La industria americana del control del delito: una burocracia que se autoperpetua

AutorWilliam J. Chambliss
Cargo del AutorCatedrático de Criminología The George Washington University
Páginas185-201

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La idea que sustenta la ley penal de Estados Unidos es tan noble como la más noble que se haya concebido. Un grupo de ciudadanos son elegidos por sus congéneres para promulgar la legislación. Jueces imparciales sin influencias políticas interpretan los estatutos a la luz de la constitución que garantiza a todas las personas la libertad respecto a cualquier tiranía. La policía está estrechamente vinculada al trabajo para la comunidad y destinada a que la vida de todos sus miembros sea segura y pacífica.

La realidad de la ley penal en Estados Unidos no podría estar más alejada de este ideal. Los legisladores aprueban leyes que la mayoría de la gente desconoce y en caso de que las conocieran no las comprenderían. Los jueces son designados políticamente y sus carreras dependen de tomar decisiones compatibles con los prejuicios ideológicos de los cargos electos que controlan su nombramiento. La policía y los fiscales trabajan dentro de una burocracia que a menudo les enfrenta a la gente a la que supuestamente han de proteger. La policía, los guardas de prisiones y las personas que trabajan en lo que un criminólogo noruego denomina «industria del control del delito» se convierten en portavoces que demandan más dinero de los impuestos para asegurar sus empleos1.

El resultado final de todo esto es que los estadounidenses están siendo embaucados para gastar vastas cantidades de dinero de los contribuyentes en políticas destinadas a servir a la industria del control del delito pero que tienen poco efecto o un efecto negativo en la delincuencia. En un círculo sin fin, se da a la gente información distorsionada y engañosa y se les dice después que la única solución al problema fabricado por los agentes del gobierno, es más dinero para las políticas que contribuyen a ese mismo problema.

La burocracia de la aplicación de la ley, los políticos, los medios de comunicación, y las industrias que se benefician de la construcción de cárceles y de la creación y manufactura de tecnologías de control del delito perpetúan los mitos que justifican el gasto de cuantiosas sumas del dinero de los contribuyentes en intentos Page 186 fallidos de control del delito. Mientras que casi todas las agencias gubernamentales y casi todos los ciudadanos tratan de sobrevivir con menos, el sistema de justicia penal -fiscales, tribunales y prisiones- está cubierto con dinero procedente de los impuestos municipales, estatales y federales. Todos los congresos y presidentes desde 1970 hasta ahora han autorizado aumentos del gasto en justicia penal (véase tabla 1).

Tabla 1

Gastos en Justicia Penal y en agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad en los EEUU. Años seleccionados 1980-2005

Subvenciones federales para fuerzas y cuerpos de seguridad locales y estatales

1995: 45 millones $

2004: $2.164 millones

Gastos local y estatal en justicia penal

1985: 48 563.068 $

2005: 194 436.201

Empleados de los cuerpos y fuerzas de seguridad locales y estatales

1975: 344.089

2000: 1 019.700

Empleados de los cuerpos y fuerzas de seguridad locales y estatales por cada 1000 residentes

1975: 2,5

2000: 3,5

Presupuesto federal para la lucha contra la droga

1980: 1000 millones $

2004: 22.000 millones $

Gastos directos en correccionales de los gobiernos estatales

1980: 4 257.509$

2003: 36 937.901 $

Fuente: Oficina Ejecutiva del Presidente, Budget of the United States Government: Historical Tables, Washington, DC: 1970-2006 y Departamento de Justicia de EEUU, Oficina de Estadísticas de Justicia, Trends in Justice Expenditures and Employment, NCJ 178277 Tabla 10 (en la red) http:/www.ojp.usdoj.gov/bjs/data/eetmd10.wk1 (27 marzo 2002 ).

1. Si la construyes, ellos vendrán

Durante los últimos 15 años los costes de las prisiones federales han aumentado fuertemente pasando de 4.200 millones $ en 1980 a más de 36.900 millones $ en 2003. La construcción de prisiones y la industria que trae consigo han dado lugar al crecimiento más rápido de la encarcelación en la historia de los Estados Unidos. El número de personas en prisión, en libertad condicional y en libertad vigilada aumentó de 1,2 millones en 1980 a 6,9 millones en 2003. El número de personas en centros penitenciarios pasó de 501.886 en 1980 a 2 135.901 en 20042.

Este crecimiento sin precedentes de la población carcelaria ha tenido lugar durante un periodo en el que la tasa de delincuencia en Estados Unidos ha decrecido Page 187 de manera firme en todos los tipos de delitos (véase tabla 2). En cualquier año examinado, más de un noventa por ciento de los interrogados en encuestas sobre víctimas declaran no haber sido víctimas de ningún tipo de delito. No es sorprendente que la amplia mayoría de los estadounidenses (más de un noventa por ciento) declare sentirse seguro en su barrio. Es la percepción que se tiene de lo peligrosos que son «otros barrios» la que alimenta la imagen de una sociedad americana enferma de una delincuencia galopante, y no la realidad de las experiencias cotidianas de la mayoría de los estadounidenses.

