Las redes industriales frente al reto de la globalización: la experiencia italiana

AutorFulvia Farinelli

Asunto: la revolución posfordista ha ocasionado una serie de profundas transformaciones en las agrupaciones de empresas marshallianas tradicionales, principalmente desde el punto de vista organizativo. En Italia estos sectores están haciendo frente actualmente a diversos problemas de ajuste y reestructuración en un intento de responder a los retos de la globalización del mercado, pero siempre manteniendo un rápido avance en el cambio tecnológico.

Relevancia: el proceso de globalización, o mejor dicho el proceso de localización global lleva consigo implicaciones muy profundas para el diseño y la ejecución de la política económica, industrial y de I+D. La globalización creciente de la tecnología y del comercio no reduce la necesidad de políticas gubernamentales activas, sino que más bien la incrementa considerablemente. El fracaso en la aplicación de políticas coherentes puede conducir a que un sistema local, incluso regional o nacional, permanezca bloqueado en un crecimiento lento debido a su incapacidad para competir con eficacia en una economía mundial cada vez más integrada.

Desde el principio de los años ochenta, los sistemas locales de pequeñas empresas, y en particular las zonas industriales, han atraído la atención de un gran número de estudiosos y responsables políticos de diversas nacionalidades, así como de importantes organizaciones internacionales como la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

Contribuyen a este interés tres factores principales: el éxito económico de las zonas industriales medido por las exportaciones, el empleo, la flexibilidad y la innovación, su importancia para estimular el desarrollo regional endógeno, y su capacidad para mantener salarios y estándares laborales elevados a pesar de la competitividad internacional.

Las agrupaciones de empresas italianas conocidas como distritos industriales constituyen, probablemente, el mejor ejemplo de sistemas productivos locales basados en grupos de pequeñas empresas especializadas pero flexibles. Gracias a su dinamismo y vitalidad han sido capaces de mantener su elevado rendimiento incluso en épocas de declive generalizado. La llamada tercera Italia tiene su núcleo en las regiones de Toscana y Emilia-Romaña, y se pueden encontrar fenómenos similares en Jutlandia occidental (Dinamarca), el Vallés oriental (España), Baden Württemberg (Alemania), Oyannax y Cholet (Francia), el Sudoeste de Flandes (Bélgica) e incluso en Norteamérica y Japón, aunque fuera de Italia estas experiencias se sitúan más bien a nivel de regiones que de áreas pequeñas muy delimitadas.

Es preciso tener en cuenta, sin embargo, que la unidad objeto del presente análisis carece de un perfil bien definido. En términos generales, se entiende por agrupación de empresas o distritoindustrial un grupo numeroso de medianas y pequeñas empresas estrechamente interrelaciona das, dedicadas preferentemente a una actividad manufacturera determinada, localizadas en un zona geográfica relativamente pequeña, que producen para los mismos mercados finales (directa o indirectamente) y que comparten un conjunto de valores y de conocimientos, creando así un entorno cultural específico. Según el punto de vista marshalliano tradicional, la fuerza de una zona se basa en el agrupamiento y la competitividad global, unida a la atmósfera industrial creada por una mezcla de competencia, capacidades, aptitud empresarial, confianza y sentido comunitario, que se traducen en una serie de ventajas en términos de eficacia y flexibilidad que rara vez están al alcance de una sola empresa.

En Italia se han identificado unos sesenta distritos industriales (estimación que puede variar considerablemente en función de los parámetros elegidos). La mayoría de ellos se encuentran en el centro y el nordeste del país, pero también se localizan algunos en las regiones del Sur de los Abruzos, Apulia y, en menor grado, en Campania (Il sole 24 ore, 11 de abril de 1996, " La geografia dei distretti").

Gracias al extraordinario rendimiento alcanzado en los años ochenta, estos distritos han pasado a formar parte de la estructura fundamental de la industria italiana, asumiendo un papel mucho más importante que en el pasado. En términos de empleo industrial se ha producido un aumento espectacular: entre 1981 y 1991 dichos distritos crearon casi 178.000 nuevos puestos de trabajo, mientras que la totalidad de la industria italiana perdió 770.000. El 76 por ciento de estas pérdidas se produjeron en grandes empresas, hecho que refleja la crisis generalizada del modelo de organización industrial a gran escala de estructura vertical, que comenzó en los Estados Unidos a mediados de los años setenta (Sforzi, 1995).

