Integración de la teleasistencia en los servicios asistenciales generales

AutorJames Barlow, Steffen Bayer y Dick Curry

Relevancia: La experiencia actual demuestra que hay problemas para que la teleasistencia sobrepase el nivel de experiencia piloto o demostración. La teleasistencia sólo desempeñará un papel importante para cubrir las necesidades de las personas y las sociedades si se establecen políticas que apoyen su integración en los servicios asistenciales generales.

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Los retos de una sociedad que envejece

En toda Europa se está planteando el desafío de prestar apoyo a una tercera edad vulnerable, a medida que las sociedades envejecen (Constantelou y Zambarloukos, 2002). Mientras que, en el año 2000, aproximadamente el 16 % de la población de los 15 estados miembros de la UE superaba los 65 años, las proyecciones demográficas indican que esta proporción aumentará probablemente hasta el 25 % en las dos próximas décadas. La situación difiere en los distintos estados miembros, en cuanto a la distribución por edades, en el papel de las familias en la prestación de asistencia a sus miembros y en el coste y disponibilidad de personal asistencial. Sin embargo, aun en los países del sur de Europa, actualmente en mejor posición a este respecto, las tendencias demográficas, combinadas con el cambio económico y social, dificultarán cada vez más la prestación de asistencia. Junto con la creciente demanda derivada de una población que envejece, las expectativas de los consumidores de servicios sanitarios están creciendo, y está apareciendo un consumismo en los pacientes, que demandan más opciones en cuanto a tratamiento y servicios (PricewaterhouseCoopers, 1999).

Junto con la creciente demanda derivada de una población que envejece, las expectativas de los consumidores de servicios sanitarios están creciendo, y está apareciendo un consumismo en los pacientes, que demandan más opciones en cuanto a tratamiento y servicios

Posibilidades de la tecnología de teleasistencia

La teleasistencia consiste en la prestación de asistencia sanitaria y social a las personas en sus hogares o a la comunidad, con apoyo de dispositivos propiciados por las tecnologías de la información y la comunicación (Tang et al., 2000). Puede ayudar a las sociedades a cubrir las necesidades asistenciales de sus miembros ancianos y enfermos, así como las de los discapacitados más jóvenes o las de los enfermos crónicos. La teleasistencia se puede considerar, pues, como parte de la sanidad electrónica (Richardson et al., 2002), como una aplicación de ésta cuyos servicios están específicamente dirigidos a las personas vulnerables. Difiere, pues, de los servicios de telemedicina, que se pueden definir como aquéllos que facilitan el intercambio de información entre los profesionales sanitarios (por ejemplo, médicos generales y especialistas). La teleasistencia se basa en la premisa de que las personas que necesitan asistencia deben ser capaces de participar en la comunidad tanto como sea posible y durante todo el tiempo posible. La asistencia debe, pues, prestarse donde sea más adecuado y, en principio, en cualquier lugar en los entornos físicos normales. En distintos momentos, puede ser en el hogar, en residencias asistenciales "de baja intensidad" o con carácter móvil, en la vida cotidiana normal. Se han desarrollado diversas tecnologías para apoyar la prestación de asistencia a distancia y por medios electrónicos, y se han realizado diversos ensayos, muchos de ellos como parte de proyectos de investigación de la UE.

Se pueden distinguir dos tipos principales de servicios de teleasistencia: el suministro de información y la gestión de riesgos. El primero de ellos puede proporcionar información personalizada o no personalizada

Se pueden distinguir dos tipos principales de servicios de teleasistencia: el suministro de información y la gestión de riesgos (Barlow et al., 2003). Los servicios de suministro de información proporcionan información personalizada o no personalizada, bien por iniciativa del proveedor del servicio o a petición del cliente (tabla 1). Ejemplos reales o potenciales son los servicios de asesoría sanitaria general o personalizada o los recordatorios personalizados, por ejemplo como parte de un programa para dejar de fumar. También formarían parte de la teleasistencia los servicios diseñados para favorecer la inclusión social, mejorando la comunicación para quienes están en peligro de quedar aislados. Estos servicios de información se pueden proporcionar de varias maneras: por teléfono (fijo o móvil), por Internet, a través de la TV por cable o satélite, etc.

