Intervención de las instituciones públicas Vascas en la mejora de la gestión en las pequeñas empresas: un instrumento de fomento del empleo

CargoDepartamento de Economía Financiera II (Economía Financiera y Contabilidad. Comercialización
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1. Introducción

En Comunidad Autónoma Vasca están teniendo lugar distintas iniciativas orientadas a mejorar la gestión de las pequeñas empresas1 impulsadas por administraciones públicas y asociaciones profesionales. Este importante esfuerzo institucional se fundamenta en la creencia de que esta intervención externa a las pequeñas empresas va a traducirse en un incremento de su competitividad, producción y capacidad de generación de empleo.

Para analizar el interés y el valor de este tipo de intervenciones, es necesario realizar un análisis previo riguroso de las necesidades de las empresas a las que van dirigidas estas actuaciones, cuantificar la importancia relativa de la contribución económica y social del segmento empresarial objetivo y evaluar de forma previa, continua y posterior los costes y beneficios derivados de la intervención. Por ello, en este trabajo pretendemos aportar información sobre las cuestiones referidas y, más concretamente, nos planteamos los siguientes objetivos:

  1. Valorar la conveniencia de una intervención activa de las instituciones en la mejora de la gestión de las pequeñas empresas.

  2. Presentar los programas que actualmente están desarrollándose en la CAPV, relacionándolos con las necesidades y colectivos específicos que buscan satisfacer.

    2. La necesidad de intervención de las Instituciones en la mejora de la gestion de las Pequeña Empresas

    2.1. Características de las pequeñas empresas y carencias habituales en su gestión

    Las pequeñas empresas suelen compartir determinadas características que justifican que sean contempladas como un subconjunto de la totalidad de las organizaciones empresariales con una problemática y unas necesidades propias que condicionan significativamente su competitividad. Estas características pueden sintetizarse en: estructuras organizativas simples, recursos humanos, técnicos y financieros limitados, ausencia de burocracia, bajo grado de diversificación en sus productos, proximidad a las necesidades de mercados locales o muy focalizados, rapidez en su respuesta y flexibilidad frente al entorno (Zahera 1996).

    Las particularidades que identifican a las pequeñas empresas les confieren un importante potencial de generación de empleo y riqueza, aunque también les convierte en organizaciones intrínsecamente débiles y vulnerables (aproximadamente el 50% de las PYME de la Unión Europea quiebra durante los cinco primeros años de existencia –EUROSTAT, 1994–).

    La debilidad y vulnerabilidad relativa de las pequeñas empresas proviene principalmente de cinco factores (Comisión de las Comunidades Europeas, 1996, p.II):

    – El entorno normativo: el contexto legal, fiscal y administrativo es cada vez más complejo

    – El entorno de la innovación: dificultades para aceptar a tiempo los avances tecnológicos y tener acceso a programas y resultados de la investigación.

    – Calidad de su gestión: debilidad estructural de su capacidad de gestión y de unos programas de formación inadecuados

    – Entorno financiero: dificultades para su financiación a un coste razonable

    Abundando más en aspectos relativos a la gestión, es habitual que en este tipo de empresas haya una persona que asuma los cometidos de dirección, liderazgo, planificación y control, además de soportar el riesgo económico del negocio. Frecuentemente, el nivel de cualificación técnica del líder del negocio es alto, pero normalmente no ha recibido formación específica orientada a la gestión eficiente de la empresa y suele permanecer al margen de las innovaciones en gestión que realizan las empresas de mayor tamaño (LKS 1995 y 99).

    Por otra parte, las pequeñas empresas suelen depender fuertemente de las aportaciones personales de sus miembros para realizar sus actividades y para alcanzar sus objetivos. Estas contribuciones no suelen estar estandarizadas y no pueden ser separadas de la persona que las ejecuta (Chen y Price 1994). Por lo tanto, la eficacia de estas empresas depende directamente de los conocimientos personales y compromiso con el proyecto empresarial de cada uno de sus partícipes. Ello hace que las personas tiendan a ser y sentirse insustituibles en el corto plazo, lo que conlleva dificultad para que la organización soporte y acepte ausencias temporales de sus miembros más importantes (viajes, formación, etc.) y, por otra parte, provoca un alto riesgo para el negocio ante bajas definitivas de estas personas (cambios de empresa, jubilaciones, etc.).

