Igualdad, derechos humanos y Objetivos de Desarrollo Sostenible: ¿Aprender de la experiencia o tropezar con la misma piedra?

AutorPaola Villavicencio Calzadilla
Páginas389-425

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1. Introducción

Uno de los mayores hitos de 2015 fue sin duda la adopción de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)1. Hasta ahora nunca antes se habían comprometido los líderes del mundo con una acción y un empeño comunes en pro de una agenda de políticas tan amplia y universal2. Por ello, como señaló el Secretario General de Naciones Unidas (SGNU), la adopción de la Agenda 2030 y sus ODS se convirtió en “un momento decisivo para la historia de la humanidad”3.

Este nuevo plan de acción, que guiará las políticas de desarrollo inter-nacional en los próximos 15 años, resulta esencial frente a la situación del

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mundo actual en el que el desarrollo, entendido como mero crecimiento económico, se ha vinculado a importantes violaciones de derechos humanos y ha sido construido en base a desigualdades e injusticias sociales y ambientales que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) no lograron afrontar a causa de sus propias limitaciones.

Ante esta realidad, el llamado a la construcción de una auténtica agenda que incluya los derechos humanos, como elemento central, y la eliminación de la desigualdad, como objetivo global, tomó especial fuerza durante las negociaciones de la Agenda 2030 y los ODS. La adopción del nuevo plan de acción exigía, así, la definición de un novedoso marco de estrategias con alto grado de contenido ético y exigencia moral que corrigiera las deficiencias de los ODM y que ayudara en la realización de los derechos humanos de todas las personas.

Aunque los nuevos ODS han logrado incorporar objetivos y metas en áreas relevantes que pueden ayudar con la promoción de los derechos humanos y la reducción de las desigualdades, lo cierto es que el contenido de los mismos carece de un verdadero lenguaje de derechos humanos. Con ello se perdió la oportunidad de definir un nuevo paradigma de desarrollo en el que los objetivos de las políticas y estrategias de desarrollo se definan no solo en función de las necesidades humanas, sino en términos de derechos.

El presente trabajo tiene por objeto el análisis crítico de los ODS desde un enfoque de derechos humanos. Como aspecto esencial para comprender los antecedentes de la Agenda 2030 y sus ODS, el artículo comienza con una breve introducción que explica las lecciones aprendidas a partir de la experiencia de los ODM a fin de describir aquellos aspectos que hacían necesaria la incorporación de cuestiones de igualdad y derechos humanos en el nuevo plan de acción mundial. Una vez sentadas estas bases, el trabajo se centra en el análisis de los ODS. Así, además de realizar una descripción crítica de su contenido y de los aspectos diferenciales respecto a sus predecesores, el trabajo analiza los avances y limitaciones de los ODS en torno al principio de igualdad y no discriminación así como en relación a las esferas de los derechos humanos, tomando como punto de partida los aciertos y deficiencias de los ODM en este sentido. El trabajo termina con unas reflexiones finales que destacan la relevancia de la implementación nacional de la nueva agenda y los ODS para abordar y mejorar sus actuales limitaciones de derechos humanos a fin de que éstos no se conviertan en un añadido de las futuras acciones de desarrollo sostenible, sino que se encuentren establecidos en el corazón

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de los procesos encaminados a lograrlo. El lector deberá tomar en cuenta que el propósito del presente trabajo no es el análisis exhaustivo del conjunto de limitaciones u omisiones presentes en los ODS, sino más bien el abordaje de aquellas cuestiones de derechos humanos que fueron dejadas de lado por los ODM pero que resurgieron con fuerza durante el proceso de construcción de la Agenda 2030 y sus ODS.

2. Los ODM: una historia de luces y sombras

La adopción de la Declaración del Milenio4 marcaría indudablemente un momento importante en la historia de la cooperación al desarrollo al definir una agenda global de desarrollo que incorporaba compromisos en materia de paz, seguridad, protección del entorno, derechos humanos y erradicación de la pobreza. El conjunto de objetivos integrados en la Declaración posteriormente se plasmarían en una hoja de ruta5 que fijaría unos objetivos destinados a orientar la política internacional de desarrollo hasta 2015: los ODM6.

