El tratamiento de la inmigración en los informativos televisivos

AutorJosé Alberto García Avilés; Irene Bernal Carcelén
CargoDpto. Estudios Económicos y Financieros (Periodismo)/Dpto. de Psicología de la Salud. Universidad Miguel Hernández
Páginas80-91

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Introducción

La mayor parte de los estudios acerca de la inmigración han oscilado entre la mera descripción sociodemográfica y la denuncia ética. Poco a poco, se han ido abriendo paso nuevos enfoques, que insertan el estudio de las migraciones en el contexto de los procesos de globalización y de construcción social de identidades (Area y Ortiz: 2000; Casero: 1004 y Mas: 2001).

Desde una perspectiva conceptual sencilla, las migraciones son en su sentido más puro desplazamientos de la población. Los desplazamientos y movimientos migratorios se han realizado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Los ciudadanos de la Europa del XIX se desplazaban bajo el paraguas de la colonización. Contextualizando la acción en tiempo y lugar, se cubría una necesidad de explotación agrícola muy beneficiosa en todos los sentidos para la vieja Europa.

Las necesidades actuales son otras. Los países en vías de desarrollo han cogido las riendas y, aunque con una capacidad reducida de movimiento, intentan encontrar su espacio y alzar su voz entre la comunidad internacional. Ahora es Europa la que tiene la necesidad de explotar suPage 81 industria y para ello resulta imprescindible la mano de obra.1 Esta se ha constituido en una referencia esencial desde la perspectiva estrictamente económica. No obstante, para quienes entendemos la inmigración como un intercambio más allá de la relación mercantilista, existen otros elementos indispensables, entre los que destacan los medios de comunicación. Durante el último cuarto de siglo, España ha dejado de ser un país de origen de población inmigrante, para convertirse en un país de acogida de inmigrados (Quirós García et al: 2005). Esta innegable realidad social desencadena una serie de cambios en la vida del país de acogida: desde la educación y la atención sanitaria, al desarrollo e integración social, que es obligación prioritaria –pero no exclusiva- de las administraciones públicas.

A partir de la década de los 90, el fenómeno de la inmigración se convirtió en unos de los principales focos de atención mediática en nuestro país. No es ajeno a ello que se haya pasado de contar con 600.000 inmigrantes en 1996 (el 1.6% de la población) a 3.691.547 (el 8,4% del total de empadronados), según el Ministerio de Trabajo, al iniciarse el proceso el regularización el 7 de febrero de 20052. Si bien son datos que reflejan un aumento considerable de la población inmigrante en España, hay que ponerlos en relación con otros países europeos, en los que los flujos y las proporciones de población inmigrante son mucho mayores, como Alemania, Bélgica, Reino Unido o Francia (De Cueto: 2005).

Resulta comprensible el interés mediático por los inmigrantes y cualquier aspecto vinculado a ellos. Quizás el reto sea entonces comprender porqué el 34,5% de los españoles piensa que la inmigración es uno de los principales problemas que existen actualmente en España y en qué medida los medios influyen en esta opinión generalizada3. La población autóctona vincula el incremento de la minoría inmigrante que llega al país con una mayor criminalidad e inseguridad (Vázquez García, 2005).

En cambio, los datos objetivos no demuestran una asociación significativa entre criminalidad e inmigración. La causa de que la opinión pública crea en esta asociación de factores hay que atribuirla, en buena medida, a la función de los medios (Aierbe: 2003). Los medios pueden, por un lado, actuar como vehículos de acceso y participación para las diferentes identidades culturales de una sociedad; pero, por otra parte, pueden convertirse en reproductores de desigualdades para los grupos minoritarios. Resulta primordial que se refuerce su papel de promotores de la convivencia entre diversos referentes culturales, sobre todo por el poder que asumen para crear estereotipos que van reforzando conductas y actitudes frente a la población inmigrante.

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La función de los medios ante la inmigración

Es cierto que no está documentada la relación directa entre el tratamiento mediático y el comportamiento humano, como demuestran las investigaciones realizadas, por ejemplo, sobre la influencia de la televisión en la transmisión de conductas violentas. Existen multitud de factores sociales, además de los específicamente mediáticos, que confluyen para dar lugar a determinados comportamientos. Sin embargo, si partimos de la base de que un elevado porcentaje de la población española se informa mayoritariamente a través de la radio y la televisión, aquello que digan los medios acerca del fenómeno de la inmigración posee una influencia decisiva.

Tampoco podemos olvidar otro aspecto clave en el proceso de construcción de la realidad, y es que existe sólo aquello que se nombra. Así lo recoge Clara Pérez en un análisis de 395 informaciones sobre inmigración, publicadas por diarios de la Comunidad Autónoma Vasca y de la Comunidad Foral de Navarra, durante el primer trimestre del 2002. En este sentido, las opiniones generadas distorsionan una realidad mensurable. En primer lugar, la percepción mayoritaria es que la inmigración se traduce en un fenómeno masculino por las informaciones que los medios ofrecen, cuando prácticamente la cifra de mujeres y hombres inmigrantes se ha igualado en los últimos años e incluso, en algunas comunidades autónomas, la inmigración femenina supera a la masculina4. Otra característica que contribuye a una opinión distorsionada, es la vinculación de las mujeres al varón, sin proyecto migratorio propio y además, en la gran mayoría de los casos, víctimas de las redes de prostitución (Reigada y Moreno: 2004)

Conviene definir aquellos términos que pueden influir en la percepción de la inmigración por parte del periodista. Bourdieu (1997) sostiene que los profesionales de los medios ofrecen la información sujeta a su propia visión del mundo, aptitudes, formación, etc. Todo ello en función a una serie de categorías que organizan aquello que percibe el individuo, fruto de su educación. Dicho esto, los periodistas discriminan la información en función de esas categorías, y de una serie de condicionantes vinculados al propio medio.

Quizás el ejemplo más claro se encuentre en la televisión y su carácter dramático, proclive a escenificar y exagerar cualquier suceso. Por lo general, los medios audiovisuales suelen presentar la realidad sesgada hacia el conflicto por su excepcionalidad (Villatoro, 2002). El periodistaPage 83 también tiende a destacar aquello que sea excepcional y que marque la diferencia frente a otros medios, de modo que pueda traducirse en un incremento de audiencia.

En tercer lugar, de acuerdo con Bourdieu, el periodista se transforma en un fasthinker que, consciente de la premura de tiempo, necesita transmitir la noticia dejando poco margen a la reflexión. Estos factores, entre otros, obligan a buscar noticia desde la urgencia y la competencia sin olvidarnos de la visión parcializada de quien informa.

Condicionantes de la información televisiva

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