Ideología e imparcialidad judicial

AutorJordi Nieva Fenoll
CargoProfesor Titular de Derecho Procesal. Acreditado para Catedrático, Universitat de Barcelona
Páginas23-26

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Es inconcebible que un juez no pueda tener ideología. Su obligada neutralidad no puede llegar hasta el punto de impedirle pensar libremente aquello que considere adecuado sobre la economía, la sociedad o la cultura en general, o sobre los más diversos aspectos de la vida.

Sin embargo, la ideología de un juez no puede lastrarle en las consideraciones de su juicio jurisdiccional, haciéndole, literalmente, depender de la misma en el momento de dictar sentencia. Cuando un juez juzga, sus únicas ataduras ideológicas deben ser los mandatos de la Constitución, o de cualquier otra norma suprema que siente los principios generales y valores fundamentales del ordenamiento jurídico que está obligado a aplicar. Por muy en desacuerdo que esté con la norma constitucional en su vida privada, en su labor como juez no puede ir en contra de lo que dispone dicha Norma. De igual modo que no puede incumplir lo que dispone ninguna otra norma positiva del ordenamiento jurídico, porque lo contrario supondría una vulneración de la división de poderes que le haría incurrir en responsabilidad.

De todos modos, cualquier ciudadano puede desconfiar, legítimamente, de los juicios de un determinado juez cuando tiene la percepción de que el mismo posee una orientación ideológica especialmente marcada. Muy particularmente si existe la percepción racional de que dicha ideología puede influirle en esos juicios. Y es que resulta difícil que, al menos potencialmente, no sea así, dado que la "ideología" es algo tan sumamente genérico que puede afectar, al menos hipotéticamente, de un modo u otro, a cualquier juicio jurisdiccional.

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Pero el juez no puede ser excluido simplemente por su ideología, sea la que fuere, porque ejecutar una decisión así equivaldría a coartar el libre pensamiento, lo que no es más que una forma de inaceptable dictadura. Sin embargo, hay que dar cauce a esa sensación de injusticia que racionalmente nos invade cuando observamos que un juez particularmente sesgado ideológicamente, va a juzgar un determinado caso concreto relacionado con esa ideología.

Por desgracia, en España actualmente es completamente imposible excluir, a priori, a un "fanático" de la función de juzgar en un caso concreto que tenga que ver directamente con su ideología. Esta durísima constatación debería causar el estupor de cualesquiera operadores jurídicos relacionados con este tema, pero sin embargo parece ocurrir todo lo contrario.

Tanto el Tribunal Supremo como el...

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