El hombre, unidad dual

AutorMaría Lacalle Noriega
Páginas25-39

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1. Ser humano, naturaleza humana, persona

El objeto de este capítulo no consiste en ofrecer un estudio detallado, filosófico, sobre el ser humano. Nos limitaremos tan sólo a abordar las cuestiones más relevantes que permitan articular y comprender a la persona como sujeto del Derecho desde la comprensión del hombre como unidad dual.

En primer lugar, procede una aclaración terminológica, pues los términos ser humano, naturaleza humana y persona se utilizan muchas veces como sinónimos y otras como completamente independientes. Sin embargo, no son nociones idénticas ni tampoco contradictorias, sino complementarias.

El término "ser humano" se atribuye a todos los entes de nuestra especie denominada, precisamente, "humana". Todos los seres humanos tenemos una serie de características biológicas que nos identifican: el ADN, las secuencias ALU, etc.1. Así, se puede afirmar que un embrión es un ser humano, pues presenta las características biológicas de la especie humana.

Cuando hablamos de "naturaleza humana" no nos referimos únicamente a la dimensión material o biológica del ser humano, sino

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a todo su ser. El término "naturaleza", en su sentido metafísico, se refiere al modo de ser de cada ente: un ser es lo que es y no otra cosa porque posee una determinada naturaleza, que es, por tanto, lo que le tipifica y constituye2. Y, como trataremos de mostrar, la naturaleza humana es la unidad dual de cuerpo y alma.

Así, por una parte, el ser humano, en cuanto tal, está sujeto a todos los condicionamientos que provienen de la biología. Como recuerda Mounier, nuestras ideas y nuestros humores son modelados por "el clima, la geografía, mi situación en la superficie de la tierra, mis herencias, y más allá, acaso por el fl ujo masivo de los rayos cósmicos". A estas infl uencias se les añaden determinaciones psicológicas y colectivas posteriores. Pero el ser humano es algo más que biología, pues es, simultáneamente, un ser espiritual. Su naturaleza es, por tanto, corpóreo-espiritual.

La persona humana es el individuo de naturaleza humana, la realización existencial de lo humano. Cada ser humano es persona, un ser singular, incomunicable, único, irrepetible e irreemplazable.

El término persona no es equivalente a naturaleza humana, aunque está íntimamente relacionado con él. Todos los seres humanos compartimos la misma naturaleza y todos somos igualmente personas. Naturaleza humana y persona humana no son dos nociones contradictorias, sino complementarias. La noción de naturaleza o esencia atiende a lo que es común, por lo que cabe afirmar que todos los hombres tienen la misma naturaleza y son, por eso, esencialmente iguales. Es decir, llamamos naturaleza humana a aquello que pertenece a la estructura ontológica, específica, permanente, dinámica y fundamental de todos los seres humanos. En esta naturaleza que todos los seres humanos compartimos podemos reconocernos semejantes, con una semejanza estructural y radical. En cambio, a partir de la idea de persona cabe afirmar que cada ser humano es único, distinto de todos los demás.

Todos los seres humanos compartimos la misma naturaleza. Y todos, sin excepción, somos personas, independientemente de nuestras circunstancias, capacidades, etc. La distinción terminológica entre ser humano, naturaleza y persona, permite enfocar el estudio del hombre desde distintas perspectivas, introducir matices y alcanzar mayores pro-

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fundidades. Lo que no consideramos aceptable es la introducción de ninguna condición para que el ser humano sea considerado persona.

2. Características esenciales del ser humano

La filosofía tradicional ha definido el ser humano como "animal racional", lo cual quiere decir que son seres dotados de una naturaleza que tiene dos dimensiones: espiritual y corporal. Estas dos dimensiones están completamente interrelacionadas hasta el punto de ser inseparables. La naturaleza humana es, desde esta perspectiva, una unidad compleja. Y, como veremos en el capítulo siguiente, la unidad propia de la naturaleza humana es tanto un dato como un reto, es decir, es a la vez algo que somos y algo que hemos de llegar a ser3.

A continuación vamos a tratar de comprender qué significa ser "animal" y ser "racional" conjuntamente.

