La Ilustración (jurídica) española.

AutorManuel Martínez Neira
Páginas385-437
“Sacar a los vasallos a un estado de
hombres con libertad”
Correo de Madrid (1787)
1. LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA
En los últimos años se han multiplicado las publicaciones que tie-
nen por tema la Ilustración española, lo cual es lógico porque la Ilus-
tración puede considerarse en muchos sentidos el comienzo de nues-
tra modernidad y por ello aparece como un espejo donde todos
debemos mirarnos. La Ilustración no sólo es el origen de tantas institu-
ciones modernas, es incluso el origen de nuestro lenguaje
1
.
Se trata, sin embargo, de un interés reciente: durante tiempo ha
prevalecido una interpretación peyorativa de nuestras luces, que se
fundaba en las opiniones que Montesquieu, Voltaire o Diderot —por
no hablar de Masson— tenían sobre España, a la que ciertamente no
conocían bien. Sólo a partir de los años cincuenta del siglo XX comen-
zó a estudiarse de modo riguroso. Los primeros trabajos subrayaron la
influencia francesa en nuestra ilustración. Después se descubrió la
existencia de otros influjos extranjeros, Inglaterra por ejemplo, pero
también de la propia tradición
2
. Finalmente, en esta parcela historio-
1GARAY, Jesús de. "La objetividad, viejo y nuevo problema", en José Andrés-Gallego
(ed.), New History, Nouvelle histoire. Hacia una nueva historia, Editorial Actas, Madrid 1993,
pp. 155-157. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. La lengua de los derechos. La formación del de-
recho público europeo tras la revolución francesa, Alianza Editorial, Madrid, 1994.
2FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier. "Península ibérica", en Vicenzo Ferrone y Daniel Ro-
che (eds.). Diccionario histórico de la Ilustración, Alianza Editorial, Madrid, 1998, pp. 340-351.
HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES386
gráfica nos encontramos con el paradigma interpretativo de la norma-
lidad
3
.
En estas últimas aportaciones se observa una pluralidad de enfo-
ques, de intereses. Frente a una historia más centrada en las ideas del
poder se intenta ahora descubrir otros discursos para que su conjunto
nos muestre un rostro más convincente de todo el devenir ilustrado.
Para algunos autores no se trata ya de identificar un conjunto de ideas
o reformas, sino de descubrir el cambio de mentalidad que produjo.
Así, para los más influenciados por la última historiografía francesa lo
importante será estudiar las nuevas representaciones de la riqueza, el
trabajo, la naturaleza y el saber
4
. Otros se fijarán en la cultura política
que aporta esta nueva concepción del hombre
5
. Además se tenderá a
localizar esas representaciones en ámbitos geográficos reducidos, por
razones metodológicas pero también epistemológicas
6
. Razones que
también han impulsado los estudios biográficos
7
. En fin, las fuentes
utilizadas para estas pesquisas se han visto profundamente ampliadas,
siempre con la intención de buscar discursos paralelos a los que po-
dríamos denominar oficiales y que, para estos autores, habían produ-
3Con la transición democrática y la incorporación de España a la Unión Europea mu-
chos historiadores han abandonado en su trabajo el paradigma de la peculiaridad españo-
la por el de la normalidad: España ha tenido una historia normal, es decir, análoga a los
países de su entorno. Son numerosas las obras que avanzan en esta línea, así: PÉREZ, Joseph.
Historia de España, Editorial Crítica, Barcelona, 1999 o FUSI, Juan Pablo y PALAFOX, Jordi.
España: 1808-1996. El desafío de la modernidad, Espasa Calpe, Madrid, 1997.
4SILVA, Renan. Los ilustrados en Nueva Granada. 1760-1808. Genealogía de una comuni-
dad de interpretación, París, 1997, tesis de estado inédita.
5PORTILLO, José María. "Los límites de la monarquía. Catecismo de Estado y consti-
tución política en España a finales del siglo XVIII", Quaderni fiorentini 25 (1996); FERNÁN-
DEZ ALBALADEJO, Pablo. Fragmentos de monarquía, Alianza Editorial, Madrid, 1992; FER-
NÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier. La Ilustración política. Las "Reflexiones sobre las formas de
gobier no" de J. A. Ibáñez de la Rentería y otros discursos conexos, Bilbao, 1994.