Los distritos industriales (agrupaciones de empresas) se orientan hacia el sector de servicios

Tradicionalmente, los Distritos industriales italianos han tenido tendencia a especializarse en sectores consolidados de la industria ligera, que precisan de una mano de obra numerosa (como confección, textiles, calzado y muebles), pero actualmente apuntan cada vez más hacia productos con mayor demanda tecnológica y sectores intensivos en capital (cerámica, plásticos, metalurgia, automatización industrial, ingeniería mecánica). Así, por ejemplo, Prato está especializado en textiles, Como en tejidos de seda, Carpi en géneros de punto, Castelgoffredo en medias, Poggibonsi y Pésaro en muebles, Montegranaro en calzado, Sassuolo en cerámica, Emilia-Romaña en máquinas-herramientas y maquinaria agrícola, Belluno en monturas para gafas, etc. (tabla 1).

Además de una marcada mejora tecnológica, aunque desigualmente distribuida, la principal transformación que se ha producido en estas agrupaciones de empresas ha sido una orientación gradual hacia el sector de servicios, siguiendo la tendencia general de la economía italiana (tabla 2).

De 1981 a 1991 el empleo en el sector de servicios (incluyendo los servicios a empresas, consumidores y servicios sociales) aumentó en 1.200.000 puestos de trabajo, alcanzando el 35,2 por ciento de la cifra nacional de empleo (en 1981 fue del 30 por ciento). Cabe destacar que el incremento de puestos de trabajo en el sector de servicios se refiere tanto a las pequeñas y medianas empresas como a las grandes, pero el cambio porcentual del empleo en los servicios empresariales experimentado por los sistemas locales de pequeñas empresas duplicó al de los sistemas locales de grandes empresas (64,4 por ciento frente al 32 por ciento).

Tabla 1 .Auge de la pequeña empresa...

Auge de la pequeña empresa...

(Tasa de empleo y evolución en porcentajes según la

categoría y el sistema local de las empresas, 1981 - 1991)

Industria

Servicios

Sistema local de empresas

Agricultura

Construcción

Minería

Manufactura

Empresariales

Sociales

De consumo

Tradicionales

PORCENTAJE (1991)

Pequeña empresa

16,2

14,4

10,2

21,0

-12,8

11,0

12,5

11,1

Pequeña y mediana empresa

14,0

16,4

11,3

22,3

12,8

11,3

12,5

11,1

Gran empresa

12,8

18,7

22,2

26,7

26,6

18,8

19,4

19,4

Resto de Italia

57,0

50,5

56,3

39,0

47,8

58,9

55,5

58,4

ITALIA

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

PORCENTAJE (1981)

Pequeña empresa

12,7

12,0

7,4

18,0

10,2

8,6

9,6

8,9

Pequeña y mediana empresa

13,8

15,8

11,1

19,8

12,3

10,9

11,6

10,9

Gran empresa

9,7

19,9

17,0

34,0

29,1

20,9

20,2

21,4

Resto de Italia

83,8

52,3

64,5

30,2

48,4

59,6

58,8

58,0

ITALIA

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

EVOLUCIÓN DEL PORCENTAJE (1981 - 1991)

Pequeña empresa

18,5

34,3

169,3

17,6

80,4

45,1

50,5

31,6

Pequeña y mediana empresa

-8,0

16,0

-13,8

1,2

51,0

19,4

24,3

6,0

Gran empresa

23,4

5,2

10,4

-29,5

32,0

3,3

10,6

-5,3

Resto de Italia

17,1

7,9

-25,4

-10,6

42,4

18,2

9,2

3,9

ITALIA

-7,1

11,8

15,8

-10,2

44,3

14,8

15,2

4,0

Fuente ISTAT : datos extraídos

del 6º y 7º censos generales de la industria y servicios, 26 de octubre de

1981 y 21 de octubre de 1991.

