La regulación de la actividad informativa en perspectiva histórica. Evolución del marco jurídico-constitucional

AutorVictoriano Gallego Arce
Páginas35-126

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I Análisis aproximativo a la realidad jurídica, política y social

La ya anunciada interdisciplinariedad del estudio que presentamos no puede producir en el lector la impresión de encontrarse ante un trabajo alejado, no ya del ámbito de la Filosofía del Derecho, sino del propio de un jurista10.

Tampoco podemos ignorar que casi todas las crisis recientes, y por supuesto los con?ictos bélicos, están vinculados de una forma u otra con las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información.

En de?nitiva, vivimos una época de crisis, de cambios, de incertidumbres, de… estrategias de seguridad, que no pueden verse de manera aislada, porque todo parece estar conectado entre sí. Y esto constituye un reto y un desafío para el Derecho en general. Si además se extiende hacia un conocimiento crítico y omnicomprensivo de esta temática jurídica, estamos obligados a acercarnos a la Filosofía del Derecho.

En unión a todo lo expuesto es preciso que fijemos una clara base de partida para excluir posibles errores interpretativos: y es que ya no estamos ante un Estado ?scalizador de la información. El Estado, hoy más que nunca, es el garantizador de la Seguridad. Hasta hace bien poco, se planteaba de manera constante y “machacona” la huida de toda regulación de la actividad informativa que, bajo expresiones como “la mejor ley de prensa es la que no

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existe” o “toda ley de prensa es una ley mordaza”, se transmitía la idea, hoy trasnochada, de que el Estado pretendía encorsetar estas libertades y buscaba la opacidad frente a la Sociedad.

Cuando hablamos de los con?ictos bélicos nos estamos re?riendo a la guerra de siempre (independientemente del grado de intensidad, escalada de tensión o cualquier otro término ambiguo, eufemístico o políticamente correcto que le acompañe), lo cual no signi?ca que no existan diversas perspectivas al más puro estilo orteguiano o que no haya cambiado la forma de contarla; o mejor dicho, el entorno tecnológico empleado para contarla. Un entorno radicalmente distinto, cuya transmisión de la noticia (y, por ende, los efectos de su recepción) se producen de manera casi inmediata y con alcance “extra social” e “intra social”. Nos referimos, como es evidente, a las consecuencias lógicas de la proyección que ejerce –también sobre la guerra– la denominada “sociedad de la información” o “posmodernidad”, aunque no se alteren, en lo sustancial, ciertos contenidos del denominado “arte de la guerra”11.

El nuevo entorno tecnológico se proyecta sobre la actividad informativa de los con?ictos porque las modernas tecnologías de la información y de la comunicación son omnipresentes en nuestra convivencia, nuestra cultura, nuestro lenguaje y nuestro esquema de relaciones humanas, creando nuevas estructuras sociales –en forma de redes–, con importantísimos efectos jurídicos y económicos, derivados de sus características más cardinales que son su accesibilidad, su bajo coste, su alcance global y su contribución a con?gurar la información como un nuevo valor fundamental12.

La transversalidad, la transparencia, la multidisciplinariedad o pluridisciplinariedad son métodos de análisis y de enfoques que emergen en el Derecho, en las Políticas Públicas y en la actividad de las Administraciones Públicas para alcanzar un compromiso más efectivo hacia el cumplimiento de la misión encomendada y como mejora del desarrollo organizativo propio. Se trata, a nuestro juicio, de un acercamiento al progreso en todos sus órdenes, con

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permanente atención al interés general, al bien común, que ve al ciudadano como centro de la actuación pública, pero sin pagar el más mínimo canon de deterioro social, cultural y democrático; preservando todo el haz de derechos y libertades de la persona que, durante los últimos siglos, se ha ido consolidando en una visión de alcance universal. En de?nitiva sólo estamos en el inicio de la maximización de los bene?cios que produce la re?exión compartida.

Somos conscientes de la tozudez que presenta –a veces– la realidad social, en la que aparece, casi irremplazable, una “verdad del poder” que, en no pocas ocasiones, sobrepasa impunemente “el poder de la verdad”. Pero no por ello debemos dejar de esbozar unos planteamientos saludables que, aunque contrafácticos, no son irracionales; que encuentran y sitúan a la persona como un ser humano en toda su plenitud y a una comunidad en convivencia pací?ca y justa.

Tampoco es infrecuente que estas nuevas tecnologías de la información y comunicación se relacionen de manera simplista, directa y hasta exclusiva con su ?gura estelar que es Internet y, a su vez, con el concepto de globalización. No puede a?rmarse ni negarse de manera categórica que el fenomeno de la globalización es sólo Internet. No sólo Internet ha contribuido al debilitamiento de las fronteras, sino que, en las últimas décadas, los grandes complejos empresariales, los virus –informáticos y no informáticos– las cotizaciones de bolsa, el comercio trasnacional –electrónico y no electrónico– o los sucesos del 11 de septiembre de 2001, han dejado de ser asuntos exclusivos de un Estado para proyectarse a escala planetaria. A ello han contribuido los medios de comunicación social que, aprovechando los avances tecnológicos, permiten que todo parezca vivirse en tiempo real en un espacio social global. En palabras de la profesora Castillo Jiménez, “las fronteras estatales se diluyen en Internet, la aldea global se ha hecho realidad”13.

La actividad informativa, la profesión que la sostiene –que es el periodismo– y sobre todo las empresas y los grupos empresariales que son propietarios de los medios de comunicación social, son, en de?nitiva, los que hacen posible la realidad de la recepción de la noticia y de la opinión. Continuamente los

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medios de comunicación presentan una oferta que permite al ciudadano satisfacer sus necesidades de información, le otorgan la posibilidad de generar opinión y con ello percibe la seguridad de sentirse presente en este nuevo espacio global14. Pero tampoco es descabellado decir que la globalización nos ha proporcionado ciertas dosis de “hiperinformación”, de desregulación y que nos ha presentado el mercado como supremo orden generador de nuevos valores. El poder ?nanciero llega a la actividad informativa en forma de concentración de la actividad empresarial formando enormes grupos económica y ?nancieramente fuertes15. He aquí una de las facetas menos atractivas que nos presenta la globalización porque, de alguna manera, introduce la posibilidad y la vulnerabilidad de que el ciudadano pueda estar ante una pérdida o una restricción de los derechos y libertades16relativos a la información.

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1. La actividad informativa y las nuevas formas de influencia de la información en la sociedad globalizada

El paradigma de la globalización de los medios de comunicación social lo encontramos, en nuestra opinión, cuando el 11 de septiembre de 2001, las imágenes del terror se quedaron impregnadas en la retina de millones de ciudadanos de todo el mundo, cuando aquella inmensa nube de polvo ahogó, en sus propias casas, a toda la humanidad. La televisión fue, a todas luces, la que nos transportó a un espectáculo real, ácido y cruel, perfectamente organizado, que sólo era asimilado por el espectador desde la creencia de que se trataba de un guión más de los que nos sirve la...

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