Tabla 1. Servicios de suministro de información

A iniciativa del proveedor A petición del cliente

Personalizados

Apoyo y consejo personalizados Consejo personalizado en

para las necesidades concretas respuesta directa a la pregunta

de un cliente de una persona, clasificación,

Dirigido por profesionales pero acceso a grupos de auto-ayuda

no autogestionado, por ejemplo Dirigido por profesionales

asistencia para dejar de fumar. por ejemplo Sistema Nacional de

Salud directo

No personalizados

Información y consejos generales Información general sobre

sobre base ad hoc. temas de salud y estilos de vida

No dirigido por profesionales, Puede estar dirigido por

por ejemplo, alertas sobre polen y profesionales, por ejemplo, sitios

recordatorios para tomar web para pacientes con enfermedades

antihistamínicos concretas o sitios web de asesora

miento general sobre la salud y estilos de vida.

Fuente: investigación de los autores

La teleasistencia como servicio de gestión de riesgos utiliza sensores para realizar medidas en el cuerpo o en el entorno (por ejemplo, el hogar) de un individuo

La teleasistencia como servicio de gestión de riesgos utiliza sensores para realizar medidas en el cuerpo o en el entorno (por ejemplo, el hogar) de un individuo. Los datos recogidos por estos sensores se transmiten a un centro de control que actuará entonces en consecuencia: procesando y transmitiendo los datos a un profesional sanitario, proporcionando apoyo a distancia, promoviendo una respuesta de urgencia o alertando a un pariente o a un vecino.

La teleasistencia como parte de la asistencia individual

Aunque, en algunos casos, la teleasistencia, en particular la del tipo de suministro de información, puede ser un servicio independiente, a menudo exige una estrecha integración con otros servicios que reciben las personas. La teleasistencia para la gestión de riesgos generalmente forma parte del conjunto de servicios asistenciales para las personas en la comunidad. Este conjunto incluye formas convencionales de asistencia, como la visita, medicación y terapia domiciliarias, y también la tecnología asistencial y las adaptaciones del hogar. Cada plan asistencial, diseñado para una persona, puede tener también un componente de teleasistencia, si es adecuado. En efecto, la teleasistencia puede formar parte de la gestión de riesgos que realiza cualquier profesional sanitario. Puede transformar un entorno inadecuado en otro que sea suficientemente seguro para un paciente. La teleasistencia puede realizar distintas funciones dentro del conjunto asistencial: puede facilitar el acceso a servicios existentes, puede ampliar esos servicios para incluir promoción y mantenimiento de la salud, y puede crear y suministrar nuevos servicios. Puede, por tanto, contribuir a un sistema de asistencia sanitaria y social que respete la dignidad y la intimidad de las personas, que les ofrezca distintas opciones sobre las circunstancias en las que viven y que les permita mantener sus relaciones sociales.

La gestión de riesgos por teleasistencia puede transformar un entorno inadecuado en otro que sea suficientemente seguro para un paciente

Hay, sin embargo, ciertos peligros en el uso inadecuado de la teleasistencia. Una teleasistencia deficientemente concebida puede plantear dificultades adicionales a los cuidadores no profesionales. Sin embargo, unos servicios bien diseñados y la implicación de dichos cuidadores en el proceso de toma de decisiones contribuirán a evitar este peligro. Otro peligro que debe evitarse es que la asistencia conduzca a un mayor aislamiento de las personas vulnerables. La teleasistencia debe ayudar a que las personas participen en la comunidad y no debe reemplazar al contacto humano. Debidamente ejecutada, puede reforzar la calidad de la asistencia cara a cara, por ejemplo, sustituyendo varias visitas de comprobación apresuradas de un cuidador de la comunidad, por una visita más larga, que permita satisfacer las necesidades emocionales del cliente.

Implementación de la teleasistencia

Aunque sus beneficios potenciales se han reconocido ampliamente en la política sanitaria, hay pocos ejemplos de servicios de rutina que utilicen la teleasistencia y la telemedicina. Dadas las prometedoras perspectivas de estas tecnologías, resulta frustrante su uso relativamente limitado en los servicios de rutina.

El éxito de la puesta en práctica de los servicios de teleasistencia depende de que las tecnologías subyacentes se configuren de una forma que satisfaga las necesidades concretas de los proveedores de asistencia sanitaria y social y de las personas que reciben la asistencia. Las interfaces bien adaptadas, sin impedimentos y fáciles de utilizar son un requisito clave, si se quiere que la teleasistencia se convierta en parte integral de la asistencia a grupos de pacientes y clientes que no están familiarizados con su tecnología. Además, las tecnologías deben ser muy fiables, de modo que presenten un nivel de riesgo aceptable para los pacientes y los profesionales asistenciales.