...y caída de la gran

industria

Sistemas locales

Agricultura

Construcción

Minería

Manufactura

Empresariales

Sociales

De Consumo

Tradicionales

Empleo total

EVOLUCIÓN DEL PORCENTAJE (1981 - 1991)

Pequeña y mediana empresa

6,7

23,9

-1,7

8,5

84,4

30,7

36,2

17,4

19,7

Gran empresa

23,4

5,2

10,4

-29,5

32,0

3,3

10,6

-5,3

-9,9

Resto de Italia

-17,1

7,9

-26,4

-10,6

42,4

13,2

9,2

3,9

6,4

ITALIA

-7,1

11,6

-15,6

-10,2

44,3

14,6

15,2

4,6

5,6

La aparición de nuevas empresas especializadas, tanto en fabricación como en servicios, refleja el ajuste de muchas zonas italianas a los nuevos retos de competitividad de una economía cada vez más globalizada. La internacionalización de los mercados, de las tecnologías y de los procesos productivos, la aparición de competidores de los nuevos países industrializados y la difusión acelerada de las tecnologías microelectrónicas constituyen los factores clave de la transición desde la producción en masa (fordismo) a la producción flexible (posfordismo). Este proceso se traduce en un nuevo modelo de crecimiento industrial más orientado hacia el sector de servicios, en el que el factor fundamental de la competitividad no es la producción a gran escala de productos estándar, sino la capacidad de innovación continua, con el fin de mejorar el diseño y la calidad y adaptar los artículos a la demanda de los clientes.

Este modelo afecta a la organización industrial de varias maneras. Para utilizar de forma eficiente las nuevas tecnologías y competir con eficacia se requieren estrategias y métodos de trabajo y de producción más flexibles e innovadores. La globalización implica una mayor dedicación a las actividades fundamentales, mediante una descentralización de las estructuras de gestión, una distribución más amplia de responsabilidades y un aumento de la flexibilidad y la especialización de los trabajadores. De este modo, las agrupaciones de empresas prósperas pueden aprovechar su tradición y capacidad reconocidas para conquistar nichos de mercado, apostar por la calidad y la innovación continua de productos y procesos, utilizar nuevas tecnologías de producción multi-tarea e introducir cambios rápidos en la organización de la producción, tanto a nivel micro (empresa individual) como macro (agrupación o sector).

Tabla 2

REGIÓN

PROVINCIA

CIUDAD

SECTOR INDUSTRIAL

Piamonte

Biella

Biella

Textil

Piamonte

Novara

Omegna

Artículos domésticos

Piamonte

Alejandría

Valenza

Oro

Lombardía

Milán

Brianza

Muebles

Lombardía

Mantua

Castelgoffredo

Medias

Lombardía

Brescia

Odolo

Tondino

Lombardía

Como

Como

Seda

Véneto

Vicenza

Vicenza

Oro

Véneto

Verona

Bovolone

Muebles

Véneto

Vicenza

Arzignano

Curtido - Cuero

Véneto

Treviso

Montebelluna

Botas de esquí

Véneto

Belluno

Cadore

Gafas

Friul-Venecia-Julia

Pordenone

Alto Livenza

Muebles

Friul-Venecia-Julia

Udine

Manzano

Muebles (Sillas)

Emilia-Romaña

Parma

Parma

Jamón de Parma

Emilia-Romaña

Reggio Emilia

Reggio Emilia

Queso parmesano

Emilia-Romaña

Módena

Sassuolo

Cerámica

Emilia-Romaña

Módena

Carpi

Textil

Emilia-Romaña

Reggio Emilia

Reggio Emilia

Maquinaria agrícola

Toscana

Massa-Carrara

Carrara

Mármol

Toscana

Pisa

Santa Croce

Curtido - Cuero

Toscana

Florencia

Prato

Textil

Las Marcas

Pésaro

Pésaro

Muebles

Las Marcas

Ascoli Piceno

Ascoli - Macerata

Calzado

Las Marcas

Macerata

Tolentino

Cuero

Campania

Avellino

Solofra

Curtido - Cuero

Campania

Salerno

Salerno

Tomates

Apulia

Lecce

Casarano

Calzado

Apulia

Bari

Barletta

Calzado

Para citar un ejemplo, este es el caso de Montebelluna, una auténtica zona líder localizada en la región del Véneto, especializada en calzado deportivo y botas de esquí, que representa los dos tercios de la producción mundial (en ella se concentran las marcas Nordica, Salomon, Lange-Rossignol, Tecnica y Dolomite). En 1995 todos los indicadores económicos de la zona registraron una expansión continuada (aumento del 20% en la facturación total, del 6,7% en el volumen de producción, del 6,4% en el empleo y del 14,4% en la creación de nuevas empresas), gracias sobre todo al auge de los nuevos patines de ruedas en hilera de alta tecnología, cuyo mercado ha conquistado rápidamente (aumento del 106% en términos de facturación).

