Paraísos fiscales en Europa

AutorJosé María Martínez Selva
Cargo del AutorCatedrático de Psicología en la Universidad de Murcia. Miembro del Offshore Institute. Profesor de la Escuela de Negocios de Dirección y Administración de Empresas (ENAE) de Murcia.
Páginas313-339

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Suiza

La Confederación Helvética es un país centroeuropeo, muy montañoso, donde se habla principalmente francés y alemán, y en menor medida italiano y romanche. En 1986 rechazó en referéndum el ingreso en la ONU y en 1992 en el Espacio Económico Europeo. Sus habitantes también han decidido recientemente en referéndum no adherirse a la Unión Europea. Por si sirve de orientación o guía al inversor, diremos que esta negativa a incorporarse a las instituciones europeas no ha supuesto en modo alguno un descenso en la llegada de fondos propiedad de residentes en los países limítrofes, sino más bien lo contrario.

Sus habitantes tienen fama de ser recelosos, muy conservadores y de estar muy preocupados por la estabilidad y la propiedad privada. La Confederación Helvética ha disfrutado hasta ahora de un estatuto sumamente restrictivo para los residentes extranjeros, aceptando sólo a celebridades y personas de elevadas fortunas. Una ley contra extranjeros permite a la policía encerrar en la cárcel durante un año a personas carentes de la documentación adecuada. Se trata de una ley dirigida contra los traficantes de droga y los trabajadores clandestinos, pero puede extenderse a cualquier extranjero con problemas de documentación. El país atraviesa una prolongada crisis económica, "relativamente" mala, que le llevó en 2003 al primer conflicto laboral grave en 50 años. En 2004 continuó con una tasa de crecimiento baja, propia de una economía estancada y con un "elevado" desempleo del 3,9%, la mayor tasa en seis años.

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Los servicios bancarios suizos tienen fama de ser los mejores del mundo, y también los más caros. El franco suizo sigue el patrón oro y es una de las monedas más fuertes y estables. Suiza dispone de unos 375 bancos, con dos grandes entidades Union des Banques Suisses y Crédit Suisse, con un 64% de los fondos totales, y un gran número de pequeños bancos privados y filiales de grandes bancos mundiales. La banca suiza se concentra principalmente en servicios de banca privada y gestión de patrimonio, y apenas se dedica al negocio bancario al por menor. El 35% de los fondos mundiales privados, de empresas y particulares, invertidos en entidades offshore está en este país. Las estimaciones de los fondos depositados hablan de cifras entre 1,3 y 2,2 billones de euros. Con datos de principios de 2004, se estimaba que el 39% de los fondos offshore propiedad de residentes en la Unión Europea tenían como destino el país alpino (Offshore Red, febrero de 2004). La competencia de otros centros financieros le ha hecho perder posiciones desde el 50% del negocio de banca privada hasta el 25% actual.

No se trata de banqueros agresivos, sino conservadores, de forma que hay importantes quejas de sus clientes sobre cómo se gestionan sus carteras, si se compara con el trabajo de otros centros financieros mundiales, que les sobrepasan en rentabilidad con unos costes más bajos.

La presión fiscal es similar a la de los países de la Unión Europea. Por ejemplo, hay un cargo de un 35% de impuestos sobre las ganancias de capital, esto es sobre intereses y dividendos. Sin embargo, con los arreglos adecuados, incluyendo oportunos acuerdos para evitar la doble imposición, pueden evitarse estos impuestos. La retención es efectiva cuando la entidad que paga los intereses está radicada en Suiza. Pero el banco suizo podría "invertir" el dinero en activos de renta fija (certificados de depósito, por ejemplo) emitidos por una de sus sucursales ubicada en un paraíso fiscal. Cuando el interés lo paga una entidad domiciliada en jurisdicción diferente, no se paga el impuesto. Algunos productos financieros, como las pólizas de prima anual y las cuentas de inversión ("portfolio management account") no están sujetas a este impuesto.

Suiza es el paraíso fiscal por antonomasia, donde se estableció el secreto bancario en 1934 recogido en la Ley Federal Suiza sobre bancos, aprobada en 1935. Sin embargo, muchas cosas han cambiado en el país alpino en los últimos años. Los acuerdos internacionales sobre blanqueo de dinero han llevado a que la cuenta corriente numerada anónima, dejara de existirPage 315 en Suiza a partir de 1991. Para suprimir el secreto bancario suizo hace falta un referéndum y el 88% de la población está a favor de mantenerlo, aunque cada vez hay más suizos que son partidarios de levantar este secreto en algunos casos.

