La inteligencia corporativa en las entidades financieras

AutorRafael José de Espona
CargoDoctor en Derecho. Académico Correspondiente de la Real de Jurisprudencia y Legislación (Instituto de España)
Páginas292-311

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1. Introducción

La actual configuración del modelo económico del mundo desarrollado ha creado un sistema financiero interconectado que engloba mercados, productores y consumidores. El proceso de globalización iniciado a partir del año 1991 y la integración de las comunicaciones a escala mundial han ampliado la interrelación del sistema financiero, que desarrolla diariamente a vertiginoso ritmo un gran volumen de operaciones a lo largo del mundo. Asimismo, los avances experimentados en el campo de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones y la informática han potenciado este sector con nuevas dimensiones del negocio financiero, como es la banca electrónica. Todo ello atestigua la aparición de nuevos cauces por los que la tendencia ya descrita por Max Weber a comienzos del siglo XX ha alcanzado altas cotas de complejidad, dinamismo y difusión (Weber, 1904).

La crisis financiera del año 2008 iniciada en Estados Unidos y extendida a Europa, aunque todavía no ha concluido, ha dejado ya importantes lecciones aprendidas. Una de ellas ha sido la constatación de cómo fallos analíticos generalizados no fueron advertidos a tiempo por los organismos supervisores (tanto bancarios como bursátiles) y agencias de calificación, sobre mercados (i.e. distorsión de las cuentas públicas de Grecia), entidades (i.e. situación de insolvencia de los bancos islandeses), activos (i.e. exagerada valoración de los activos inmobiliarios) y productos financieros (i.e. hipotecas sub-prime).

En una primera aproximación, se plantean dudas sobre la naturaleza de dichos errores analíticos, los cuales, por su alcance estratégico, se han me-tastatizado en el sistema financiero con un efecto expansivo e imitativo a lo largo del sector, incluyendo organismos supervisores, entidades, mercados y consumidores. Si bien las consecuencias económicas de la crisis financiera se han notado a nivel global, hay zonas del mundo que no se han resentido tanto en virtud de su diferente grado de integración en el sistema financiero y exposición al riesgo del sector inmobiliario o al crédito interbancario.

En el sector financiero se opera esencialmente con información, sin bienes materiales. Activos, pasivos y servicios parten de productos financieros que son una combinación de reglas de valor, cuantificando elementos de la realidad que conjugan las necesidades de recursos con las de quienes son ex-cedentarios. La fluctuación de los mercados y los indicadores micro y ma-

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croeconómicos ajustan permanentemente las valoraciones; así, el dinamismo del sector financiero es alto, cuando no volátil. La cuantificación de la realidad material y de los eventos inmateriales (i.e. crisis de gobierno) se realiza de un modo relativo, según el impacto que genera en los componentes del sistema (i.e. cotización en bolsa). Toda esta información, tanto la propiamente financiera como la que, no siéndolo, tiene impacto sobre el sistema, ha de ser procesada para extraer de la misma un conocimiento de la realidad del sector financiero.

La aplicación de la Inteligencia al ámbito económico ha dado origen a una de sus ramas, la Inteligencia Económica, la cual, en tanto que sea empleada por y sobre el ámbito corporativo, denominamos Inteligencia Corporativa, cubriendo simultáneamente tanto aspectos del negocio, como de la tecnología y los competidores, entre otros.

Es propósito de este breve estudio considerar si la Inteligencia, concretamente desarrollada como Inteligencia Corporativa en el sector financiero, con un enfoque holístico, podría haber predicho mejor la crisis financiera del año 2008, al orientar su análisis partiendo de fuentes de información no sólo exclusivamente financieras y al emplear metodologías propias.

Asimismo, también ponderamos la utilidad como herramienta de esta disciplina en lo concerniente a la Contrainteligencia, en la medida en que acontecimientos de corte similar a los acaecidos durante la crisis financiera puedan ser inducidos bien por competidores o bien por servicios de inteligencia, actuando encubiertamente en el ámbito del mercado financiero u otros sectores económicos.

La comprensión de los aspectos esenciales de la estructura del sistema financiero es básica para que el empleo de la disciplina de Inteligencia pueda generar el máximo rendimiento. Más aún, si la utilización de dicha herramienta parte de un departamento de Inteligencia Corporativa, es necesario conocer sus particularidades y la óptica funcional propia de este tipo de órganos, los cuales, por ser privados y orientados al negocio, revisten ciertas particularidades en su configuración y funcionamiento.

