Introducción

AutorJaume Curbet
Páginas7-10

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Un título viene a ser, casi siempre, un ejercicio de compresión. Se presupone que la posterior lectura del texto desplegará ante nuestros ojos el significado -en muchos casos intencionadamente enigmático- del mensaje constreñido en la inevitable brevedad de su encabezamiento. Claro está que la cosa se complica cuando, a la inevitable concisión, se le añade la utilización de palabras que no figuran en el diccionario o bien de recursos jeroglíficos. Entonces, el desconcierto del posible lector puede alcanzar cotas imprevisibles. Cabe reconocer que nos encontramos, sin lugar a duda, ante uno de esos casos: La glocalización de la (in)seguridad. ¿Qué significa glocalización? ¿De qué se trata aquí, de la realidad de la inseguridad o bien de las estrategias destinadas a convertirla en seguridad? Se imponen, por consiguiente, por lo menos dos aclaraciones previas.

Primera

Glocalización es un término utilizado por algunos sociólogos. Ulrich Beck -conocido por su popularización del paradigma de la sociedad del riesgo- retomándolo de Robertson, lo usa para señalar la realidad de un Estado-nación en fase de explosión! implosión. Si el espacio Estado-nación se revela demasiado pequeño ante los nuevos flujos sociales, económicos y tecnológicos, se muestra en cambio demasiado grande para gestionar o representar la creciente diversificación y diversidad que aparece en su seno, dejando así un espacio emergente al ámbito local (Borja y Castells, 1999).

Justamente, el primero de los propósitos de este texto consiste en ofrecer elementos de reflexión acerca del proceso de glocalización que, juntamente con el de privatización, está desgajando el núcleo mismo del Estado-nación: el mono-polio de la violencia y, en su versión más reciente, la función de proveer de seguridad pública a la comunidad.

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No parece que nos hallemos ante un proceso anodino sino profundamente significativo y, por qué no, incluso inquietante. Este desgarro del poder estatal, por supuesto, no se trata de un proceso ordenado, debatido democráticamente y aplicado serenamente. Tampoco se vislumbra, por el momento, alternativas claras a la seguridad pública garantizada, exclusivamente, por el Estado-nación, ni en el plano internacional ni tampoco en la dimensión subestatal.

Entiendo, por consiguiente, que no estaría fuera de lugar devolver, sin más dilación, a la esfera democrática de la deliberación colectiva la consideración de los efectos de todo...

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