In memoriam de Ricardo Acedo

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Para nosotros, los humanos, el tiempo y el espacio son el lugar en que se dan cita las personas.

Sin ellas, ninguno de esos conceptos, ni nuestra propia vida, tendrían sentido.

La Editorial ha tenido la deferencia de que sea yo quien comunique, a través de este escrito, que Ricardo Acedo Carrés, mi esposo, nos dejó el 10 de agosto de este año, tras un inesperado cáncer que acabó con él en menos de un mes.

A todos los familiares, a todos los amigos, a todos los compañeros de la Editorial, y a todos los lectores, dedico mis palabras y también las suyas como homenaje a una persona excepcional, crítica con él mismo, con la sociedad y con los momentos que le tocó vivir.

Caminamos, nos amamos y nos enriquecimos juntos durante 36 años. Transustanciamos virtudes por defectos y, con el tiempo, conseguimos que sus virtudes fueran mis defectos, y mis defectos sus virtudes.

A su partida me entregó todo el amor que necesito, y con él todo lo que siempre le demandé, con la más pura y limpia generosidad. Ahora, el vacío que ha dejado rebosa en mí de una abundante ausencia con sentido y sentida, a la que me abrazo como ayuda, la más honesta y hermosa ayuda que jamás imaginé recibir para seguir viviendo.

Su personalidad, valores, capacidad artística, creativa e intelectual, así como sus dotes de observación no pasaron por alto a quien de verdad le conocía.

Desde la adolescencia hasta su juventud, se dedicó a su máxima pasión: la Música. Se inició a los 13 años tocando la guitarra en su barrio, luego en Madrid, más tarde en la TV de El Salvador (Centroamérica) con un grupo original de allí: Cameba’o, grupo de canción protesta, donde se inicia y tiene la ocasión de poner en práctica su concienciación social.

Luego formó parte de grupos musicales mas conocidos a nivel nacional como: Agua Viva, Eddie Lee Maddison, Miki y los Tonys, Miguel Ríos, Manzanita o Lone Star.

A finales de los años setenta Ricardo inició una nueva etapa, dejó atrás las actuaciones musicales y entró a formar parte del mundo empresarial.

En la Editorial Anthropos hizo correcciones, revisó galeradas, hizo maquetación, se relacionó con proveedores, mayoristas y distribuidores, hasta llegar a ser administrador.

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Me consta, que la mayoría de cosas las hizo por «amor», a veces incluso a su pesar. «...Quizás no siempre tenga claro qué es lo que tengo que hacer, pero lo que sí tengo claro es lo que "no" tengo que hacer».

Son ahora las palabras de Ricardo, escritas por él...

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