Influencia de las actitudes ambientales en el consumo ecológico: un análisis transcultural

AutorJuana María Serrano/Roberto Moreno/Santiago Gutiérrez
Páginas305-317

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1. Introducción

Como consecuencia del creciente deterioro del medio ambiente y el agravamiento de los problemas ambientales (cambio climático, agotamiento de los recursos naturales, escasez de agua, contaminación el aire, etc.), los individuos han adquirido una mayor conciencia ambiental (Fraj & Martínez, 2006), entendida ésta como el grado de preocupación por el medio ambiente y el interés por buscar soluciones a los problemas ambientales existentes (Jones & Dunlap, 2002). En el caso concreto de España, un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (2010) concluye que el 65,2% de los encuestados está bastante o muy preocupado por los temas relativos al medio ambiente, mientras que sólo un 3% afirma no estar preocupado en absoluto. En paralelo con el aumento de la conciencia ambiental, las actitudes y conductas de los individuos también se han ido modificando, favoreciendo, en último término, el desarrollo de comportamientos de consumo más responsables y respetuosos con el medio ambiente (López-Miguens, González-Vázquez, García-Rodríguez, & álvarezGonzález, 2014).

En el ámbito académico, el interés por el estudio de las actitudes ambien-tales y su influencia en el consumo ecológico ha sido un tópico de investigación

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recurrente en la literatura científica previa. Recurriendo a Google Scholar (https:// scholar.google.com/), a fecha de 1 de junio de 2017, existían 1.490 documentos académicos indexados que contenían los términos de búsqueda “environmental attitudes” y “green consumption”. De ellos, casi el 70% habían sido publicados a partir de 2012. A pesar de este creciente interés por el estudio de las actitudes ambientales y el consumo ecológico, no existe consenso en las investigaciones previas sobre el papel que las actitudes ambientales tienen a la hora de predecir el consumo ecológico. Algunos autores encuentran una relación positiva e intensa (Fraj & Martínez, 2016), mientras que otros sugieren que esta relación es de una magnitud moderada o débil (López-Miguens et al., 2014; Pagiaslis & Krontalis, 2014). Incluso, algunos estudios, sobre todo realizados en países en vías de desarrollo o más pobres, encuentran que no existe una relación significativa entre actitudes ambientales y consumo ecológico o que ésta es de sentido inverso (Samarasinghe, 2012).

Esta falta de consenso sobre la relación entre actitudes ambientales y consumo ecológico puede explicarse, al menos en parte, por la multitud de conceptualizaciones existentes a la hora de definir las actitudes ambientales (para una revisión exhaustiva, ver Gifford & Sussman, 2012), la amplia variedad de instrumentos desarrollados para su medición y las diferencias transculturales existentes en la estructura subyacente de las actitudes ambientales. Así, la mayor parte de las investigaciones previas emplean instrumentos de medida que consideran las actitudes ambientales desde una perspectiva unidimensional (favorabilidad o no hacia el medio ambiente) o dual o con dos dimensiones enfrentadas: una en la que el medio ambiente tiene valor intrínseco en sí mismo, etiquetada frecuentemente como ecocentrismo o biosferismo, frente a otra en la que se enfatiza el valor instrumental del medio ambiente para el ser humano, denominada como antropocentrismo o socioaltruismo (Amérigo & García, 2014). El ejemplo más representativo de propuestas que siguen este esquema dual es la escala de antropocentrismo/ecocentrismo elaborada por Thompson y Barton (1994). Según estos autores, la gente conservaría el medio ambiente por su valor intrínseco (ecocentrismo); o bien porque proteger el medio ambiente es necesario para garantizar una mejor calidad de vida humana (antropocentrismo). Desde una perspectiva unidimensional, estos mismos autores consideran a las personas en función de su favorabilidad hacia la conservación medioambiental (bien por motivos ecocéntricos o antropocéntricos), frente a los que no tienen ningún interés en las cues-tiones ambientales (apatía hacia el medio ambiente). Así mismo, también cabría destacar dentro de esta perspectiva unidimensional, la escala revisada de Dunlap, Van Liere, Mertig y Jones (2000) del Nuevo Paradigma Ecológico (New Ecological Paradigm, NEP); según la cual las personas que puntúan alto en esta escala estarían a favor de los presupuestos contenidos en este nuevo paradigma y, por tanto, a favor de la conservación medioambiental.

A diferencia de estas propuestas unidimensionales o duales, Amérigo, Aragonés y García (2012) consideran la preocupación ambiental como un continuo definido por el grado en que las personas incluyen a la naturaleza en el concepto de sí mismas (Inclusion of Nature in Self, INS). A lo largo de este INS se ubican

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cuatro dimensiones relativas a las actitudes ambientales: (1) apatía medioambiental, definida como el grado de indiferencia o desinterés hacia las cuestiones ambientales; (2) antropocentrismo, que refleja el valor instrumental o utilitario del medio ambiente, justificándose la conservación del mismo en la medida que contribuye a mejorar la calidad de vida de los seres humanos; (3) conectividad, que representaría las creencias de la gente sobre el grado en que se encuentran conectadas con la naturaleza; y (4) afinidad emocional hacia la naturaleza, entendida como una dimensión eminentemente afectiva en la que el ser humano y la naturaleza conforman un “todo transaccional” cuyos límites quedan completamente difuminados. Este modelo conceptual fue inicialmente testado por los autores con estudiantes universitarios españoles (Amérigo et al., 2012) y, posteriormente, ha sido contrastado con muestras de población general española (Amérigo & García, 2014; Bethelmy, 2012) y de estudiantes universitarios chilenos (Amérigo, Palavecinos, García, Román, & Trizano-Hermosilla, 2017).

Teniendo en cuenta la escasez de investigaciones empíricas previas que han analizado la relación...

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