Tabla 2. Tipos de teleasistencia para gestión de riesgos

Servicios de gestión de riesgos Medidas

Seguimiento fisiológico- signos vitales Continuo o periódico

Pulso: velocidad y variabilidad, electrocardiograma

Presión sanguínea

Temperatura basal

Velocidad de sedimentación, perfil, contenido de oxígeno en sangre (fotopletismografía)

Velocidad de respiración, flujo máximo, relación inspiración/expiración (espirometría)

Sudor (respuesta galvánica de la piel)

Palidez, inflamación de la garganta (colorimetría)

Sonidos del corazón y de la respiración

Actividades de apoyo de la vida cotidiana

Movilidad/seguridad del cliente (sensor infrarrojo pasivo)

Caída y temblor (acelerómetro)

Ocupación de una habitación (símbolo inductivo)

Identificación y localización de personas (símbolo inteligente infrarrojo)

Utilización de la cama (sensor piezoeléctrico)

Contribución a que el entorno

doméstico sea seguro y adecuado

Temperatura ambiente

Ruido

Consumo de energía/uso de electrodomésticos (mordaza helicoidal)

Alarma de incendio/humo

Escape de gas (por ejemplo, cocina abierta)

Inundación

Alarmas de seguridad

Fuente: tomado de varias fuentes, p.ej. Williams et al. (1998).

El éxito de la puesta en práctica de los servicios de teleasistencia depende de que las tecnologías subyacentes se configuren de una forma que satisfaga las necesidades concretas de los proveedores de asistencia sanitaria y social y de las personas que reciben la asistencia

El éxito técnico solo no se traducirá en una difusión generalizada de las tecnologías de teleasistencia. Estas tecnologías y servicios se deben desarrollar e implementar de una forma que satisfaga las necesidades de las personas vulnerables, de sus cuidadores y de todas las partes interesadas. En el caso de las aplicaciones teleasistenciales, estas necesidades son complejas, debido, no en último término, a la variedad de interesados. Las "necesidades" se deben entender en su sentido más amplio, incluyendo la eficacia de la asistencia, la relación coste-beneficio, la capacidad de aceptación para los pacientes, la fiabilidad técnica, el cumplimiento de los requisitos legales y la compatibilidad con el sistema de asistencia sanitaria y social. Esto último exige la compatibilidad con la organización que proporciona los servicios y la capacidad de integración con los sistemas de información que apoyan el suministro de los servicios, como los registros electrónicos de pacientes (Woolham y Frisby, 2002). Para que la teleasistencia llegue a ser una parte satisfactoria del servicio asistencial general, debe contribuir a un mejor uso de los limitados recursos financieros y, en muchos países, del escaso personal asistencial. Las políticas necesarias para alcanzar este objetivo variarán según los países, y dependerán del sistema general de asistencia sanitaria y social, especialmente del papel de las organizaciones públicas y privadas en la provisión y financiamiento de la asistencia.

La integración con otros servicios que reciben las personas exige que se salven las diferencias que existen en las culturas organizativas entre los profesionales de la asistencia sanitaria y social. Con frecuencia, los distintos actores no son suficientemente conscientes del papel de los otros en la prestación de la asistencia. Además, la percepción de los riesgos y la evaluación de su aceptación varían entre los distintos tipos de profesionales asistenciales. Salvar estas dificultades es complicado, debido a las diferencias percibidas en el estatus y en las jerarquías establecidas durante mucho tiempo.

Junto con la compatibilidad con los objetivos de los sistemas nacionales de asistencia, la implementación de la teleasistencia ha de cumplir los objetivos comerciales de las organizaciones que participen

Junto con la compatibilidad con los objetivos de los sistemas nacionales de asistencia, la implementación de la teleasistencia ha de cumplir los objetivos comerciales de las organizaciones que participan. Hasta ahora, los modelos comerciales para el suministro de servicios de teleasistencia no son claros, debido en parte a la gran variedad de interesados potenciales. Algunos de ellos se enumeran en la tabla 3, junto con algunos problemas que pueden influir sobre su participación futura.

