anuales remuneradas, elevando el nivel de vida
de los trabajadores, y velando por la continuidad y seguridad en
el trabajo.
¿De dónde surge este discurso ante el trabajo y sus derechos,
erigido en norma jurídica cuando todavía se estaba en plena
guerra civil, y con antelación a cualquier otra previsión
institucional? ¿Difería del que existía con anterioridad? ¿Cómo se
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