Antes de las nuevas normas podían abrirse cuentas sin el nombre del beneficiario. Estas cuentas las abría por encargo un agente o abogado y el secreto en estos casos era total, ya que nadie en el banco sabía quién era el auténtico titular. Los clientes operaban utilizando sólo el número de cuenta. Ahora los clientes deben informar claramente acerca de quién es el beneficiario y se debe "probar", o mejor convencer, que el dinero tiene un origen lícito. Las leyes suizas no sólo suprimieron las cuentas secretas, sino que consideran que el blanqueo de dinero es un delito perseguible.

El secreto bancario persiste, pero ya no es como antes: los bancos suizos deben pedir siempre la identificación de un posible cliente y conocer los datos del titular de la cuenta o el beneficiario de una empresa titular de la cuenta, no importa el país en el que está registrada la compañía. Las cuentas cifradas o numeradas han pasado a formar parte de la relación entre un banco y sus clientes. Esto quiere decir que el sistema de cuentas con código, donde el nombre del beneficiario sólo lo conocen unos pocos empleados del banco, es un servicio disponible. En la cuenta numerada actual, los datos del cliente no aparecen junto al número de cuenta, pero algunos empleados del banco saben quién es el auténtico beneficiario.

El gobierno inició hace años una política legislativa dirigida a colaborar con otros países en la persecución del dinero de origen ilícito y dispone de una legislación avanzada contra el blanqueo de dinero procedente del crimen. Prueba de ello son las secuelas de algunos conocidos casos judiciales en los cuales se ha llegado tras varios años de investigación a averiguar quiénes son los beneficiarios de fondos de cuentas offshore. Como se describió en los capítulos 7 y 9, se han dado varios casos de bloqueo e incluso de devolución del dinero de las cuentas de dictadores y políticos corruptos.

La evitación de impuestos no está perseguida por la ley suiza. Sí lo está el fraude fiscal que emplea, por ejemplo, falsificación de documentos. Los países y entidades que reclaman fondos deben probar que el sospechoso cometió un delito a los ojos de las leyes suizas.

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El gobierno suizo está introduciendo leyes y medidas desde hace años que armonizan la actividad bancaria con las de la Unión Europea y que persiguen el blanqueo de dinero producto de actividades delictivas. Entre ellas están:

1. Los bancos poseen ahora el derecho de denunciar a los clientes sospechosos. Anteriormente, esto contravenía la ley que promulgaba el secreto bancario. La Comisión Federal Bancaria Suiza llegó a un compromiso con el ministerio fiscal para que los bancos den información a la justicia sobre las cuentas que se sospecha que están conectadas con algún tipo de delito sin que ello suponga quebrantar el secreto bancario.

2. Los tribunales suizos pueden cooperar con otros países en la persecución del crimen organizado, simplemente por la pertenencia a una organización criminal, sin más cargos. En la práctica, colaboran habitualmente con las autoridades judiciales de otras naciones, aunque no existan tratados bilaterales que hagan referencia a ello cuando el cliente es objeto de persecución criminal judicial.

3. El gobierno suizo tiene derecho a confiscar fondos depositados en los bancos suizos por criminales.

El acuerdo sobre impuestos y doble imposición con los Estados Unidos data de 1998. El país alpino ha pasado positivamente la evaluación del Fondo Monetario Internacional.

El secreto bancario suizo se va debilitando progresivamente. Los banqueros suizos proporcionan información a las autoridades judiciales cuando los clientes han sido formalmente acusados de cargos criminales que también son delito en Suiza, aunque no prestan asistencia a todas las autoridades por igual. Los banqueros suizos no cooperarán en investigaciones de autoridades extranjeras por evasión de impuestos, pero cooperarán en casos de fraude fiscal. La jurisdicción que reclama el levantamiento del secreto bancario debe demostrar que esta situación se está produciendo en su territorio. También, un estado puede reclamar el dinero que le ha sido sustraído de forma fraudulenta y se encuentra depositado en los bancos de la Confederación (véase el capítulo 7). El resultado más previsible de una actuación de las autoridades suizas ante una demanda judicial de otros países es la congelación de las cuentas bancarias de la persona o entidad acusada. Una excepción es la situación de extre-Page 317ma necesidad del afectado o de sus familiares debida a gastos de subsistencia o enfermedad.

El punto central de esta cuestión es que lo que considera un tribunal suizo como delito, libera a la entidad del deber de guardar el secreto bancario, y permite el intercambio de información bancaria secreta entre las autoridades policiales. Por fraude fiscal se entiende, en algunos textos legales, la conducta fraudulenta que causa o va dirigida a causar una reducción ilegal y sustancial en la cantidad de impuestos a pagar. No está claro, por tanto, la determinación de qué es "conducta fraudulenta" y qué es una "reducción ilegal", circunstancias que deben ser interpretadas por las autoridades judiciales suizas.

El código de la cuenta cifrada o numerada protege la intimidad del cliente y refuerza el secreto bancario, pero tiene serios inconvenientes. Si los...

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