Tabla 3. Posibles participantes en los servicios de teleasistencia

[Tabla no disponible]

Los modelos comerciales variarán no sólo en función de cada aplicación teleasistencial concreta y su grado de adaptación a los sistemas asistenciales existentes, sino también en función de las necesidades de las partes interesadas. Un modelo futuro puede consistir en reunir la teleasistencia con otros servicios proporcionados a las personas en sus casas o en otros lugares. Por ejemplo, algunas formas de teleasistencia basadas en la información pueden proporcionarse por Internet, conjuntamente con otros servicios generales de entretenimiento o educativos; ciertos servicios de seguridad en el hogar se pueden proporcionar conjuntamente con los servicios de agua, gas y electricidad, con los servicios de telecomunicación y con las alarmas contra ladrones (Barlow et al., 2002).

Política de apoyo a la teleasistencia: evolución, no revolución

La teleasistencia sólo llegará a ser una parte importante de los servicios asistenciales si se establecen normas técnicas y políticas adecuadas, a nivel nacional y a nivel europeo. No es concebible que la teleasistencia traiga un cambio radical de todo el sistema de asistencia sanitaria y social, sino que será necesaria una evolución de los sistemas actuales, partiendo de ellos y de un reconocimiento de las peculiaridades de los servicios basados en la teleasistencia: qué conocimientos son necesarios, qué efectos tendrán sobre la distribución de costes y beneficios y sobre los procesos asistenciales. La introducción de la teleasistencia vendrá dirigida por sus objetivos y por su encaje en el sistema de asistencia sanitaria y social general; los medios de suministro, propiciados por las TIC, deben ser secundarios. Por tanto, los modelos de teleasistencia deben ser específicos de los servicios que proporcionan, de la disponibilidad de servicios y tecnologías complementarios y del entorno político y económico. Sin embargo, sin una política gubernamental adecuada, no es probable que se produzca un desarrollo importante. Las áreas clave del cambio político serían, entre otras, el marco legal de la teleasistencia (por ejemplo, privacidad de los datos, ética, responsabilidad legal) y los mecanismos de reembolso o pago de los servicios. Los políticos deben establecer también mecanismos que favorezcan el aprendizaje, a través de proyectos y localidades, y desarrollar una base de conocimientos más coherente. Algunos de los medios para lograr estos fines podrían ser las bases de datos de servicios, los instrumentos para los facultativos y las evaluaciones comparativas, desde una perspectiva trans-nacional.

Se necesitan mecanismos que favorezcan el aprendizaje, a través de proyectos y localidades, y desarrollar una base de conocimientos más coherente, que incluiría bases de datos de servicios, instrumentos para los facultativos y evaluaciones desde una perspectiva transnacional

Para superar la naturaleza transitoria de muchos proyectos de teleasistencia y avanzar hacia su uso generalizado, será necesario cambiar la orientación de esta actividad, desde una situación basada en la financiación de la I+D y de proyectos individuales, a otra en que se preste apoyo a los canales generales. Dependiendo de la estructura del sistema nacional de asistencia sanitaria, puede ser necesario conceder subvenciones para contribuir al lanzamiento de servicios que estén diseñados para una distribución general, en lugar de financiar proyectos limitados en el tiempo.

Que la teleasistencia deba planificarse a nivel local o nacional dependerá de la escala que sea viable para el servicio concreto. Es probable que, debido a las economías de escala, ciertos servicios basados en la información hayan de implementarse a una escala bastante mayor que los servicios típicos de gestión de riesgos. Es deseable que los servicios con grandes requisitos de integración sean desarrollados por los responsables de la prestación de asistencia general. Así pues, los políticos no deberían imponer el uso y la implementación de la teleasistencia, sino desarrollar un marco institucional que permita que los proveedores de asistencia utilicen la teleasistencia como una opción, cuando lo consideren adecuado.

En la introducción de la teleasistencia habrá que tener en cuenta factores específicos de cada país, como las funciones de los distintos proveedores de servicios de asistencia sanitaria y social, las compañías de seguros, los proveedores de viviendas, las autoridades locales y los fabricantes de sistemas de alarma a distancia

Las políticas tienen que reflejar las diferencias nacionales. La introducción de la asistencia vendrá configurada por las peculiaridades nacionales, como las funciones de los distintos proveedores de servicios de asistencia sanitaria y social, las compañías de seguros, los proveedores de viviendas, las autoridades locales y los fabricantes de sistemas de alarma a distancia. Un modelo que se adapte a todas las situaciones, basado en la tecnología, ni será capaz de cubrir las necesidades de las personas vulnerables ni será adecuado para sociedades diferentes. Además, deben mantenerse en el mínimo las "políticas de teleasistencia" específicas, ya que la teleasistencia debe simplemente formar parte de los servicios de asistencia sanitaria y social generales, cuando sea adecuado.

