Instrumentalización del asociacionismo en la ciudad

AutorJacinto M. Porro Gutiérrez
Páginas69-91
4.
INSTRUMENTALIZACIÓN
DEL ASOCIACIONISMO EN LA CIUDAD
Las acciones destinadas a la promoción de la participación de los ciudadanos
pueden estar destinadas a conseguir, entre otros objetivos, la consolidación de una
estructura relacional y una red clientelar que dé apoyo al gobierno sustentada en el
movimiento ciudadano y asociativo existente en la ciudad (Navarro 1999). En Jerez,
igual que en el resto del país, asistimos a la articulación de una estrategia destinada
al impulso de la participación ciudadana orientada hacia el fortalecimiento y el de-
sarrollo del asociacionismo en la ciudad y constituida sobre el control del movimien-
to asociativo y, muy en particular del asociacionismo vecinal.
La relevancia para la vida social y política de las ciudades de este sector asocia-
tivo en España, se evidencia en la proliferación de iniciativas y movilizaciones ciu-
dadanas que tuvieron lugar, en el último cuarto del siglo XX, en las grandes ciudades
españolas. En este periodo se observa la concurrencia de movimientos ciudadanos
que inundan y protagonizan la acción colectiva, convirtiéndose en un claro desafío al
sistema político, en un contexto político que prohibía expresamente las organizacio-
nes y asociaciones no controladas por el régimen franquista. Maravall (1978, 1982)
destaca la importancia de las presiones que, desde abajo, se llevaron a cabo para la
quiebra de la dictadura y el inicio del cambio político, refiriéndose no solo al papel
del movimiento obrero, o de la protesta estudiantil, sino también al de estos movi-
mientos sociales en los últimos años del franquismo. Los protagonistas de esta acti-
vidad social, asociaciones, colectivos ciudadanos y movimientos sociales urbanos que
surgieron, de manera singular, durante la década de los años setenta en los barrios de
la mayoría de las ciudades españolas adquirieron tal importancia que fueron consi-
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derados como «el movimiento urbano más significativo y extendido que se produjo
en Europa desde 1945» (Castells, 1986: 299).
La acción de estos grupos y colectivos evidenciaba un fuerte contenido reivin-
dicativo, dirigido a satisfacer necesidades y resolver los importantes déficits urba-
nos, de corte material (vivienda, equipamientos, servicios, etc.) que caracterizaban
a las ciudades y municipios españoles. De hecho, el éxito de esta acción colectiva
y de las organizaciones del movimiento ciudadano, radicó en la centralidad que en
sus requerimientos ocupaban estas cuestiones urbanas y su constante presencia
en aquellos asuntos que afectaban a proyectos urbanísticos de los distritos perifé-
ricos (Urrutia, 1992). Para Manuel Castells, el valor de esta movilización ciudada-
na reside en el importante papel que desempeñó en los procesos sociales que trans-
formaron las ciudades españolas, las instituciones políticas, la cultura urbana, la
concepción de la sociedad sobre lo que debería ser una ciudad, la mejora de los
servicios urbanos, la vida comunitaria, etc. (Castell, 1986: 300-301). Igualmente,
esta fuerza de la acción colectiva contribuyó a que los ayuntamientos democráticos,
presionados por la reivindicación de los movimientos vecinales, se implicaran en
la necesaria tarea de ordenación del territorio y de mejora de la calidad de vida de
las ciudades, consiguiendo que algunos gobiernos locales, regidos por fuerzas de
izquierda, crearan órganos y procedimientos para que la voz de los ciudadanos
estuviera presente en relación al modelo de ciudad en los procesos de toma de
decisiones (Navarro, 1999: 148).
La potencia y el impacto de esa movilización fueron perdiendo fuelle desde el
inicio de la década de los ochenta, en un contexto de consolidación de la democracia
parlamentaria y de la constitución de los primeros ayuntamientos democráticos. A
pesar de todo, estos actores ciudadanos formaron parte importante de aquellos acon-
tecimientos que dieron lugar a una nueva etapa de la historia reciente de España y de
sus municipios. Como afirma Pindado (2000, 35): «No hay que olvidar que las ciu-
dades actuales y una buena parte de sus dirigentes políticos nacieron de aquel mo-
mento histórico y de aquella experiencia asociativa». Esta movilización orientada
hacia la consecución de cambios sociales y políticos trasformaría la sociedad espa-
ñola en una sociedad moderna y democrática, además supuso la reivindicación de los
derechos de participación de la ciudadanía sobre los asuntos que afectaban a las
ciudades y las comunidades que las albergaban (Rodríguez, 1991)72. Todos los traba-
jos que han tratado la movilización ciudadana en las décadas citadas han destacado
como los movimientos ciudadanos mostraron una significativa capacidad de trans-
72 Durante cuatro décadas se había producido en España una total paralización de las formas de
participación no oficiales, ya que el Estado, en parte, pretendía auto legitimarse mediante la asunción
total de la responsabilidad en materia de acción social. Ver Rodríguez, G. (1991): «Reflexiones en torno
a la dimensión económica del sector no lucrativo en España» en Las entidades no lucrativas de carácter
social y humanitario, Colección Solidaridad, Fundación ONCE, Madrid.

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