    Este conjunto de características propias de las pequeñas empresas hace que con mucha frecuencia sus prácticas de gestión no coincidan con los comportamientos que se consideran más adecuados para mantener los niveles crecientes de exigencia que les impone el mercado, circunstancia que se acrecienta a medida que disminuye su tamaño. Pero cabe plantearse si la intervención de las instituciones públicas orientada a compensar esta situación de debilidad contribuyendo a la resolución de tales deficiencias está suficientemente justificada. Nosotros entendemos no sólo que es perfectamente justificable, sino que incluso resulta especialmente valiosa y de gran interés estratégico, por una serie de razones que desarrollamos a continuación.

    2.2. Importancia económica y social de las pequeñas empresas

    La primera de estas razones es la gran importancia, tanto económica como social, de este colectivo de empresas, por su fuerte incidencia en la generación de empleo y riqueza en nuestro entorno. Por ello, cualquier medida orientada a la mejora de su gestión, y por efecto de la misma de su competitividad, puede ser considerada como una medida desarrollo económico y social de una región.

    Como se observa en las tablas que adjuntamos, las empresas de menos de 50 personas absorben más de la mitad del empleo total de Bizkaia y su participación en la generación de empleo va en aumento (desde un 57,1% en 1992 hasta el 62,6 % en 1998). En el conjunto de la C.A.P.V. los datos son similares, desde un 57,5% del empleo total en 1992 hasta un 61,8% en 1998 (tabla 1). En el total del Estado Español, la incidencia de este tipo de empresas en la generación de empleo es también superior al 50% (tabla 2) y en la Unión Europea en su conjunto los datos son también muy similares: en 1992 el 51,2% del empleo de la U.E. se radicaba en empresas de menos de 50 personas, (tabla 3) y en 1996 el 52,6% (tabla 4).

    Muchos tratadistas apelan a la conveniencia del desarrollo de iniciativas locales de empleo orientadas a mejorar aspectos estructurales, entre las que destacan de forma especial las medidas relativas a la formación del personal y asesoramiento en gestión empresarial (Barrutia y Maqueda, 1989 y Castillo, Esteban y Flores, 1988). Por ello, y a la luz de los datos anteriores, es indudable que la intervención pública en la mejora de la gestión de las pequeñas empresas constituye una medida de fomento del empleo de indudable valor, dada su capacidad para la generación de puestos de trabajo cuando son razonablemente competitivas.

    Respecto a la incidencia de las pequeñas empresas en la generación de riqueza podemos citar, únicamente a modo de ejemplo,2 el dato de Bizkaia, provincia en la que en 1997 se obtuvo algo más del 26% del valor añadido en empresas de menos de 20 personas (Eustat, 1999). En las tablas 3 y 4 se aportan datos también interesantes y suficientemente ilustrativos sobre la contribución de las pequeñas empresas a la cifra total de negocios de la Unión Europea (45,9% en 1992 y 36,6% en 1996).

    [NO SE INCLUYEN LAS TABLAS]

    2.3. La necesidad de actuación de las instituciones publicas en adecuación de la gestión de las pequeñas empresas

    La segunda razón que justifica la conveniencia de la intervención pública en este terreno es la necesidad de dar solución de los fallos del mercado. Este argumento lo compartirían, posiblemente, hasta los economistas más conservadores (y por ello menos proclives a la intervención del estado en sus más variadas formas).

    Efectivamente, en condiciones de competencia perfecta la mano invisible postulada por Adam Smith hace que el mercado logre una asignación eficiente de los recursos escasos. Pero las restricciones propias de los supuestos de competencia perfecta se quiebran a menudo en la realidad, produciéndose fallos de mercado, y es entonces cuando se justifica la intervención del...

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