2.1. Corporeidad

El cuerpo no es algo que yo poseo. El cuerpo que yo vivo en primera persona soy yo mismo, es expresión directa de mi propia identidad. El hombre no es un ser que tiene un cuerpo del que se sirve, sino que el hombre es un ser corporal que se expresa en el cuerpo porque el cuerpo lo constituye.

El escenario de la vida del hombre es el mundo material. Toda nuestra vida se desarrolla en contacto con las cosas. El cuerpo nos pone en contacto permanente con el mundo sensible, y gracias a los sentidos podemos conocerlo.

El cuerpo es, por un lado, la manera en que participamos en el mundo: gracias al cuerpo estamos presentes entre las cosas y las personas. El cuerpo nos pone en relación con los demás, y nos hace conscientes de lo mucho que les necesitamos. La persona es un "ser con los demás y para los demás", por lo que la relación interpersonal y social no es algo externo y extraño de lo que pueda prescindir. No podemos vivir ni relacionarnos al margen de nuestro cuerpo.

Por otro lado, el cuerpo es también parte de nuestra propia identidad, de la respuesta a la pregunta: ¿quién soy yo? Esta pregunta no se

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puede responder sin referencia, entre otras cosas, a nuestra condición sexuada, que se encuentra, ineludiblemente, en la corporalidad. El ser humano es impensable fuera de su condición sexuada. Existe en dos posibilidades: hombre o mujer, y no tiene otra posibilidad de existir. Pero la diferenciación sexual no se reduce al ámbito corpóreo sino que matiza y modula hasta los rincones más íntimos de la persona del hombre y de la mujer. Es una característica primaria que acompaña a la persona durante toda su existencia y que trasciende lo puramente biológico y cualquier determinismo instintivo afectando al núcleo mismo de la persona. Por eso no decimos que una persona "tiene" un sexo masculino o femenino, sino que decimos que "es" hombre o mujer4.

La concordancia entre el sexo biológico y el mundo psíquico y afectivo de la persona es una tarea con la que se enfrenta forzosamente todo ser humano. Ya desde la infancia cada uno ha de confrontarse con su propio cuerpo, que le viene dado, y debe ir desarrollando su identidad psíquica de acuerdo con su identidad sexual. Cada persona tiene como tarea reconocerse a sí misma y desarrollar los sentimientos y las tendencias afectivas congruentes con su propia biología y una identidad psíquica y afectiva acorde con su identidad sexual.

El cuerpo no es la "cárcel" del alma, ni un estorbo enojoso. La corporalidad pertenece a la esencia del ser humano por lo que no puede ser despreciada. El alma humana se revela y se hace presente a través del cuerpo; en él se proyecta, en él se imprime, en él se manifiesta. En efecto, el cuerpo revela al hombre, expresa la persona. La expresión "cuerpo humano", por tanto, contiene ya la composición de materia y forma espiritual; no podemos hablar de "cuerpo humano" considerándolo sólo como materia, porque, en cuanto cuerpo humano, se define siempre como informado por un alma espiritual.

El hombre en cuanto persona "se posee a sí mismo" porque posee su cuerpo, y se gobierna a sí mismo, porque controla su cuerpo5.

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Somos cuerpo, pero somos algo más que cuerpo, y esto queda patente en la experiencia básica de dominio de nuestro propio cuerpo. Como señala García Cuadrado6, desde esta perspectiva se descubre la trascendencia de la persona frente a los materialismos que reducen al hombre a mecanismos físico-químicos. "Yo no tengo un cuerpo, ni soy mi cuerpo, con el cual me encuentro como con el resto de la realidad: yo soy corpóreo; si se prefiere, alguien corporal"7. Soy corpóreo, pero capaz de trascender lo corpóreo y lo temporal.

2.2. Inteligencia y autoconciencia

Bajo la fachada corporal del ser humano se esconde una interioridad que no es reducible a lo meramente biológico. Las sensaciones, los conocimientos, los pensamientos y los sentimientos constituyen en el hombre un mundo interior tan real como su propio cuerpo y claramente superior por esencia a todo tipo de actividad puramente material.

El conocimiento sensitivo es el origen y el inicio de todo el conocimiento humano. Los sentidos externos, cuando obran en su estado normal y se les presenta el objeto de manera adecuada lo captan...

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