Algunas ideas rudimentarias de Derecho Inmobiliario

AutorGinés Cánovas
CargoRegistrador de la Propiedad
Páginas72-74

Algunas ideas rudimentarias de Derecho Inmobiliario, por Rafael Ramos Folqués.-Colección Yllice. 2.° época, 1952.

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El señor Peret, aun albeando el día, lleva rato levantado. Aguarda que los mozos -sus hijos- acaben esa labor preparatoria, indispensable : abastar el ganado, ultimar, limpia y arreglo de trebejos y utensilios para salir al campo. Este se desenvuelve ante su vista en esquemas geométricos de matizadas tonalidades : cabe el alto parral cuyos frutos cuelgan ubérrimos hasta parecer estallar, la esmeralda de un naranjal fulgente en oros ; y la cuadrícula del candeal ha pocos días sembrado que se entrevera y pierde en el cañamazo caprichoso de las hortalizas de invierno acabadas de poner.

Todo es rico, valioso. Muchas, infinitas veces, el fruto sobrepasa en precio a la tierra. A veces también, por contraste, esos precios -malas coyunturas en los mercados, dificultades de exportación- se vilipendian, hasta el filo de catástrofe.

Pero el señor Peret no se engaña, ni se sobrecoge ni envanece Conoce lo que esta tierra -la suya- representa y la ama como a su propio ser

Por ello cuanto afecte a su regulación merece su atención intensa y se aplica, en lo que puede, con su fina sensibilidad meridional, a su conocimiento.

Sabe perfectamente que hay Registros de la Propiedad que radican en la cabeza del partido, y que en lo que en ellos aparece está, al fin de cuentas, la realidad. Por esto no compra, ni da sus ahorros sobre otras fincas, sin pasar antes por las oficinas del Registro.Page 73

Sin ser hombre de letras, lleva en su sangre la herencia de viejas culturas que dejaron tanto sedimento en el solar donde nació. Así no fía nada al azar : ese avatar que es comprar porque otro ha venido poseyendo, ese jugar a prescripciones y usucapiones... Acaso sean mañas y artes de otros hombres y lugares. Hombres-tíos Celedonios- y lugares de tierra adentro, que el señor Peret, desde su claridad levantina, contemplarla, si supiese de su existencia, con un tanto de asombro, siquiera, con su comprensión de hombre en que el tráfico -cultura- es consustancial, justificaría por la pobreza y la rutina. Más le asombraría -y asustaría- que Letrados llenos de experiencia y saber defiendan 3° miren con simpatía a veces, viejos vestigios que la timidez de un legislador dejó en nebulosa en leyes modernísimas publicadas para impulsar la seguridad del tráfico territorial, que es nervio y sangre en estas feraces tierras de Levante.

Vinculado a su terruño y...

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