Sin embargo, las zonas industriales representan solamente una de las posibles formas de organización flexible de la producción. Las propias grandes empresas están descentralizando, traspasando y fragmentando sus operaciones hacia redes menos rígidas de filiales semiautónomas, franquicias, subcontratistas, empresas conjuntas (joint ventures) y alianzas estratégicas. En pocas palabras, se está produciendo un proceso de doble convergencia entre estructuras de grandes y pequeñas empresas. Las pequeñas empresas están aprendiendo a basarse cada vez más en servicios comunes, por ejemplo, en tecnología, investigación de mercado y tareas de información financiera y asistencia, con lo que obtienen algunas de las ventajas de las que disfrutan las grandes empresas en estos sectores. Por su parte, las grandes empresas procuran reproducir entre sus filiales y subcontratistas la cooperación y flexibilidad características de las zonas industriales (Sabel, 1990).

Redescubrimiento de la territorialidad de la producción

Los desarrollos de la última década, más que demostrar el declive de las zonas industriales, parecen conducir al redescubrimiento de la importancia de la ubicación geográfica de la producción, y de las redes de interdependencia pactada y no pactada entre las empresas y los agentes sociales en los que se lleva a cabo la producción. Según Sforzi, la convicción reciente de que el sistema de producción no se puede considerar separadamente de las características locales y de los factores humanos que contribuyen a su realización, significa el reconocimiento de la unidad productiva integrada. Tanto el sistema productivo como el mercado de trabajo son locales, ya que tienden a ubicarse en la misma zona geográfica y a compartirla.

Como señala Porter (1990), "en todo el mundo, en un país tras otro, el centro del éxito competitivo tiene un carácter cada vez más local".

La aptitud para crear una concentración de capacidades locales, tecnología local, infraestructura local y proveedores locales en campos específicos, constituye la clave para el éxito competitivo. La fuerza de homogeneización de un mundo que se estrecha cada vez más, con tecnología informática al alcance de todos, forzará a las empresas a ser diferentes de sus rivales. Estas diferencias, especialmente en términos de vitalidad económica, parecen estar establecidas a nivel local.

Por lo tanto, en la lucha generalizada por la competitividad, las agrupaciones de empresas pueden resultar especialmente favorecidas debido a su singularidad y a su potencial factor de unicidad (Sweeney, 1987), basado en sus capacidades locales y endógenas. Los modelos de cambio tecnológico, innovación y difusión se pueden considerar también como categoría endógena relacionada directamente con el tejido social en el que se localiza, lo que conduce a dos implicaciones importantes. En primer lugar, las agrupaciones de empresas llevan consigo un elemento de conocimiento tácito, a menudo socialmente reconocido, en lo que respecta a tecnología, capacidades, productos y procesos, que suele ser específico para cada conjunto de empresas y va acumulándose a lo largo de un extenso período histórico. En segundo lugar, la innovación y el avance tecnológico constituyen un proceso de desarrollo progresivo basado en este conocimiento tácito y que funciona a través de la dinámica de un sistema interactivo y creciente de aprendizaje por la acción/aprendizaje por el uso. Esto supone un beneficio mutuo tanto para usuarios como para productores (Lundvall, 1992).

A este respecto, en el informe de 1996 de la OCDE sobre Tecnología, Productividad y Creación de puestos de trabajo, se dice que el gran desafío para el futuro es la capacidad para fomentar la productividad y el crecimiento mediante actividades económicas intensivas en conocimiento, manteniendo la cohesión y la equidad social, una cuestión especialmente señalada por Jacques Delors hace algunos años, y que se ha vuelto a destacar recientemente en el Libro Verde sobre Innovación publicado por la Comisión Europea (1996). Sin embargo, el Informe advierte: "La situación de los trabajadores no especializados se ha deteriorado en términos absolutos, mientras que han aumentado considerablemente las perspectivas salariales de los que son capaces de explotar plenamente las nuevas tecnologías en un mercado global. Son especialmente importantes las políticas para coordinar el desarrollo de los recursos tecnológicos y humanos y para garantizar el acceso universal a las nuevas infraestructuras y servicios de información. Debe dedicarse una atención especial a los que están atrapados en la pobreza debido a una insuficiente especialización o a una escasa capacidad de aprendizaje" (OCDE, 1996).

