La Internacional Situacionista hoy

AutorRaoul Vaneigem
Páginas31-32

* Traducción de Julia Gutiérrez Arconada.

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La tradición quiere que en el albergue español cada uno traiga bebida y comida para que todo sea puesto en común para agrado de todos.

En el albergue que han abierto, el tiempo de un reencuentro esencial, los situacionistas ofrecieron, con un sentido innegable de la fiesta y del banquete, un pensamiento crítico cuya radicalidad sigue siendo ignorada. Un común desagrado del viejo mundo y de la existencia sin atractivo, erigido en norma, había inspirado a un puñado de individuos salidos de los medios más diversos la resolución de acabar con las condiciones humanamente inaceptables para crear unas nuevas.

Cada uno aportaba en la aventura lo que le era propio. Era obvio que la especificidad de los intereses pasionales engendraba, a más o menos largo plazo, divergencias, incluso oposiciones, acercando a unos y alejando a otros. El rastro de esos recorridos no testimonia solamente orientaciones electivas de los miembros del grupo, prefiguró una serie de aperturas y de impasses entre los cuales el siglo XXI tendrá que elegir.

El efímero aparcamiento de caravanas en el que los situacionistas habían parado, a la vuelta de una historia sobre la cual apenas comienzan a influir, ha sido, como ellos quisieron, una avanzadilla implantada en el mundo dominante. Ahí se formó con un

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rigor y una precisión que corresponde a las generaciones llevar sin cesar más adelante, el proyecto de una sociedad y de una vida radicalmente nuevas.

Ese lugar, cuyo sentido sólo se sostenía en sus habitantes, se convirtió, una vez abandonado por los situacionistas, en un museo, una oficina espectacular, una guarida mundana de esas ideologías que ellos execraban por encima de todas: el situacionismo.

Al silencio que durante cincuenta años ha mantenido la Internacional situacionista en el ostracismo, ha sucedido el estrépito de su recuperación mundana. Otra forma de mutismo tomó así el relevo de la ignorancia, la del espectáculo, en el que la existencia arrancada de la vida es puesta al servicio de su representación capitalizada.

El situacionismo ha alcanzado el panteón de las ideologías. Si su historia es expuesta en los anfiteatros de la cultura como un cadáver indiferente de gloria o de desprecio, su devenir, en tanto que vida inacabada, no aparece por ninguna parte.

Muchas de esas ideas adornan las cabezas, muy pocas han pasado al cuerpo. Tal vez sea el momento de devolverlas a la vida cotidiana de la que...

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