Historia. Redes sin cabeza

AutorEduardo Juárez Valero
Páginas334-336

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Hace menos de un año publicaba Juan Avilés su monografía sobre Al Qaeda al calor de la muerte de su líder, Osama Bin Laden, en franco declive del terrorismo internacional y con el ruido ensordecedor de la primavera árabe. A través de sus ciento cuarenta y nueve páginas, presentaba un análisis breve pero profundo de la idiosincrasia yihadista y de los orígenes de Al Qaeda, así como de su proceso evolutivo hasta el óbito de su líder en mayo de 2011. Si bien el trabajo del maestro Avilés no resulta novedoso en cuanto al tema, uno de los más investigados en los últimos diez años a escala planetaria, sí presenta un enorme interés al partir de la premisa de que la desaparición del líder cerraba un círculo vital, abocando a la organización terrorista a su postrera desaparición. Sin embargo, esta hipótesis choca directamente con la dinámica propia de las redes constituidas al modo de Al Qaeda.

Sin duda, la estructura reticular de Al Qaeda, puesta en duda por muchos autores y descrita como tal entre comillas por el profesor Avilés, es segura-

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mente la única que explica la capacidad de actuación y la eficacia proporcional a sus recursos y ámbito de impacto demostrada por los yihadistas de Osama Bin Laden. Y, aunque falten pruebas documentales que establezcan sin fisuras el patrón reticular, parece ilógico no pensar en una red basada en núcleos autónomos interconectados desde un punto de vista ideológico, estratégico y táctico. De hecho, no resulta relevante que la red estuviera inter-conectada o no, ya que sus células funcionaban de facto de forma autónoma. En este aspecto, como bien señala el autor, los trabajos de Fernando Reinares son claros.

Yendo más lejos aún, las redes de conocimiento de amplio espectro con el objetivo de conseguir un objetivo común y fundamentadas en un pegamento ideológico, bien sea económico o religioso, han existido de forma documentada desde la Edad Media.

Desde el punto de vista económico, entre los siglos XIII y XV, los maestros vidrieros del Marquesado del Monferrato piamontés lograron acceder al control del monopolio del vidrio suntuario, rivalizando con la poderosa República de Venecia. Su estructura, células dispersas por toda Europa que controlaban la producción y compartían el conocimiento reservado que garantizaba un producto de la máxima calidad, estaba centralizada en el núcleo inicial italiano, otorgando plena autonomía a las citadas células cuasi autónomas, hasta el punto de que nadie...

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