La integración sociolaboral de menores en situación de riesgo social

AutorFrancisco López Mateos
Cargo del AutorFundación Diagrama. Proyecto Ulises Labora en Córdoba
Páginas137-147

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LA INTEGRACIÓN SOCIOLABORAL DE MENORES EN SITUACIÓN DE RIESGO SOCIAL

FRANCISCO LÓPEZ MATEOS

Fundación Diagrama. Proyecto Ulises Labora en Córdoba 1

1. El perfil del menor en riesgo social

Miguel2 tiene 19 años y en la actualidad convive con una familia que lo tiene acogido de manera provisional en su casa de la barriada

Surge con el compromiso de ayudar a los menores y jóvenes en dificultad social, conflicto con la ley, víctimas de situaciones de marginación, drogadicción, enfermedad mental, etc., en definitiva, a aquellos que por su trayectoria personal, social o familiar, tienen grandes probabilidades de entrar en la vida adulta por la puerta de la exclusión social.

La Fundación atiende a los jóvenes a través de los centros educativos, programas de prevención y de inserción sociolaboral que gestiona en todo el territorio nacional, acercándose a su problemática y ofreciéndoles recursos que les ayuden a superar su situación de desventaja social.

El Proyecto Ulises Labora, cuyo objeto es la promoción de los jóvenes provenientes del sistema de protección, es uno de estos recursos, que inicia su andadura en Andalucía en el año 1998, financiado por la iniciativa comunitaria Youthstart.

Desde entonces, con el apoyo decidido de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía y la adscripción a nuevos fondos europeos como los Equal, ha ido ampliando sus servicios para dar respuesta a las demandas planteadas por los jóvenes o detectadas por los orientadores sociolaborales en su trabajo diario con el colectivo.

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de las Moreras, en Córdoba. Una edad en la que, como cualquier chico, tan solo debería preocuparse por decidir donde va a ir el fin de semana, qué tiene que estudiar para el próximo examen o en buscar un trabajo para costearse sus “caprichos”.

Pero su realidad es muy diferente; tras una infancia condicionada por un entorno familiar desestructurado, por circunstancias de la vida y con tan sólo 10 años se ve internado, junto a sus dos hermanos mayores, en un centro de protección de menores, lo que, unido a la carencia total de apoyo por parte de la familia extensa, marca su trayectoria personal.

El perfil de los menores en dificultad social, como es el caso de Miguel, suele estar caracterizado por una serie de factores coincidentes, que han marcado su vida, acumulando tantos fracasos y carencias como para poder prever que llegarán a la edad adulta en clara desventaja social y con altas probabilidades de caer en la marginación.

Un común denominador de estos menores es el de una primera infancia señalada por un alto grado de desatención, con figuras parentales con problemas de adaptación, toxicomanías, delincuencia, conflictividad en la pareja e inestabilidad emocional que se reflejan en patrones normativos débiles o inexistentes, lo que, unido a una precaria situación económica, enmarcada en un entorno marginal de barriadas deterioradas o infraviviendas, nos proporciona una primera idea del contexto en el que se desarrolla la vida de uno de estos chicos.

Se desenvuelven en un entorno social marginal, en el que, como señala Sánchez Meca3, desarrollan una serie de habilidades como la

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impulsividad y respuesta agresiva ante situaciones de conflicto; la externalidad como origen y solución de sus dificultades; el pensamiento concreto con ausencia de razonamiento crítico, etc.; que si bien les resultan útiles en su medio hostil, se convierten en habilidades desadaptativas y excluyentes en un medio “normalizado”, dificultando un adecuado proceso de incorporación sociolaboral y consiguiente autonomía de vida.

Este proceso, por norma general, termina definiendo en el joven una personalidad marcada por las siguientes características:

  1. Bajo nivel de autoconcepto y autoestima; con imagen muy negativa de sí mismos, describiéndose en términos de impopularidad, desobediencia, inconformismo e infelicidad.

  2. Escasa capacidad para empatizar con los demás; debido a las dificultades para implicarse en relaciones afectivas con otros niños o adultos.

  3. Inestabilidad emocional; pasando con facilidad de la euforia al desánimo o a la depresión.

  4. Frecuente conflicto con la norma, derivado de la impulsividad y las escasas habilidades sociales; con conductas antisociales y autodestructivas, caracterizadas por su bajo autocontrol.

  5. Dificultades de aprendizaje; con pobre comprensión y producción lingüística y bajo rendimiento académico.

  6. Baja tolerancia a la frustración.

  7. Desconfianza hacia lo que proviene del exterior, debido a una afectividad alterada.

  8. Externalidad; entendiendo que todo lo que les sucede tiene origen o solución en los demás.

  9. Pensamiento concreto, con ausencia de razonamiento crítico.

  10. Fuerte apatía y falta de ilusión, con propensión a la búsqueda de sucedáneos que produzcan evasión: droga, sexo, etc.

  11. Ausencia de hábitos básicos; como higiene, cumplimiento de horarios o compromisos, etc.

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La escuela, que junto con la familia es uno de los agentes socializadores más importantes, es el entorno donde se empiezan a detectar los primeros problemas de adaptación de estos menores, al tener que enfrentarse a una estructura reglada y normalizada con la que no están familiarizados.

Se producen entonces los primeros desencuentros, que provocan absentismo, conductas disruptivas y escasa motivación hacia el aprendizaje escolar, derivados del rechazo y la sensación de fracaso, con la consiguiente perdida de autoestima.

En el caso de Miguel, además de los aspectos señalados, habría que añadir la...

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