Como uno de los pocos compromisos globales en materia de desarrollo que hasta el año 2000 contaban con un apoyo mundial, los ODM representaron el consenso a favor de un conjunto de objetivos que influenciaron el discurso global del desarrollo y fueron el punto de referencia para las estrategias de desarrollo y reducción de pobreza en países en desarrollo. Estos objetivos ayudaron al progreso y coordinación de un trabajo colaborativo, multidisciplinario e intersectorial en áreas importantes de desarrollo y promovieron la recopilación de datos, la creación de métodos de estadística y la

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generación de recursos adicionales para la financiación del desarrollo, entre otros7.

Ahora bien, finalizado el período de vigencia de los ODM se observa que los logros han sido dispares. Por un lado, la pobreza extrema, la malnutrición y la mortalidad infantil y materna se han reducido; mientras que la matriculación en la enseñanza primaria, el acceso al agua y saneamiento y la igualdad de género se han incrementado en muchos países. Por otro lado, todavía millones de personas viven en extrema pobreza, sufren hambre y no tienen acceso a los servicios básicos. Además, mientras que las desigualdades se han incrementado dentro y entre países, la tasa mundial de mortalidad materna es todavía importante. Junto a ello, los avances para garantizar la sostenibilidad ambiental también han sido limitados8.

El restringido éxito de los ODM se debió precisamente a que ellos tenían importantes limitaciones que obstaculizaron su progreso. Así por ejemplo, los ODM fueron definidos por un número reducido de actores, en base a sus intereses, que luego designaron a los países en desarrollo sin considerar sus contextos nacionales ni las dificultades que podrían tener para alcanzarlos. Además, estos objetivos presentaron una visión simplista de desarrollo, centrada en la reducción de pobreza sin abordar sus aspectos dimensionales. Igualmente, establecieron objetivos basados en promedios nacionales que dejaron de lado a los sectores más vulnerables9.

Aunado a lo anterior, durante el último período de vigencia de los ODM, especialmente desde el año 2010, las discusiones sobre el logro asimétrico y

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limitado de los mismos centraron su atención en dos de sus principales limitaciones, observadas ya desde su formulación: la exclusión de los derechos humanos y la falta de atención a las desigualdades. De hecho, según afirma Vandemoortele, esta última limitación se convertiría en el principal impedimento para el logro de los ODM10.

En efecto, los ODM omitieron incorporar referencias a valores y normas del derecho internacional de los derechos humanos previamente incluidas en la Declaración del Milenio11, base legal y contextual de los mismos, como la libertad, la igualdad y la solidaridad. Tampoco reflejaron el compromiso asumido por los Estados de respetar los derechos humanos y esforzarse por lograr su realización. No solo existió una falta de lenguaje de derechos humanos en el contenido de los ODM, sino una falta de coherencia entre algunas de sus metas y las normas internacionales que los protegen. Como nota Langford, si bien una de las mayores contribuciones de los ODM fue lograr un efecto potenciador en áreas descuidadas, como la salud materna y el saneamiento, ellos no reflejaron un consenso internacional sobre cuestiones relacionadas con el desarrollo y los derechos12. Esto trajo como consecuencia que una gran parte de países en desarrollo evitara abordar las desigualdades y los derechos humanos en sus esfuerzos y políticas destinadas al logro de los ODM13, situación que quedó reflejada en sus Informes Nacionales, en los que dichas cuestiones tampoco se abordarían significativamente14. Por ello, desde la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de

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Naciones Unidas (OACDH) se sugirió, ya en 2008, la alineación de los ODM, sus metas e indicadores con las normas de derechos humanos15.

La falta de un enfoque sistémico basado en derechos derivó, además, en la creación de prácticas y políticas de desarrollo que en ocasiones derivaron en violaciones de derechos humanos. En realidad, algunas de las historias de éxito más celebradas en torno a los ODM de países que se encontraban en camino de lograrlos, como Egipto o Túnez, revelaron que algunos gobiernos promovieron políticas de desarrollo basadas en los ODM pero sin garantizar el pleno disfrute de los derechos de sus ciudadanos16. La falta de adecuación entre las políticas de desarrollo y los derechos humanos quedó evidenciada con la explosión de la “Primavera Árabe”, en la que diversas protestas denunciaron privaciones y desigualdades enmascaradas por los restringidos modelos de desarrollo basados en enfoques económicos, demostrando así que alcanzar las metas de desarrollo no era suficiente si no se tomaban en cuenta los derechos humanos, el buen gobierno y el acceso equitativo a la justicia.

Frente a este escenario, en 2010 durante la Cumbre Mundial sobre los ODM, los Estados reconocieron la importancia de los derechos humanos para el desarrollo y el logro de dichos...

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