La importancia de las políticas públicas

Dentro del marco anteriormente descrito, las políticas relativas a infraestructuras, capital humano y difusión tecnológica pueden desempeñar un papel fundamental en el sostenimiento de las zonas ya establecidas e incluso en el fomento de la aparición de otras nuevas. Al igual que en otras formas de organización industrial, los sistemas productivos locales basados en pequeñas empresas no son necesariamente innovadores, flexibles, consensuales y rentables, y el concepto de las etapas de desarrollo de zonas industriales elaborado por Brusco (1990) demuestra que, después de una fase de crecimiento espontáneo, su progreso ulterior requiere intervención y apoyo externos, sin los cuales la zona podría quedar atrapada en una espiral de declive.

A este respecto, los consorcios u otras estructuras colectivas que proporcionan servicios reales, típicos del modelo italiano pero también utilizados en Alemania, Dinamarca o Bélgica, pueden demostrar que son un elemento clave en la dinámica de la zona. Pueden desempeñar un papel para estimular a los empresarios y a los empleados a trabajar con nueva tecnología, a adaptarla a sus necesidades y a mejorarla. También apoyan el diseño y aplicación de nuevas técnicas, de tal manera que puedan introducirse de la forma menos traumática posible, sin perturbar a los trabajadores, ni causar alteraciones importantes en la organización del trabajo ni grandes cambios jerárquicos en la empresa (Brusco, 1990). En el futuro, adquirirán aún más importancia para garantizar que se cumplen las normativas de retribución y empleo, proporcionando asistencia mediante la formación vocacional y actuando como interfaz entre los agentes locales y las redes globales.

Constituirían una especie de doble amortiguador en la dinámica de cambio y de ajuste rápido, interceptando el conocimiento codificado que las nuevas tecnologías hacen accesible y adaptándolo al conocimiento tácito de las culturas profundamente enraizadas.

En el complejo proceso de entrelazar y mezclar las tecnologías emergentes con las culturas tradicionales y de suministrar información personalizada y no simplemente normalizada, la aportación profesional de las instituciones de investigación especializadas puede constituir un apoyo especialmente válido, como se ha demostrado con la experiencia de ENEA (Ente per le Nuove Tecnologie, líEnergia e líAmbiente) en las zonas de Prato y de Como. Evidentemente, en muchos casos, los centros de investigación tecnológica han contribuido esencialmente al fenómeno de rejuvecimiento industrial basado en la mezcla de nuevas tecnologías con sectores productivos existentes, y esto ha abierto valiosas oportunidades a los distritos industriales italianos y a otras agrupaciones de pequeñas empresas en Europa, tradicionalmente débiles en los sectores de alta tecnología.

De hecho, podemos decir que ya no existen sectores obsoletos en la economía globalizada: la industria ha llegado ahora a la madurez y por consiguiente está en peligro de declive, particularmente si manifiesta su incapacidad para incorporar las tecnologías emergentes a sus procesos de producción y de mercado (Colombo, 1989).

Conclusiones

Las redes globales requieren formas muy complejas de integración tecnológica productiva y organizativa y exigen la aptitud necesaria para adaptarse a un entorno cada vez más incierto e inestable. Con frecuencia encontramos cierto escepticismo o pesimismo respecto a las agrupaciones de empresas, basado en la suposición de que su capacidad y modo de funcionamiento no sean suficientes o incluso resulten inadecuados para abordar la gran cantidad de nuevos conocimientos que se requieren para alcanzar y mantenerse en la vanguardia tecnológica, y las técnicas de gestión (más que empresariales) para explotar adecuadamente esta posición.

Este artículo sostiene, sin embargo, que el impacto de la globalización reforzará probablemente la dimensión local, ya que las diferencias regionales se harán cada vez más evidentes en términos de innovación y crecimiento económicos, al mismo tiempo que aumentará la distancia entre ganadores y perdedores.

Por consiguiente, es probable que la localización, la agrupación y el conocimiento tácito continúen siendo determinantes tan esenciales de la competitividad y el éxito de los sistemas locales como las tecnologías de la información y la comunicación, las modernas infraestructuras y la formación. Los distritos industriales fomentados adecuadamente por medios políticos que sean capaces de identificarlos de forma efectiva como objetivo de intervención y como instrumento de política económica, pueden representar uno de los pocos sistemas de excelencia en los que estos determinantes coinciden satisfactoriamente.

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