Tabla 2: Tasas de delincuencia, EEUU 1993-2003

Cambio porcentual en la tasa de víctimas de delitos por cada 1000 personas de 12 años de edad o mayores o por cada 1000 hogares

Delitos contra las personas ...................................................................... -55.4%

Delitos de violencia .................................................................................. -54.7%

Delitos contra la propiedad ...................................................................... -48.8%

Cambio porcentual en la tasas de Asesinatos y homicidios sin negligencia entre 1992 y 2002

Número total de víctimas cambio porcentual

1992 22.540

2002 14.054 -38%

Fuente: Sourcebook of Criminal Justice Statistics Online 31 Edición. 2003: Sección 3.

2. ¿Qué tipos de delitos tienen lugar?

Durante los últimos treinta años la Oficina del Censo entrevista cada año a una muestra de más de 100.000 ciudadanos y se les pregunta si han sido víctimas de algún tipo de delito. Los resultados, que se exponen en la Encuesta Nacional sobre víctimas del delito, muestra que , en cualquier año3, menos del 3 por ciento de los estadounidenses han sido víctimas de delitos violentos. Y aún más, la mayoría de los delitos expuestos por las víctimas son de tipo menor: el robo de propiedades (hurto) sin contacto con el ladrón (algo robado de la mesa de una persona en el trabajo) es el caso de la mayoría de las víctimas. El hurto sin contacto es veinte veces más frecuente que el hurto con contacto. De hecho, los delitos violentos menos peligrosos representan la mayoría de los delitos con violencia expuestos: las agresiones sin lesiones suponen más de un noventa por ciento de todos los delitos con violencia. Las tentativas de delito se denuncian dos veces más que los delitos consumados. El hecho es que en cualquiera de las categorías de delitos denunciados por las víctimas, tentativas y delitos menos graves constituyen la mayoría de los delitos (véase el análisis posterior).

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Dado que la mayoría de los delitos denunciados por el 10% de la población víctima en un año dado son de tipo menor, no es sorprendente encontrar que más de un cincuenta por ciento de las víctimas de algún delito no lo denuncian a la policía porque, dicen, «no era suficientemente grave» o «no había nada que pudiera hacerse».

¿Cómo es posible que la percepción del delito sea tan diferente de la realidad? La respuesta es triple. El público está engañado por (1) una conspiración realizada por las agencias de las fuerzas y cuerpos de seguridad (especialmente el FBI y el Departamento de Justicia) para distorsionar las estadísticas, (2) los medios de comunicación hambrientos de historias sensacionalistas y (3) los políticos que buscan beneficiarse sembrando el miedo y proclamando que ellos son los únicos «duros contra el crimen».

3. Distorsiones del delito: los informes estándar sobre delincuencia

La información con mas difusión y más veces citada son los Informes estándar sobre delicuencia (UCR en sus siglas en inglés: Uniform Crime Reports) publicados por el Federal Bureau of Investigations (FBI). Los datos de los UCR son muy engañosos y están distorsionados intencionadamente para maximizar el miedo y dar la impresión de que Estados Unidos vive en estado de sitio ante los depredadores y violentos criminales.

En sus informes el FBI recurre a ardides y trucos para hacer que el problema de la delincuencia tenga la apariencia más amenazante posible. Las primeras páginas del UCR anual contienen un «reloj del delito» que pretende mostrar con qué frecuencia ocurren los delitos. Esto se hace mediante un dibujo de un reloj de 24 horas. Se presenta en minutos y segundos la frecuencia con la que suceden los delitos. El reloj del UCR muestra por ejemplo, un asesinato cada 27 minutos, una violación forzada cada 6 minutos, un robo cada 59 segundos, robos en casas cada 13 segundos, etc.4 Esta presentación de la información está diseñada para difundir el miedo y, por supuesto, para legitimar una costosa industria del control del crimen en perpetuo crecimiento y en perpetua expansión. El reloj del delito no representa ni remotamente la verdadera frecuencia y gravedad de los delitos sobre los que las fuerzas de seguridad locales informan al FBI. Para llegar a estas alarmantes informaciones el FBI incluye todo tipo de presuntos delitos, añadiendo tentativas que de ser representadas de una manera más honesta no serían contabilizadas. Además, el número de delitos por segundo depende evidentemente del tamaño de la población. Imaginen cómo serían los cuadros similares en el caso de China o Indonesia. Este tipo de...

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