6PÉREZ SARRIÓN, Guillermo. Aragón en el setecientos: crecimiento económico, cambio
social y cultura, 1700-1808, Lérida, 1999; LLUCH, Ernest. La Catalunya vençuda del segle
XVIII: foscors i clarors de la illustració, Barcelona, 1996 (existe versión castellana); PORTI-
LLO, José María. Monarquía y gobierno provincial: poder y constitución en las provincias vascas
(1760-1808), Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1991.
7CORONAS GONZÁLEZ, Santos M. "Jovellanos, jurista ilustrado", Anuario de histo-
ria del derecho español 1996 (66), pp. 561-614; LÓPEZ, François. Juan Pablo Forner (1756-1797)
y la crisis de la conciencia española, Salamanca, 1999; MESTRE, Antonio. Don Gregorio Mayans
y Siscar, entre la erudición y la política, Valencia, 1999; PERDICES BLAS, Luis. Pablo Olavide
(1725-1803): el ilustrado, Madrid, 1992; VALLEJO GARCÍA-HEVIA, José María. La monar-
quía y un ministro: Campomanes, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,
1997.
TOMO II: SIGLO XVIII 387
cido un relato historiográfico excesivamente simple. En efecto, la bús-
queda de la complejidad señala toda esta renovación.
Desde esa complejidad, un autor, Francisco Sánchez Blanco, ha cues-
tionado algunos de nuestros conocimientos sobre este periodo, centrán-
dose sobre todo en la historia de las ideas que para él sería lo propio de la
Ilustración, pues dirá que la Ilustración es ante todo un fenómeno de
mentalidad
8
. Lo que significa que su esencia fue "de carácter cultural y
significó una emancipación individual y colectiva frente a las institucio-
nes que hasta entonces ejercían el poder ideológico y político"
9
.
Sánchez Blanco hace una serie de precisiones previas que estimo opor-
tuno glosar. En primer lugar sobre la cronología. Todos los historiadores
sabemos que la historia tiene su ritmo, que en ella no se dan cambios radi-
cales de la noche a la mañana, que esos cambios se encuentran en los ciclos
largos de la historia, es decir, que son producto de circunstancias políticas,
económicas y culturales que se desarrollan en el tiempo. Y sin embargo,
como ya adelantó Tierno Galván, generalmente el siglo XVIII español se
nos presenta "como un cambio brusco, como una súbita recepción de una
nueva concepción cultural que se yuxtapone sin transición a otra que no
sólo es distinta, sino que es antagónica: en pocas palabras, se considera en
general que en España la Ilustración se superpone al Barroco"
10
. Segura-
mente esto se ha debido a la coincidencia del comienzo del setecientos con
un cambio conflictivo de dinastía; es posible que la nueva, los borbones, in-
tentasen legitimarse también arrojando el reinado de Carlos II al oscuran-
tismo y convirtiéndose ellos mismos en abanderados de la Ilustración.
Desde luego este es el camino que siguen algunos de los interesados, como
es el caso de Jovellanos que en un Elogio de Carlos III sitúa el comienzo de la
ilustración en España de la siguiente manera: "Felipe, conociendo que no
puede hacerle feliz [al pueblo] si no le instruye, funda academias, erige se-
minarios, establece bibliotecas, protege las letras y los literatos, y en un rei-
nado de casi medio siglo, le enseña lo que vale la ilustración".
Y sin embargo, decía, hay una serie de indicios que evidencian lo
contrario
11
. Por ello algunos autores —como el propio Benno von
8SÁNCHEZ BLANCO, Francisco. La mentalidad ilustrada, Taurus, Madrid, 1999, p. 8.
9SÁNCHEZ BLANCO, Francisco. La Ilustración en España, Akal, Madrid, 1997, p. 14.
10 TIERNO GALVÁN, Enrique. "Prólogo", en Benno von Wiese. La cultura de la Ilustra-
ción, Centro de Estudios Políticos, Madrid, 1954, pp. 12 y 13.
11 SÁNCHEZ BLANCO, Francisco. Europa y el pensamiento español del siglo XVIII, Alianza
editorial, Madrid, 1991, pp. 28-42. Ilustrará también: KAMEN, Henri. La España de Carlos II, Edi-
torial Crítica, Barcelona, 1987, sobre todo el capítulo 13 (Hacia un espíritu crítico), pp. 494-518.

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