Historia de la Shoah, de Georges Bensoussan

AutorRoberto Bergalli/Iñaki Rivera Beiras
Páginas171-183

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Siendo el de la Shoah uno de los fenómenos más complejos y difíciles de explicar, cual es el ocaso de la civilización humana en el corazón de Europa, en pleno siglo XX, sin escándalo y con el concilio de religiones, culturas y políticas divergentes, el texto que nos ocupa se constituye, por la ordenada revisión de los principales hitos explicativos, en un excelente manual introductorio desde el punto de vista histórico real y no desde la memoria de contenido moralizante.

Así y tal como se resume en su contraportada, esta obra muestra, sintéticamente el conocimiento sobre los «fundamentos históricos del aniquilamiento biológico (racial) y del discurso darwinista social que acabó en el «programa T4», auténtico laboratorio ideológico y material de la «Solución final». En definitiva, nos explica «cómo se dio histórica, política e intelectualmente el genocidio de los judíos en la Europa moderna y contemporánea (siglos XIX y XX)». Y en concreto nos ilustra acerca de «la fase de exclusión de los judíos de la sociedad alemana y de las sociedades conquistadas por el III Reich (1933-1939), además de las diferentes etapas del rechazo y matanza de los judíos de Europa, desde los guetos, hasta la maquinaria de fabricación de cadáveres, que fue Birkenau pasando por la fase de Operaciones móviles de matanza, es decir, el rol de los Einsatzgruppen y la operación Reinhardt». También estudia «otros aspectos del genocidio, como la resistencia al plan de aniquilamiento, la cuestión de la información, la de las reacciones de los países neutrales y de los aliados, y la evocación de los principales procesos».

Entre 1939 y 1945 la Alemania nazi, secundada por numerosas complicidades, asesinó entre 5 y 6 millones de judíos europeos ante el silencio casi completo del mundo

preludia en su Historia de la Shoah

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George Bensoussan (p. 7), «No le alcanzó el tiempo para destruir por entero al pueblo judío, como lo había decidido. Tal es la realidad bruta del genocidio judío, en hebreo, shoah. La decisión de hacer desaparecer de la tierra al pueblo judío, la determinación de decidir quién debe y quién no debe habitar el planeta, llevada a sus últimas consecuencias, marcaba la especificidad de una empresa, única hasta el día de hoy, de modificar la configuración misma de la humanidad». El autor mantiene que los contemporáneos percibieron lo inaudito de la situación, pero que el lento trabajo de recuperación de la realidad histórica, dada la destrucción generada y el borrado de algunas de las huellas del crimen, ha impedido por un tiempo esclarecer el carácter singular de la destrucción razonada de un pueblo. De «masacre» a «holocausto», de «holocausto» a «genocidio» y finalmente su ubicación en la expresión «shoah» (tempestad, destrucción, desolación en hebreo).

Sostiene el autor que el estudio histórico evidencia un contexto, sin el cual no hay ninguna comprensión posible de esta catástrofe, y de su preparación administrativa y técnica. Las anexiones alemanas de 1938 y las fáciles victorias alemanas de 1940 y 1941, así como la guerra contra la URSS en junio de 1941 ponen bajo dominio alemán a la mayoría del pueblo judío europeo.

La guerra es el hilo conductor de la tragedia judía. A las masacres ya perpetradas contra los judíos de Polonia a partir del otoño del 1939 y las matanzas cada vez mas generalizadas en Rusia, desde junio de 1941, sucede la idea de asesinar a todos los judíos soviéticos y poco más tarde la de hacerlo con todos los europeos.

Así, se define al colectivo de víctimas, se les expolia, concentra, deporta y asesina. Lo que los alemanes denominan «Solución final» (Endlösung); al problema judío, evoluciona rápidamente —la mitad de las víctimas son asesinadas durante el año 1942. Lo repentino de la ejecución, su relativo secreto, y lo impensable de los hechos paralizan el pensamiento y la reacción.

Bensoussan, comenta cómo ya desde el siglo XII, y tras las primeras cruzadas, el discurso antijudío no sólo ve en el judaísmo a una religión anacrónica, sino que se le acusa de diabólica. La rápida modernización e industrialización de la Europa occidental en el siglo XIX, desestructuran las sociedades tradicionales. El antisemitismo laico se superpone al viejo antijudaísmo cristiano. Se

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considera que los judíos son la desgracia, los causantes del complot y del sentimiento de decadencia e inestabilidad social. El judaísmo se halla atrapado entre la emancipación que lo integra a las culturas nacionales y su exclusión — que juega precisamente como factor aglutinante de esos sentimientos nacionales.

Sobre 1900 el racismo y el darwinismo social castigan a la democracia, como régimen de los débiles, del que el judío es el paradigma. Para ese darwinismo social y racial, la supervivencia del más fuerte justifica la apología de la violencia dejando atrás la herencia del siglo de las Luces y de las ilusiones humanitarias. Ideológicamente, sólo la tradición y la raza, frente al capitalismo salvaje, hacen una nación, y de ella debe excluirse al errante, al símbolo de la razón: al judío.

Indica el autor que tras la primera guerra mundial, Europa cuenta entre nueve y diez millones de judíos (3 millones en Polonia, unos 3 millones en URSS y un millón en Rumania como concentraciones más importantes, a la par que Hungría. Las condiciones de los judíos en Europa son heterogéneas, debido a la diversidad de los procesos de emancipación iniciados en la Francia Revolucionaria, proceso de laicización, rechazo antisemita con migraciones a la Europa occidental y a USA. Debido a la crisis general, la integración de los judíos en la sociedad occi-dental europea es cuestionada en ocasiones, y la vitalidad cultural alcanzada por los judíos orientales es objeto de hostilidad a través de los progroms de 1935 y 1936. En Alemania existe una antigua tradición antijudía (Para Lutero, el judío es una mancha de la que debe purificarse), pero a partir del XVIII, el judaísmo alemán sufre una apertura económica, social e intelectual, a la vez que también crece un sentimiento antisemita.

La nación para los alemanes no es un pacto entre ciudadanos libres, sino una emancipación de la raza, de la sangre y del suelo, una lucha vital que aplasta las etnias más débiles, y ahí el particularismo judío es el centro de la preocupación, el judío es la figura negativa que ha venido ayudando —desde el 1800— a forjar la identidad colectiva nacional. La exclusión de los judíos cataliza en Alemania las crisis nacionalistas y de la modernidad, con el rechazo al mundo urbano e industrial.

La derrota alemana en la primera guerra mundial, tal y como refiere Bensoussan, gene-ra un desclasamiento de gran-

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des partes de la pequeña burguesía, arruinada y con hijos muertos en el frente y un nacionalismo herido, de forma que esas clases medias tienen más facilidad para integrarse en estructuras nacionalistas de extrema...

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