En todo momento ha de tenerse presente que la estabilidad del sistema financiero se trata de una cuestión de seguridad nacional, puesto que su importancia económica —de alcance estratégico y estructural— trasciende los intereses meramente privados o del negocio.

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2. Consideraciones sobre la estructura del sistema financiero

En lo que atañe a nuestro objeto de estudio —la aplicación de la Inteligencia Corporativa al sector financiero—, sin ánimo de realizar una exposición profusa del sistema financiero internacional en el marco del cual se integra el español, someramente enumeraremos los aspectos más relevantes de su funcionamiento: supervisores, operadores, mercados, consumidores; activos, pasivos y servicios, así como sus principios operativos.

Tras caída de la URSS, el modelo capitalista de libre mercado imperante en Estados Unidos y Europa deviene hegemónico, hasta el punto de que incluso economías planificadas comunistas como China lo han adoptado, potenciándose a medida que el proceso de globalización avanza. En este modelo, el sector financiero se ha erigido como elemento estructural de carácter central. Inclusive, particularidades regionales o locales como la banca islámica se integran en el sistema financiero internacional.

Se denomina sistema financiero al conjunto de instituciones y entidades, medios y mercados —crediticios y de valores— en el que se desarrolla la actividad financiera, consistiendo ésta en la canalización de recursos entre sujetos excedentarios y deficitarios. La esencia del negocio reside en el lucro al conciliar oferta y demanda de liquidez, pues el crédito está intrínsecamente sujeto a interés.

El sector financiero aglutina el mercado bancario y el mercado bursátil, siendo las divisas instrumento y a la vez objeto en sí de comercialización. La actividad financiera bancaria posee la capacidad de creación artificial de dinero —se crea dinero del propio dinero, en un proceso retro alimentativo— administrando las propiedades de liquidez. Aparte de los depósitos y créditos básicos, la complejidad de los productos financieros incluye estimaciones de futuro, derivados con diversas fórmulas (i.e. warrants), a lo cual se añade un elenco de servicios financieros que gestiona el sinnúmero de transacciones económicas que se realizan. Por su parte, la actividad bursátil desarrolla la compra-venta de títulos de valores y ajusta la cotización conforme a las reglas de oferta y demanda.

En cuanto al sistema monetario, las divisas poseen un valor convencional, siendo la moneda la unidad de medida en las transacciones económicas. Están sujetas a fluctuación, por lo cual compete a la política monetaria gestionar esta variable. El control de la cantidad de dinero en circulación, el IPC y

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la tasa de inflación (el criterio limitativo busca mantenerla por debajo del 2%) corresponde a la potestad pública, residiendo el privilegio de emisión de billetes en los bancos centrales, que realizan la vigilancia del sistema crediticio. Todo ello acontece en un marco de gestión del riesgo y la necesidad general de estabilidad sistémica, en un entorno de alta competitividad que conlleva la maximización del beneficio y los márgenes en la cadena de valor financiera (Sanchís Palacio etal., 2002: pp. 38-40 y 42-43).

La transnacionalidad financiera actualmente imperante ha sido posible —aparte de por el crecimiento exterior de las entidades y los procesos de fusiones y adquisiciones— gracias a las regulaciones liberalizadoras, aperturis-tas y poco restrictivas sobre el control de cambios en las transacciones financieras con el exterior, las cuales se han consolidado en los países con economías más desarrolladas, acomodando la dinámica de capitales a los flujos económicos en sus operaciones internacionales (Herrero, 2009: p. 63).

Entre los organismos estatales a los que corresponden labores de supervisión y control del sector financiero (incluyendo la vigilancia sobre la solvencia y transparencia informativa), así como política monetaria, destacan los bancos centrales, siendo el español el Banco de España. Junto a él, el sector financiero es monitorizado por el Ministerio de Economía, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones y la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias. En el caso de España, en virtud de su pertenencia a la UE y al sistema monetario de la zona euro, el Banco de España está supeditado al Banco Central Europeo, así como forma parte del Banco Internacional de Pagos de Basilea.

Las entidades que desarrollan el negocio financiero —el cual es básicamente de intermediación y transformación— son fundamentalmente bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito, actuando también las aseguradoras y fondos de inversión (Sanchís Palacio et al., 2002: pp. 13-18). La especificidad orgánica y funcional de los bancos de inversión y los fondos soberanos les erige como entidades dotadas de especiales capacidades analíticas sobre el...

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