Historia literaria y enseñanza de la literatura

AutorMiguel Ángel García
CargoUniversidad De Granada
Páginas217-239
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Historia literaria y enseñanza de la literatura
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA
UNIVERSIDAD DE GRANADA
Resumen. En este artículo se plantea la utilidad y la conveniencia de seguir enseñando
literatura desde el territorio específico de la historia literaria, disciplina que conoció
una crisis de la que en tiempos recientes parece haberse recuperado bajo nuevas for-
mas y horizontes. Al mismo tiempo, se insiste en la solidaridad y la autonomía que
deben mantener las cuatro grandes ramas de los estudios literarios (la teoría, la crítica,
la historia literarias y la literatura comparada) a la hora de practicar una enseñanza viva
y eficaz de la literatura. En última instancia, se subraya la oportunidad de desdoblar la
pregunta de qué es la literatura en la pregunta de qué es la historia de la literatura.
Palabras clave: literatura e historia; historia literaria; enseñanza; nuevas perspecti-
vas; reflexión teórica.
Las siguientes páginas se interrogan por el lugar y la función de la historia litera-
ria en la enseñanza de la literatura, siguiendo una línea reflexiva que abrió hace
unos años Darío Villanueva con un breve trabajo de título casi homónimo (Villa-
nueva, 1992). No se trata, advierto de entrada, de abordar esta cuestión con fina-
lidades didácticas o pedagógicas, sino puramente teóricas, desde el lado de los
estudios literarios, aunque con la vista puesta, al fin y al cabo, en que las observa-
ciones aquí recogidas resulten en última instancia de interés para quienes ense-
ñan la literatura desde una vertiente diacrónica y tratan de situarla en la historia
y en su historia (Romero Tobar, 2006). Todo lo cual pasa, inevitablemente, por
tener muy en cuenta el estatuto epistemológico de la historia literaria y por defi-
nir su territorialidad con respecto a la teoría, la crítica y la literatura comparada; e
incluso por no dejar de historiar, aunque sea de forma somera, las difíciles vicisi-
tudes por las que ha atravesado esta vieja y venerable disciplina, desde sus crisis
manifiestas a sus ulteriores renovaciones. ¿Qué utilidad tiene todavía hoy, en de-
finitiva, la historia literaria para la enseñanza de la literatura? ¿No viene a com-
pletar, de modo irrenunciable, la enseñanza que del objeto común «literatura»
ofrecen por su parte las otras tres ramas de los estudios literarios? El propio Villa-
nueva consideraba tarea prioritaria la de contribuir, a través de la docencia y la
investigación, al encadenamiento de teoría, crítica y literatura comparada para
extenderlo a la didáctica de las mismas (Villanueva, 1992: 1).
Tal vez la literatura siga existiendo, entre otras cosas, porque se enseña. Con
esta rotundidad lo planteaba Barthes al afirmar, en 1969, que la literatura es lo que
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se enseña, «un objet denseignement». No sin puntualizar previamente, y es algo
que cobra sentido a la luz del proceso al que se vio sometida la historia literaria
pocos años antes, con la Nouvelle Critique, que en Francia había existido desde
siempre la costumbre de asimilar la literatura a la historia de la literatura. De aquí
la aparente boutade de Barthes: «L’histoire de la littérature, c’est un objet essentie-
llement scolaire, qui n’existe précisément que par son enseignement» (en Gol-
denstein, 1983: 3). Insisto en que esta abrupta idea solo se entiende, aparte de
plantearla Barthes en un coloquio sobre enseñanza de la literatura, desde el divor-
cio entre crítica e historia que él mismo había introducido con anterioridad, y
sobre el que necesariamente tendremos que volver. Tiempo después afirmaba,
con igual rotundidad, que solo había que enseñar literatura, ya que hasta el siglo
XX había sido una matesis, un campo completo del saber; lo importante, de todos
modos, no era difundir un saber sobre la literatura (en las historias de la literatu-
ra), sino «manifestar la literatura como una mediadora de saber» (Barthes, 1975:
204). Me parece, desde luego, una buena razón para seguir enseñando literatura,
incluso historia literaria, un saber histórico (al lado de un saber teórico, crítico y
comparado) de la literatura.
Historia, literatura y enseñanza (consideraciones intempestivas)
La historia literaria sufrió durante largos años un ocaso, como disciplina «cientí-
fica», del que solo en tiempos recientes parece haberse recuperado. No hay más
que recordar el diagnóstico desesperanzado de Wellek a la hora de ilustrar sus
problemas y conceptos. En 1973 comienza su artículo «El ocaso de la historia
literaria» con estas palabras: «Hace unos treinta años escribí un libro, The Rise of
English Literary History. Hoy se podría escribir un libro sobre su decadencia y
ocaso» (Wellek, 1983: 245).1 No era el único en reconocer ese descrédito. Por las
mismas fechas, Soria (1971: 4) apuntaba que todo lo concerniente a la historia
literaria aparecía inerte, y ni siquiera lo agitaba la contigüidad de la vecina lin-
güística: «cabe preguntarse si este olvido de nuestra disciplina y su inmovilidad es
aparente, local, puramente pasajero u obedece a causas más profundas». Wellek se
apoyaba sin ir más lejos en H. R. Jauss, que en su conocido trabajo «La historia de
la literatura como provocación de la ciencia literaria», de 1967, edificaba un nue-
vo proyecto sobre las ruinas de la historia literaria tradicional. Jauss introducía su
propuesta con un juicio demoledor y sin concesiones sobre la vieja historia litera-
ria, a la vez que no ocultaba la invencible necesidad de negar lo anterior para
alcanzar ese grado de «provocación» que necesitaba la disciplina:
1. Hay que poner en relación este diagnóstico de Wellek con el informe sobre la historia literaria que
escribió en 1952 para la revista PMLA (Beltrán Almería, 2004: 21-22 y 2005: 11; Escrig, 2005: 33).
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