Conclusiones

Aunque la teleasistencia puede ayudar a gestionar los riesgos de prestar asistencia a personas fuera de los entornos controlados de los hospitales u otros centros asistenciales, todavía tiene que demostrar sus beneficios para las personas vulnerables y para los servicios asistenciales generales. En nuestra opinión, para que la teleasistencia desarrolle todo su potencial, habrá que tener en cuenta las necesidades concretas de los sistemas asistenciales existentes, así como las diferencias sociales, económicas y culturales entre los países. La teleasistencia sólo supondrá una contribución importante si sus tecnologías y su implementación se adaptan a estos contextos locales. Su desarrollo deberá guiarse por las necesidades y las realidades de la prestación de asistencia, y no por las de la tecnología. No es posible, ni deseable, una reestructuración completa del sistema de asistencia sanitaria y social. Hay que formular políticas capaces de favorecer la integración de la teleasistencia con otros servicios asistenciales, y apoyar a las industrias implicadas en su desarrollo y utilización.

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Palabras clave

teleasistencia, telemedicina, TIC, asistencia sanitaria, asistencia social, sociedad que envejece

Referencias

Barlow, J., Bayer, S. y Curry, R., Implementing Mass Telecare. Challenges to 2020. Documento presentado en la conferencia Mobile-He@lth Europe. Maastricht, 14-16 abril, 2002.

Barlow, J., Bayer, S. y Curry, R., Fitting in - the design of pilot telecare projects and their integration into mainstream service delivery. Actas del Foro sobre Telemedicina y Sanidad Electrónica de la Royal Society of Medicine. Londres 29-30 enero 2003.

Constantelou, A. y Zambarloukos, S., Universidad Técnica de Atenas, "Civilising" Technologies in Healthcare Provision: Experiences and Prospects for Europe. STAR (Socio-Economic Trends Assessment for the Digital Revolution). Informe nº 31, junio 2002.

PricewaterhouseCoopers, Healthcast 2010. Disponible en: http://www.pwchealth.com/cgi-local/hcregister.cgi?link=pdf/hc2010.pdf, 1999.

Richardson, R., Schug, S., Bywater, M. y Williams, D., Position Paper for the Development of eHealth Europe, European Health Telematics Association, enero 2002.

Sixsmith, A. y Sixsmith, J., Smart care technologies: meeting whose needs?, Journal of Telemedicine and Telecare, vol. 6 suplemento 1, S1: 190-193, 2000.

Tang, P., Curry, R. y Gann, D., Telecare: new ideas for care and support @home. Bristol, The Policy Press, 2000.

Williams, G., Doughty, K. y Bradley, D., A Systems Approach to Achieving CarerNet - An Integrated and Intelligent Telecare System, IEEE Transactions on Information Technology in Biomedicine, vol. 2, nº 1, marzo 1998, págs. 1-9.

Woolham, J. y Frisby, B., Building a local infrastructure that supports the use of assistive technology in the care of people with dementia, Research Policy & Planning, 20 (1), págs. 11-24, 2002.

Agradecimientos

Este trabajo se basa en una investigación financiada por el programa de Tecnologías de Asistencia Sanitaria Integrada del Engineering and Physical Science Research Council del Reino Unido. Queremos expresar nuestra gratitud a los colegas de las instituciones participantes en el proyecto y al grupo asesor del mismo, por su ayuda y consejo.

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James Barlow es profesor en SPRU, sobre el papel de las nuevas tecnologías en los nuevos modos de utilizar el hogar. Tiene especial interés en la teleasistencia y en el "hogar inteligente". Ha publicado mucho sobre temas de vivienda y urbanismo. Obtuvo su título de doctor en la London School of Economics.

Steffen Bayer es investigador en SPRU. Tiene especial interés en los modelos de simulación y actualmente trabaja en un proyecto para examinar el posible impacto de la teleasistencia sobre el conjunto del sistema asistencial en un organismo sanitario local del Reino Unido. Obtuvo el título de doctor en la Universidad de Sussex.

Dick Curry es investigador a tiempo parcial en SPRU y consultor del Ministerio de Sanidad del Reino Unido, sobre temas de teleasistencia, telemedicina y medicina electrónica y sus implicaciones. Se formó como físico y obtuvo el grado de doctor por la Universidad de Durham, trabajando después, durante varios años, en la industria de ingeniería eléctrica.

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